En las calles de nuestras ciudades hay muchas luces y su exposición llama nuestra atención hacia ilusiones fantásticas. Pero se trata solo de una llamada al consumismo que busca explotar nuestras emociones.
Aquí en casa, a veces también hay guerra, igual que en el
mundo, aunque hemos optado por no poner
decoración navideña. El objetivo es que así nos acordamos de los millones de
familias que no solo no tienen adornos, ni siquiera saben lo que es vivir en
paz. Sufren y no tienen ni idea del verdadero significado de la Navidad.
La Navidad es algo profundo. Interior. Aquellos que tienen
como profesión la escritura piensan y describen lo que pasa en su interior. Por
eso, hay tantos y tan bellas canciones de Navidad, pero también hay muchos
otros sobre la miseria interior, que se manifiesta más en estos días, en los
que tantos se enmascaran de lo que no son… fingiendo que pueden ser felices
olvidándose de los que sufren.
El mundo está en guerra. Hay cada vez más corazones vacíos
en todas partes, con cada vez menos paz… y con cada vez menor esperanza.
La familia, que se celebra en Navidad, es el centro de
nuestra vida. Es el espacio y el tiempo de donde partimos para realizarnos como
personas, aprendiendo que nadie es feliz mientras haya un hermano que sufre.
La Navidad es tiempo de paz y esperanza, Celebramos el nacimiento
de Jesús, alguien diferente que vino a enseñarnos algo muy simple: es amando
como seremos felices. Comenzando por los que están más cerca de nosotros y
acercándonos después de lo que más necesiten.
Los bienes superfluos no contribuyen a la verdadera
felicidad. Pero, hay muchos que no tienen siquiera lo esencial. Mas, no lo
tienen porque quizá nosotros nos insistimos en ignorar que ellos existen.
Si no pudiéramos hacer nada más, entonces que nos acordemos
de tantas familias a quien la guerra y el consumo quitan lo esencial.
Acogiéndolos en nuestro corazón y no dejándonos llevar por los engaños de quien
nos quiere vender felicidad.
¿Tenemos motivos para celebrar la Navidad? Sí. Porque ya hemos
recibido los mejores presentes: nuestra familia, nuestra paz y nuestra esperanza.
Solo falta compartirlas.
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Correio da Manhã - 24 dezembro 2016
(Suplemento especial de Natal)
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