domingo, 29 de abril de 2018

JESÚS DE NAZARET, EL MAESTRO (I)



Pablo Garrido Sánchez

Una pregunta

¿Quién es JESÚS de Nazaret? Pasan los años y contamos décadas de práctica cristiana con tiempos comunitarios y particulares de oración; hemos asistido a charlas, retiros, ejercicios espirituales o reuniones multitudinarias en las que se predicaba a JESÚS de Nazaret. Es probable que en algún momento hayamos realizado algún compromiso testimonial, y con todo todavía procede mantener vivo el interrogante básico: ¿Quién es JESÚS de Nazaret? La proximidad a JESÚS  no evita  la pregunta: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?” (Cf. Mt 8,27). Sabemos que los discípulos más cercanos a JESÚS obtuvieron un conocimiento cierto, suficiente y misterioso. La condición humana y divina de JESÚS nos sitúa siempre ante el misterio.

El PADRE conoce al HIJO  (Cf Mt 11, 27)

El establecimiento de esta premisa, el PADRE es quien realmente conoce al HIJO, no es habitual tenerla en cuenta; y sin embargo JESÚS lo advierte en distintas ocasiones. Es el PADRE el que dispone la venida de su HIJO a este mundo (Cf. Jn 3, 16). JESÚS reconoce que”nadie puede ir a ÉL, si el PADRE que está en los cielos no le concede  esa gracia” (Cf.  Jn 6, 44). A Pedro le dice que el conocimiento expresado sobre ÉL le viene dado por el PADRE (Cf. Mt 16,17). El creciente, necesario e ilimitado conocimiento sobre JESÚS nos es dado por el PADRE mediante la efusión del ESPÍRITU SANTO (Cf. Jn 16,8). Cualquier aproximación hacia JESÚS mantiene un horizonte de eternidad, por lo que lejos de nosotros el desánimo por el conocimiento escaso y parcial que podamos reconocer hasta estos momentos. Es posible, que los más avanzados en la vida del espíritu puedan decir con el apóstol: “todo lo considero pérdida comparado con el conocimiento de CRISTO, mi SEÑOR” (Cf. Flp 3,8) La insaciabilidad por conocer a JESÚS de Nazaret es un buen indicador del progreso dentro de la vida cristiana, porque el que está necesitado de conocimiento es que de algo ya participa, pero tiene anchura y profundidad para acoger más de Aquel que se le vuelve necesario. En esta disposición de ánimo proseguimos en nuestra búsqueda.

Títulos

Hasta los treinta años, en el carné de identidad de JESÚS podría leerse: Nacido en Belén, domiciliado en Nazaret, hijo de José y de MARÍA, de treinta años de edad, y artesano de profesión.

A los treinta años, JESÚS, inicia su misión evangelizadora, que le ocupa unos tres años. Durante este tiempo, JESÚS se hace llamar “Hijo del hombre”, y los seguidores se dirigen a ÉL como Maestro.

Durante tres años, JESÚS predica el Evangelio del Reino, mostrando una autoridad moral y espiritual sorprendente. Acompaña su misión con señales, prodigios y milagros, creando  expectación en unos y rechazo visceral en otros. Las autoridades tanto civiles como religiosas no soportan por más tiempo la actividad misionera, pues a unos y otros les parecía que peligraban sus propias seguridades. El desenlace de los acontecimientos sabemos cómo fue: en la Cruz; pero el destino que el PADRE tenía para su HIJO era otro. JESÚS “con su sangre, había comprado para DIOS, hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación” (Cf.  Ap 5,9); por lo que fue constituido SEÑOR y  CRISTO (Cf. Hch 2, 36).  Estos dos títulos, SEÑOR y CRISTO, aparecen durante la vida pública en círculos restringidos, afirmándose en toda su extensión después de la Resurrección.

El evangelio de san Juan recoge otros títulos referidos a JESÚS que profundizan en su identidad a la luz de la Resurrección. En verdad JESÚS es la Luz y la Vida del mundo (Cf. Jn 1, 4). De la misma manera, “ÉL es el Pan bajado del Cielo que da la vida al mundo” (Cf Jn 6, 33), “JESÚS es el Camino, la Verdad y la Vida”   (Jn 14, 6). JESÚS es la fuente de la Resurrección para el hombre en particular y para la humanidad en su conjunto (Cf. Jn 6, 44; 11, 25)

La ejemplaridad

Todavía encontramos personas que reconocen guardar un recuerdo ejemplar de sus mayores. Otras veces la interiorización de modelos de comportamiento provienen de otras personas más alejadas del estrecho círculo familiar, escolar o de amistad.  Principalmente son los mayores aquellos  que han quedado en la armadura de nuestra memoria como modelos de comportamiento. Quienes tienen la primacía en el campo de la ejemplaridad son los padres: el padre y la madre. Si esta base se altera, queda comprometido todo el edificio que alberga y sostiene los patrones de comportamiento. La ejemplaridad proveniente del entorno y admitida en el fuero interno, no dispensa de la reelaboración personal de los contenidos asumidos; más aún, es absolutamente necesario que la persona  revise y dé asentimiento más o menos definitivo a lo que de forma intuitiva percibe en alguien que se erige como modelo de comportamiento. Los ejemplos se pueden multiplicar, pero consideremos el comportamiento heroico de una persona que salva la vida de alguien que se está ahogando en medio de una tempestad, como ocurre con cierta frecuencia; será algo admirable que muchos no podremos imitar porque las facultades físicas no nos lo permiten, pero sigue siendo objeto de encomio y admiración. Pensemos en la vida de silencio y ascesis de un cartujo: es algo admirable, pero parcialmente integrable en la vida de la mayoría de las personas.

Los modelos de identificación son patrones descubiertos hace tiempo por la psicología evolutiva, y poco cotizados en estos momentos. En el ambiente de banalidad que nos envuelve, han caído también los modelos de identificación con la propagación de forma especial de la ideología de género, que promueve una mezcla caótica de elementos fundamentales, que al final desestructuran a la persona en su misma raíz.

Seguimiento


No es posible ver la misión de JESÚS de Nazaret ajena al seguimiento de los discípulos y rodeado de grupos más o menos amplios. El Mensaje de JESÚS cubre la fase más crucial dentro de la transmisión oral. Muy pocas cosas se escriben en los primeros tiempos, sólo pasadas dos o tres décadas se registran por escrito los dichos y hechos de JESÚS de manera ordenada. Mientras tanto rigieron en el mantenimiento del Mensaje las leyes de la transmisión oral, por lo que el esquema maestro-discípulo fue esencial. El Maestro procuró grabar con el fuego del ESPÍRITU SANTO, sus palabras, sentimientos y actitudes, en el corazón de sus discípulos. Pero antes había que encontrar a esos discípulos. En la organización misionera de JESÚS tiene prioridad la selección de sus seguidores o discípulos: “JESÚS llamó a los que quiso, para que estuvieran con ÉL, y ser enviados” (Mc 3, 13-15). Previamente, JESÚS, había llamado a los cuatro discípulos que después estarían integrados en el grupo de los doce, y los llamó para “hacerlos pescadores de hombres” (Cf.  Mc 1, 16-20).

El círculo de seguidores abarca más que a los Doce. Ésta es una institución con unas características particulares, que fundamenta a todo el conjunto de discípulos cuyo radio potencial de captación alcanza a todo hombre de cualquier época y lugar. La llamada de JESÚS al discipulado es tan universal como su propio Mensaje.

sábado, 28 de abril de 2018

Se creen dioses




José luís Nunes Martins



Nuestra sociedad parece movida por el consumismo. Se cree en la lógica del consumo: se comienza con la adquisición para después explotar hasta la extinción lo que tenemos. Esta extinción puede que no sea la del objeto; a veces somos nosotros los que quedamos saturados, demasiado rápidamente.

Se compra, se usa y se tira. Al final no tenemos manos para todo y hay siempre tantas cosas que aún no tenemos…

El cuerpo es visto como un accesorio del que se puede disponer en función de lo que se cree que es libertad. Puede usarse sin restricciones, al final es cosa nuestra… unos lo veneran como si fuese lo que no es, otros lo desprecian como si n o fuese muy valioso.

Llamados a completar la creación de nosotros mismos, somos responsables de lo que elegimos al pensar y soñar, sentir y consentir, decir y callar, lo que hacemos y cómo lo hacemos.

El don de la vida es esta enorme responsabilidad de valorarse.

Son muchos los que hoy se creen héroes dignos de prestarle culto. Egoístas y arrogantes, se vuelven ciegos ante la realidad tal como ella es. La humildad podía curarlos, pero no quieren, prefieren ser esclavos de sus impulsos irracionales.

Prudencia, buen sentido y comedimiento no son virtudes que aprecien. Se creen señores de sí mismos, del mundo y de los otros.

Lo peor de todo esto es que el mal nunca es claro y evidente. La maldad es fina y astuta hasta el punto de comenzar por evitar a quien pretende hacerse su esclavo.

Todos tenemos momentos de egoísmo y arrogancia, todos nos debemos empeñar en librarnos de ellos a fin de que no nos consuman.

Es un grave error querer ir más allá de la medida propia de cada cosa. Cada hombre debe empeñare en saber quién es, conocer sus límites y sus posibilidades. Aceptar su vida de forma auténtica, sin dejarse dominar por las tentaciones de la insolencia, de la falta de moderación y por los instintos.

Cada vez que alguien en concreto decide poner fin a la vida de otro, eso es pasar el límite. Es una violencia imbécil de un poderoso sobre alguien que está débil, creyéndose llamado a ser igual o superior a lo divino.

Quien hace el mal presenta siempre buenas razones para hacerlo.

La arrogancia estúpida es señal de tragedia inevitable.


domingo, 22 de abril de 2018

La Buena Nueva, los rumores y las “fake news”


El Evangelio es, etimológicamente, la buena nueva, pero no faltan personas que piensan que es un rumor sin fundamento o, peor aún, una “fake news” más.
El Evangelio es, etimológicamente, la buena nueva, pero más de dos mil años después de la resurrección de Jesús de Nazaret, todavía hay quien piensa que esta buena noticia es más una “fake news” o, por lo menos, un rumor sin fundamento.
En verdad, la primera referencia a la Pascua cristiana fue un falso rumor. Cuando un periodista de investigación, María Magdalena, fue a hacer un reportaje donde el cuerpo de Jesús había sido sepultado la antevíspera, verificó que el sepulcro estaba vacío. Regresó entonces precipitadamente a Jerusalén, donde dio la noticia como una bomba: “¡Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto!” (Jo 20, 2).
Era cierta la ausencia del cadáver, pero no la suposición de que había sido robado, aunque pareciera ser esa la única explicación posible para su misteriosa desaparición. Por otro lado, la reportera y su equipo, ignorando donde estaba el cuerpo ausente –“no sabemos dónde lo han puesto”- suponen, equivocadamente, que alguien lo había llevado a un lugar desconocido. Aunque fuese lógica su deducción, se precipitan en la conclusión. Es este, además, un vicio muy común en cierto periodismo: concluir a partir de una apariencia ilusoria.
Pedro y Juan no creyeron la sorprendente noticia que les fue transmitida por María Magdalena y, por eso, decidieron ir con ella al sepulcro... Sólo cuando vieron que era el mismo sepulcro y que el cadáver, efectivamente, no estaba allí, la creyeron, pero no en la resurrección. Como Juan aclara, “aún no entendían la Escritura, según la cual Él debía resucitar de entre los muertos” (Jo 20, 9).
La Iglesia debe tomar una actitud crítica en relación a cualquier rumor de algo aparentemente sobrenatural. En principio, es de la más elemental prudencia no creer, aunque sea dicho con la mejor buena fe. Pero también sería imprudente negar esa posibilidad, “porque a Dios nada le es imposible” (lc 1,37). ¿Qué hacer entre tanto, cuando surge el rumor de una supuesta aparición, o de un supuesto milagro? Lo que Pedro y Juan hicieron: analizar los hechos. Sólo si fueran dignos de crédito, pueden ser después reconocidos, por la Iglesia, como señales extraordinarias de la providencia divina.
No obstante las tres veces que Jesús de Nazaret había profetizado su pasión, muerte y resurrección al tercer día, los apóstoles resistieron lo más que pudieron a esta buena nueva. De hecho, el día que aconteció la resurrección, no creyeron a María Magdalena, ni a las otras mujeres que, como ella, habían ido al sepulcro, ni a los discípulos que, de camino a Emaús, tuvieron un encuentro sorprendente con el resucitado. Sólo creyeron cuando lo vieron con sus ojos. Pero como, aún viéndolo, permanecían en la duda, Cristo no sólo los invitó a tocar sus manos y sus pies, sino también comió, en su presencia, un trozo de pescado asado (Lc 24, 42-43). O sea, la resurrección de Jesús pasa de mero rumor a verdadera fe cuando, después de vencida la duda persistente de los apóstoles, gana la consciencia de un hecho, o sea, de una evidencia incontrovertible.
Pero, ni todos los rumores de aquel tiempo se confirmaron. San Juan da cuenta de que entre los primeros cristianos corría el rumor de que, el discípulo que el Señor amaba, no moriría: “corría entonces entre los hermanos que aquel hermano no moriría. ¿Jesús, por el contrario, no dice a Pedro: ‘No morirá’, pero ‘si quiero que él quede hasta que venga, qué te importa?” (Jn 21, 23) ¡O sea, el mismo que da cuenta del rumor es también el que lo desmiente! Moral de la historia: el cristiano debe tener una fe inteligente y, por eso, no debe ser crédulo, ni ingenuo.
Más allá de los rumores, a lo que es preciso oponer un espíritu razonablemente crítico, también hay también las fake news’, que son noticias falsas puestas en circulación a propósito por quien tiene el poder. Tampoco faltaron hace dos mil años…
Es Mateo quien dice: “Algunos de los guardias fueron a la ciudad e informaron a los príncipes de los sacerdotes de todo lo que había sucedido. Habiéndose reunido ellos con los ancianos, después de reunirse en consejo, dieron una gran suma de dinero a los soldados diciéndoles: ‘Decid: sus discípulos vinieron de noche y, mientras estábamos dormidos, lo robaron (…)’. Ellos, recibido el dinero, hicieron como les habían indicado. Y esta noticia se divulgó entre los judíos y dura hasta el día de hoy” (Mt 28, 11-15) Comenta, a este respecto, San Agustín: “¡Astucia miserable! ¿¡Presentan testimonio dormidos!? Verdaderamente estás durmiendo tú mismo, al imaginar semejante explicación” (Enarrationes in Psalmos, 63, 15).
Es significativo que esta noticia falsa sea el resultado de “una gran suma de dinero” porque, también ahora, los grupos económicos que controlan los medios de comunicación social, ‘compran’ ‘fake news’ a periodistas menos escrupulosos, tal vez incluso con la velada amenaza del despido. Algo semejante ocurre en las redes sociales: Mark Zuckerberg reconoció, en su reciente audiencia por el congreso norteamericano, que facebook había cometido un error, al bloquear un anuncio de un curso de teología católica en la universidad franciscana de Steubenville. En esa ocasión, el senador republicano Ted Cruz lo confrontó también con el hecho de que  más de dos docenas de páginas católicas habían sido suprimidas por facebook. Puede ser que su supresión se debiera a un problema técnico y no a una actitud premeditada contra la Iglesia católica, incluso porque millones de cristianos usan, sin restricciones, esa sede social, principalmente para compartir su fe.
Las ‘fake nws’ no son solo noticias falsas, son también noticias asesinas, porque aquel que es mentiroso y padre de la mentira es también homicida (cf Jn 8, 44): cuando no puede matar por la guerra, por el aborto o por la eutanasia, mata por la mentira, como el marxismo y la ideología de género. Por el contrario, el Evangelio no es solo una noticia verdadera, es también y principalmente una buena nueva liberadora: solo la verdad nos hará verdaderamente libres (cf Jn8, 32).
https://observador.pt/opiniao/a-boa-nova-os-boatos-e-as-fake-news/


sábado, 21 de abril de 2018

El bien y el mal no dependen de las leyes




José Luís Nunes Martins



La sociedad actual tiene una perspectiva tan alejada de lo que son los valores que se cree capaz de determinarlos por la vía de las leyes.

Lo que separa el bien del mal no es lo mismo que separa lo legal de lo ilegal. Los valores fundamentales son intemporales, forman parte de nuestra identidad como seres humanos. No están sujetos a los cambios. Tratar de alterarlos es tan peligroso como insensato.

Hoy, muchos atentados contra la vida encuentran soporte en las leyes, que los justifican, e incluso los prescriben.

El aborto, por ejemplo, es y será siempre algo condenable, mientras que, de acuerdo con las perspectivas actuales, llega a ser recomendable en muchos casos, siendo que, para ello, basta que la madre (¿o es sólo mujer? ¡También pude ser hombre que haya cambiado el papel de ciudadano!), no quiera el hijo (¿o es solo un conjunto insignificante de células?) para que el Estado (¿nosotros?) lleve a cabo su voluntad (¿pero no es involuntaria esa interrupción?).

Son muchas las inseguridades, las oscuridades y las contradicciones cuando se debaten estas cuestiones. ¿Pero por qué razón, en estos casos, se prefiere la muerte?

La justificación del mal contra la vida es paradójico: de cara al sufrimiento, existente o posible, se prefiere ponerle fin inmediato. La sociedad solo solicita que alguien asuma la responsabilidad y exige a los demás que  acepten el gesto sin comentarios negativos. ¡Si alguien prefiere la vida ante el sufrimiento, y elige enfrentarse a ese mal con el bien en que cree, ese sí, es condenado como si se tratase de un verdugo!

La vida está hecha de dolores. Sufrimientos profundos. No hay vida sin desdichas, por lo que su inevitable acontecimiento debía ser motivo para unirnos en la defensa del bien y no para tratar de acabar el mal con… un mal aún peor.

Matar es un mal, incluso en los casos en que las leyes defienden a quien lo hace.

La dignidad es el valor que nos llega por el hecho de ser libres, para el bien y para el mal. Quien elige el mal, se elige indigno de de su libertad. ¿Si una madre y un padre confían en las decisiones de un hijo que, después, en el uso de esa libertad, elige el mal, ¿Es que los padres deben alegrarse con la libertad de su hijo? ¿Es él responsable? ¿Y si lo que hace no viola ninguna ley de su país?

La eutanasia, otro ejemplo, se enraíza en una idea de infalibilidad del discernimiento, o sea, de que acertamos siempre en que es mejor para nosotros mismos. En verdad, y por experiencia, todos sabemos que muchas veces nos engañamos respecto a eso. No sabemos ni hacemos lo que es mejor para nosotros mismos. Aunque las leyes crean que sí.

¿Qué tiene que hacer cualquiera ante una ley injusta? ¿Cumplirla por ser ley, o violarla por ser injusta?



lunes, 16 de abril de 2018

Una ley peligrosa





Los suicidios de adultos que recurrieron a tratamientos con hormonas del sexo opuesto, o se someterán a cirugías de cambio de sexo, es 20 veces superior a lo normal.

Por muy poco – 109 votos a favor contra 106- el parlamento aprobó ayer la ley que permite a cualquier joven de 16 años determinar, sin necesidad de recomendación médica, su género. O sea, cambiar en el registro civil su nombre propio –de masculino a femenino, o viceversa- y considerar como suyo el sexo correspondiente. Sólo cuando fuese mayor de edad, a los 18 años, estará autorizado a requerir intervenciones quirúrgicas y médicas que simulen el sexo con el que se identifica; pero, en realidad, no cambia de sexo, solo altera su apariencia anatómica.

La ideología de género entiende que la identidad sexual es algo esencialmente subjetivo y no determinado física y biológicamente, y que la apariencia sexual/morfológica debe ser la que corresponda a esa identidad. El cuerpo humano es masculino o femenino, pero el género admite más de cincuenta modalidades: ‘gender fluid’, ‘gender variant’, ‘genderqueer’, ‘gender questioning’, ‘gender nonconforming’, ‘agender’, ‘bigender’, ‘cisgender’, ‘cisgender male’, ‘cisgender female’, etc. No existiendo ningún fundamente objetivo del género, este depende solo de la propia decisión, que pude optar por la identidad sexual que entienda más adecuada a su personalidad. Más aún, no solo tiene plena libertad para determinar su género, sino también el derecho a ser tratado, a todos los efectos sociales, como tal.

¿Pero, cuál es la opinión de los especialistas en la materia? El Colegio Americano de Pediatras, a través de su presidente, Michelle A. Cretella, y de su vicepresidente, Quentin Van Meter, realizó un estudio, exclusivamente científico, sobre la transexualidad juvenil. Sus conclusiones fueron resumidas por Javier Fiz Pérez, en artículo publicado el pasado 1 de marzo, en el ‘site’ Aleteia, del grupo mediático europeo Media Participations:

La sexualidad humana es una característica binaria, biológica y objetiva. Los genes XX e XY son identificadores genéticos de un estado normal de salud, no de un trastorno. Lo que es natural, en el plano genético humano, es ser hombre o mujer. La sexualidad humana está proyectada de manera binaria, con una interconexión evidente con la reproducción y multiplicación de nuestra especie.

Nadie nace con género. Todo ser humano nace con sexo biológico. Nadie nace con la consciencia de sí mismo como hombre o mujer. Esa conciencia se desarrolla con el tiempo y, como todo proceso de desarrollo, puede ser influenciada por las percepciones subjetivas de la infancia. Las personas que se identifican  con ‘la sensación de pertenecer al sexo opuesto’, o ‘a algún punto intermedio, no forman un tercer grupo sexual, porque continúan siendo, en términos biológicos, hombres o mujeres.

Cuando un niño, biológicamente saludable, piensa que pertenece al sexo biológico opuesto, padece un problema sicológico y no físico, una disfunción de género, reconocida como un trastorno mental, en la más reciente edición del Manual de Diagnósticos y Estadísticas, de la Asociación Americana de pediatría (DSM-V), en una entidad no confesional.

El bloqueo de las hormonas de la pubertad provoca la ausencia de pubertad, inhibiendo, así, el crecimiento y la fertilidad de un niño que, antes de una intervención de esa naturaleza, era biológicamente saludable.

La gran mayoría de jóvenes -98% de los chicos y 86% de las chicas- que, durante la infancia y juventud, tuvieron problemas de identificación con su sexo biológico, aceptan, después de la pubertad, su sexo biológico. Los datos son del DSM-V, una guía clínica para sicólogos y psiquiatras.

La utilización de hormonas sexuales del sexo opuesto tienen riesgos para la salud: altera la presión arterial, causa la formación de coágulos en la sangre, provoca AVC y cáncer.

En adultos que usaron hormonas del sexo opuesto, o se sometieron a una cirugía de cambio de sexo, las tasas de suicidio son 20 veces superiores que en personas que no se sometieron a esos tratamientos, ni hicieron esas operaciones.

La suplantación de sexo biológico por cirugías y productos químicos no es normal, ni saludable, al contrario de lo que se dice a estos jóvenes con estos problemas.

Según las estadísticas, la identificación de los jóvenes con el sexo opuesto es un trastorno de la personalidad que, en el 92% de los casos, después es superado. Se pregunta entonces: ¿Por qué razón el parlamento portugués, sin ninguna autoridad científica en la materia, quiere facilitar que los adolescentes, que aún no han alcanzado la madurez psíquica y sexual, ni la mayoría de edad, que todavía no pueden beber en público bebidas alcohólicas, ni siquiera votar, puedan precipitar una decisión que tendrá gravísimas repercusiones en su salud física y mental?!Más penoso es saber los suicidios de adultos que recurren a tratamientos con hormonas del sexo opuesto, o se hubieran sometido a cirugías de cambio de sexo, es 20 veces superior al normal. Siendo así, esta nueva ley no es solo temeraria, sino potencialmente homicida.

La Iglesia es particularmente sensible al inmenso sufrimiento de los jóvenes que padecen disfunción de género y de sus familias. Prueba de eso son las innumerables instituciones católicas especialmente dedicadas a su apoyo. Pero también sabe que la complacencia con esas disfunciones no es el camino que mejor sirve a esas personas, que deben ser ayudadas, psíquica, clínica y espiritualmente, a aceptar la versas sobre su identidad sexual y a amarse a sí mismas como realmente son, que es también como Dios las ama. La Iglesia enseña que su condición –como, además, cualquier orientación sexual- en nada disminuye su dignidad, ni impide su realización humana y sobrenatural.

A pesar de los lamentables casos de pedofilia, afortunadamente ya castigados con la merecida severidad y -¡se espera!- definitivamente superados, la Iglesia católica tiene un especial aprecio por los jóvenes, que estos reconocen y retribuyen: las Jornadas Mundiales de la Juventud son la mayor concentración periódica  mundial de gente joven. Este año, el Papa Francisco convocó a los jóvenes de todo el mundo a un sínodo que se realizará en Roma y que será, ciertamente, una jubilosa celebración más de la vida. Al contrario, por aquí la extrema izquierda parlamentaria insiste en lo que San Juan Pablo II llamó ‘la cultura de la muerte’: si la ley que promueve la interrupción voluntaria del embarazo fomenta la muerte de los niños aún no nacidos, la eutanasia favorece el homicidio de los enfermos, de las personas de edad, esta nueva ley hace de los jóvenes víctimas potenciales.

https://observador.pt/opiniao/uma-lei-perigosa/


sábado, 14 de abril de 2018

¿Cuánto cabe en una lágrima?


José Luís Nunes Martins

Ser sencillo es una lucha permanente contra todas las tentaciones para desviarnos del camino cierto. Requiere una atención constante frente a nuestra tendencia a complicárnoslo todo siempre. Hay cada vez más estímulos y opciones, es esencial que cultivemos el discernimiento para trazar y seguir nuestro propio camino.
Mucha de la sed que sentimos es el resultado de deseos que aceptamos como nuestros. Buscamos con todas las fuerzas tantas cosas innecesarias que acabamos por despreciar lo importante. Queremos todo y acabamos, casi siempre, sin nada.
Somos egoístas y tan poco inteligentes que incluso creemos que nos bastamos a nosotros mismos y que tenemos en nosotros todo lo que necesitamos. No. Somos la mitad de tantas cosas y gotas de agua entre otras.

El agua es vida y siempre encuentra la forma de encontrar su camino. Insiste, se acumula y, con paciencia, acaba por descubrir a dónde ir. Cuando se estanca, se corrompe. ¡El agua es sencilla, pura y… viva!
No debemos detenernos en nada pasajero, en la certeza de que la eternidad es vida. Belleza sublime aconteciendo, creándose y multiplicándose.

Vivir es crear. Hacer nacer. Fuente de bien. El mundo quiere ser cada vez más bello, porque su belleza aún no está completa. Por eso cuenta con nuestra capacidad de crear para ser perfecto.
Hoy falta tiempo para pensar. Para esperar y meditar bien antes de decidir. Las acciones quedan siempre con sus autores. El resultado de nuestras decisiones somos nosotros. Mucho de aquello que soy depende de lo que decido, con mayor o menor consciencia. Soy responsable de mi vida, de dar respuestas y encontrar caminos.

¡Estoy llamado a concluir la creación de lo que soy, a ser protagonista de mi existencia, a ser espectador de todo y soy, por encima de todo, una obra prima!
Cada uno de nosotros tiene una misión. El que no sabe cuál es, procure hacer uso de sus dones. A lo que tiene de diferente y mejor de cara a los otros. No, no es lo que le es más fácil o le da más placer, es, sí, lo bueno que puede y debe hacer.

Tu misión es hacer de ti alguien en quien la vida tiene sentido.

El agua que brota de las fuentes no vuelve a ella sin haber cumplido su misión.
En este mundo solo tenemos esta vida. Sepamos hacernos fuentes de agua viva. Matando la sed de los que andan sedientos de respeto, verdad y amor, y limpiando cada una de las heridas de los que fueron despreciados, maltratados, humillados.

El agua busca el agua. Amor busca amor.
¡En una lágrima cabe toda la tristeza… pero también en una lágrima cabe la alegría de una vida entera!

En una lágrima hay una oración y una sonrisa. Una traición vencida por una esperanza de amor que, con certeza, se cumplirá.