sábado, 25 de noviembre de 2017

¿Qué es lo mejor para mí?




Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

Nuestra inteligencia nos hace creer que siempre conseguimos evaluar las posibilidades a nuestra disposición, escogiendo después aquella que consideramos mejor.

Creer que hay sentidos que nos sobrepasan es algo de elemental humildad. ¿Por qué razón tendrían que caber los misterios del mundo en nuestras cabezas?
....
Nos engañamos a nosotros mismos, a veces sin darnos cuenta. Es curioso que no aprendamos a dudar  más de nuestras opiniones respecto a todo lo que nos rodea.

¿Hacemos lo que queremos o debemos?

Muchas veces la voluntad se confunde con los apetitos (impulsos naturales y básicos para la satisfacción casi ciega de necesidades primarias) y con los deseos (pulsiones de componente emotiva y que procuran satisfacer una atracción que no proviene de la razón).

Ser libre no es ser esclavo del deseo, tampoco de los apetitos. Ser libre es saber que no hay otro destino a no ser aquel que nuestras manos determinen. Aceptar los sacrificios de la misión forma parte del heroísmo de luchar por lo mejor.

Querer es aceptar las consecuencias de lo que se quiere.
En ese sentido, el mayor enemigo de cualquiera de nosotros es la mala voluntad.

Por la voluntad vencemos las adversidades. No es la intención donde está la diferencia, sino la decisión y la determinación con que se hacen las obras. ¿La medida de la voluntad? El esfuerzo y la disposición de que se es capaz, en particular la paciencia de afrontar el tiempo en que el bien se demora, sin perder la convicción.

La voluntad está en torno a la raíz del talento. De cualquier talento. Sin voluntad, ningún talento llega a concretarse.

Hay muchas cosas que son independientes a nuestra voluntad y que escapan a nuestro entendimiento. Podemos tratar de encontrarles algún sentido, como si fuesen una voluntad mayor y, tal vez, mejor.

Tendemos a dudar más que a tener fe, a despreciar más que a admirar, a buscar más que a esperar, a pensar más en nuestra satisfacción que en amar. Pero somos libres. Siempre. Incluso delante del amor podemos volver las espaldas e irnos en buena hora.

Entreguémonos a la vida, cumpliendo lo que nos corresponde, aceptando que hay sentidos mayores y mejores que aquellos que somos capaces de concebir.
Quiera yo el mayor bien para mí, aunque no lo comprenda ni sea el más agradable.

Aprenda yo a creer, a admirar, a esperar y a amar.
                                                   Ilustração Carlos Ribeiro

sábado, 18 de noviembre de 2017

El silencio nuestro de cada día


Opinión de José Luís Nunes Martins



Nuestro espíritu debe descansar también. Es fundamental darnos paz a nosotros mismos. Sólo nosotros podemos conceder este don a nuestro corazón. Nunca nos va a llegar desde fuera.

Es esencial que sepamos encontrar y valorar los tiempos para parar, pensar y sosegarnos.

En cada hora un minuto, lleno de paz, sosiego y tranquilidad, será suficiente para que nuestra disposición y humor mejoren y, así, nos podamos disponer a los trabajos que forman parte de nuestro deber.

Que cada día haya un tiempo para cerrar los ojos, sintiendo la vida, agradeciendo las fuerzas y los talentos y saboreando las cosas buenas de la existencia, por más pequeñas que sean o nos puedan parecer.

Cada semana un día, dedicado a pasarlo con aquellos que están o debieran estar más próximos. Escuchando, admirando y cuidando. Compartiendo la alegría y las tristezas del día a día.

Cada año algunos días, hay que hacer un intervalo entre los desasosiegos, volar con el fin de ver bien la línea del camino construido y recorrido, así como para saber cuales serán las opciones en adelante. En verdad, por más que hayamos llegado al punto donde queríamos, eso, no significa que estemos caminando en el sentido correcto.

El silencio no tiene que ser un tiempo de aburrimiento o infelicidad. Muy al contrario, puede ser un punto álgido donde, apartados del tumulto cotidiano, nos podamos encontrar con nosotros mismos y dialogar. Descansar es también estar donde nadie nos vea. ¡A veces, podemos huir ante los ojos de otros, sin que ellos se den cuenta! ¡Ellos están ahí y nosotros... encima de una montaña desde donde se ve el mar!

Hay quien tiene mucho miedo de sí mismo y huye, por todos los medios, de los momentos en que teme oírse, de las ocasiones en que no puede mentir de ninguna forma, de los instantes donde la verdad es evidente.

Nuestro espíritu debe también descansar. Darnos paz a nosotros mismos es fundamental. Sólo nosotros podemos concedernos este don al corazón. Nunca nos va a llegar desde fuera.

La coherencia de vida y la armonía de la existencia se fundamentan en el bien que hacemos. En la forma como nos entregamos. E, si nos podemos entregar mejor, entonces es eso mismo lo que debemos hacer. Sin egoísmo, fingimiento, superficialidad, hipocresía, presunción, arrogancia u orgullo. El silencio y el descanso son esenciales para perfeccionarnos. El esfuerzo constante agota.

La grandeza de mi silencio está en la confianza de que, aquietando mis preguntas, podré cuchar respuestas que no son mías... y la verdad que susurran.

                                                            Ilustración Carlos Ribeiro

http://rr.sapo.pt/artigo/98647/o-silencio-nosso-de-cada-dia

miércoles, 15 de noviembre de 2017

¿Curas casados? II


Pablo Garrido Sánchez

Escasez de sacerdotes

¿La adopción del celibato opcional solucionaría la escasez de sacerdotes? Pretender una solución definitiva a un problema de esas características no es realista. Sería como decir que acabamos con el problema del hambre cuando haya alimentos suficientes. Las cosas son más complejas, porque tenemos una producción de alimentos, ahora mismo, capaz de satisfacer las necesidades de todos los habitantes del planeta, y sin embargo siguen muriendo millones de personas a causa del hambre. De manera parecida ocurriría con la apertura del celibato opcional. Dicho lo anterior resulta obvio que habría más sacerdotes disponibles, en primer lugar porque hay vocaciones jóvenes que darían el paso hacia el sacerdocio si no encontraran la barrera del celibato, y por otro lado, de los más de cien mil sacerdotes dispensados muchos ofreceríamos  nuestro servicio y ayuda de modo totalmente desinteresado.

Es muy probable que no pase mucho tiempo sin que alguna de las cosas aquí comentadas sean una realidad visible dentro de nuestras parroquias. El papa Francisco parece estar dispuesto a valorar las propuestas realizadas, en principio, por las distintas conferencias episcopales. Sabemos que Brasil, el país con más católicos del mundo, tiene una alarmante escasez de sacerdotes y se está tratando el asunto. La misma Conferencia Episcopal de Alemania, en su última reunión plenaria manifestó con crudeza el problema de la escasez de sacerdotes y la necesidad de ponerle remedio, planteando al Papa un proyecto de ordenación de “varones casados”.

El papa Francisco, en el recién concluido Año de la Misericordia, el último viernes en que tenía actos fuera de la agenda oficial, concertó una visita a un domicilio en Roma con tres sacerdotes dispensados de celibato entre los que se encontraba un español. El tono de la nota oficial dando cuenta de la visita distaba mucho de la severidad  de pronunciamientos oficiales anteriores. Este encuentro del papa Francisco con estos sacerdotes dispensados del celibato y sus familia viene a paliar un poco el lenguaje ambiguo oficial, que ha trascendido a los fieles en general . La ambigüedad se manifiesta de modo especial cuando la doctrina oficial, ya desde el Concilio de Trento, que el sacerdote debidamente ordenado nunca será un laico, afirmación doctrinal recogida por el actual Catecismo. El texto es muy claro: “Un sujeto válidamente ordenado puede ciertamente, por justos motivos, ser liberado de las obligaciones y de las funciones vinculadas a la ordenación, o se le puede impedir ejercerlas, pero no puede convertirse de nuevo en laico en sentido estricto, porque el carácter impreso por la ordenación es para siempre. La vocación y la misión recibidas el día de su ordenación, lo marcan de manera permanente” (CIC n. 1583).

 La ambigüedad aparece una vez más cuando el que solicita la dispensa de celibato y la recibe se le hace entender que es una gracia que la Iglesia le concede, pero al mismo tiempo el desarrollo del canon anteriormente citado está por llevar a cabo, impidiendo que se realice lo que la propia Iglesia oficialmente dispone.

El camino que conduce a un sacerdote a pedir la dispensa de celibato, que no la secularización, es un proceso altamente doloroso en la mayoría de los casos, y se realiza por una búsqueda de coherencia, sea una decisión acertada o equivocada; de la misma forma que el que persevera en el don del celibato recibido lo hace por ser fiel al SEÑOR y a su conciencia. La mayor parte de los sacerdotes dispensados han dejado en el ministerio sacerdotal los mejores años de su vida, y por elegir el estado matrimonial, perfectamente compatible con el carisma sacerdotal sufren la marginación oficial. Una Iglesia que pretenda aparecer  con un rostro renovado no puede seguir manteniendo en la indiferencia a más de cien mil sacerdotes en todo el mundo que por las causas que fueren  han pedido la dispensa para casarse cuando los propios apóstoles estaban casados (Cf. 1Cor 9, 5).

Hará muy bien el papa Francisco en atender las propuestas de las distintas conferencias episcopales o de obispos particulares para regular una nueva disciplina en torno al celibato. La íntima relación con el SEÑOR se puede establecer desde una teología del celibato por el Reino de los Cielos, o por el camino de la conyugalidad que es el signo visible del amor de JESUCRISTO a su Iglesia (Cf Ef 5, 31-32) El propio papa Francisco, en la exhortación “La alegría del amor”, trajo a la memoria la cita de uno de los más grandes teólogos del siglo trece, Alejandro de Hales, que afirmaba la superioridad del matrimonio, en cierto sentido, sobre el celibato (Amoris laetitiae,n159).

Breve bibliografía:

Häring Bernhard:”¿Qué sacerdotes para hoy?”, Editorial Ppc 1995.
Lobinger Fritz, cardenal:”El altar vacío” editorial Herder 2015.
Pablo VI: “Sacerdotalis coelibatus”,1967, encíclica.



Papa Francisco: “Amoris Laetitia”, exhortación apostólica postsinodal 2016. 
Sebastián Aguilar Fernando, cardenal:”Memorias con esperanza”, Editorial Encuentro 2016.

lunes, 13 de noviembre de 2017

¿CURAS CASADOS? I



Pablo Garrido Sánchez

La problemática y el debate de curas casados sí, o todos los curas célibes, viene de lejos. El momento en el que de forma terminante se zanjó la cuestión se traslada al Concilio de Trento, pues hasta ese momento, y con grandes dificultades, un buen número del área anglosajona y germana se casaban y tenían hijos un tanto clandestinamente. Cuando el rito del matrimonio se estableció en los términos en los que hoy lo conocemos, entonces casarse se volvió casi imposible para el clérigo, ya que podía terminar en manos de la Inquisición. La Reforma de Lutero exigía la abolición del celibato, sin embargo la Contrarreforma Católica cierra todas las puertas; pero parafraseando al evangelio, en el principio no fue así. El matrimonio de los diáconos, presbíteros y obispos en las tres primeras generaciones de cristianos, es decir, en sus ciento cincuenta años iniciales, es un hecho atestiguado de forma inequívoca en el Nuevo Testamento(Cf Mc 1, 29-31; Hch 21,9; 1Cor 9,5;1Tm 3,1-13; Tt 1,5-9).

Muchas personas podrían pensar que la ley del celibato surgió con la Iglesia, siendo algo desconocido anteriormente en otras culturas, pues no hay tal cosa. La continencia total ya estaba en el mundo pagano antes del Cristianismo. Valgan dos ejemplos: las vestales romanas, que permaneciendo en virginidad hasta los treinta y cinco años debían velar en el templo de Vesta  por la permanencia de la llama sagrada, y el caso de los esenios de Qumran, monjes en estricto celibato con motivo de una pretendida expectativa mesiánica. Desde el concilio de Elvira celebrado en Granada, alrededor del año 304, hasta el concilio de Trento, pasando por la prohibición taxativa de Gregorio VII, en el mil ochenta y cuatro, la situación del matrimonio de los clérigos se mantuvo en tensión continua durante todo ese tiempo, arreciando según el obispo que a cada cual le tocase.

En el capítulo diecinueve de san Mateo, el don de la continencia y el celibato por el Reino de los Cielos está en paralelo con el don del matrimonio, que habría que considerar también por el Reino de los Cielos, dado que es una gracia especial para vivir el matrimonio según el plan primigenio de DIOS. A lo largo de los escritos del Nuevo Testamento encontramos los matrimonios que viven su condición de matrimonio por el Reino de los Cielos, como es el caso de Priscila y Aquila mencionados en diversas ocasiones(Cf Rom 16,3;1Cor 16,19; 2Tim 4,19). San Pablo en su opción por el celibato no le cuesta trabajo admitir que es tan lícito su estilo de vida como el de aquellos otros apóstoles y evangelizadores que van acompañados de sus respectivas mujeres en la misión (Cf. 1Cor 9, 5). El apóstol lo había dicho: “Sobre la vida en continencia no tengo mandato del SEÑOR. (1Cor 7,6,7); pero no se preocupe mi atento lector, que en la actualidad todavía hay predicadores y escritores, que no me atrevo a llamar teólogos, que se inventan interpretaciones sobre textos de la Escritura para justificar de manera inapelable el celibato. El celibato honra a todos aquellos que habiendo recibido el don del mismo lo viven con sencillez y alegría de espíritu.

¿Qué dice el canon 1335?

Estamos al inicio del curso y echamos cuentas de los seminaristas que están en el Seminario Diocesano, y las cuentas no salen: no hay seminaristas para atender  a las jubilaciones y defunciones del clero en activo. Ahora nuestro obispo se está haciendo experto en reclutar sacerdotes de otras diócesis e incluso nacionalidades. Bienvenidos sean todos, pero algunos de los sacerdotes llegados y sus respectivas comunidades van a tener que pasar un periodo intensivo de adaptación por dificultades de idioma. Y con esto quiero traer el ascua a mi sardina, pues naturalmente que si. Si la propia institución fuese coherente con el Derecho Canónico hace tiempo que habría llamado a más de un sacerdote dispensado de celibato a echar una mano en las tareas pastorales con toda normalidad. Esto que digo puede sorprender a la gran mayoría, pero veamos qué dice el canon mil trescientos treinta y cinco, en su único artículo: 
Si la censura prohíbe celebrar los sacramentos o sacramentales, o realizar actos de régimen, la prohibición queda suspendida cuantas veces sea necesario para atender a los fieles en peligro de muerte; y, si la censura latae sententiae no ha sido declarada se suspende también la prohibición cuantas veces un fiel pide un sacramento o sacramental o un acto de régimen; y es lícito pedirlo por cualquier causa justa”.

Cualquiera puede encontrar este canon en Internet y comprobarlo. Tenemos, pues, en el mismo canon dos situaciones que se parecen, pero que son distintas: la primera obedece a una máxima urgencia por la que el fiel cristiano solicita la intervención de un sacerdote dispensado de celibato a realizar un sacramento, confesión, unción e incluso eucaristía; y por otro lado se contempla que una persona o varias ante una causa justificada requieran la intervención del mismo sacerdote dispensado para cubrir las necesidades espirituales de esas personas. Una aclaración: un sacerdote dispensado de celibato, en principio, no está afectado de pena canónica alguna. 

Pensemos por un momento: ¿Cuántas parroquias están desatendidas por ausencia de sacerdotes? Existen diócesis en las que un mismo sacerdote tiene que atender más de cuarenta pueblos, por lo que la frecuencia de misa dominical es mensual en el mejor de los casos. Ante la situación presente, ¿no sería más racional y evangélico ampliar las posibilidades del canon mil trescientos treinta y cinco y que un obispo en su diócesis pueda disponer de la colaboración de sacerdotes casados y dispensados de celibato? Más aún, debería ser posible que un párroco pudiera libremente solicitar la colaboración de los sacerdotes dispensados  que hubiera en su parroquia.

Varones probados”

Si escuchásemos a alguien decir en estos tiempos, “la Iglesia tendrá que ver la posibilidad de ordenar a personas casadas de vida probada, y la ordenación presbiteral de mujeres”. Puede ser que el primer término de la propuesta resulte aceptable y ante la segunda saliesen a relucir bastantes reservas; pues esta doble propuesta está formulada por el obispo emérito y cardenal, Fernando Sebastián, en su libro “Memorias con esperanza”, páginas 253 y 389, comentando la escasez de sacerdotes que tuvo en las diócesis en que fue titular: en la de León, al comienzo de su ordenación como obispo, y en la de Navarra.

¿Sacerdotes casados en activo dentro de la Iglesia Católica? Los que pedimos el celibato opcional dentro de la Iglesia Católica somos los de rito latino, pues en la obediencia al Papa se encuentran algunas iglesias de rito oriental provenientes de la fractura producida en el siglo once. En los tiempos del buen Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, nada favorable al celibato opcional, tenía en el seminario de su diócesis a seminaristas de rito oriental, que cursaban estudios y tenían su novia, con la que habrían de casarse antes de la ordenación presbiteral. Por supuesto, dentro de la Iglesia Católica existen sacerdotes casados ejerciendo su ministerio provenientes de otras confesiones, como la anglicana, además de los que propiamente ostentan la procedencia de ritos orientales.

(continua)

¿Lutero: reformador o revolucionario?

P. Gonçalo Portocarrero de Almada


Si a la mujer del César no le basta ser honesta, pues debe parecerlo, con más razón la Iglesia, esposa de Cristo, debe rechazar los revisionismos históricos.


A propósito de los quinientos años de la 'reforma' protestante, protagonizada por Martín Lutero, en 1517, muchas han sido las iniciativas, también en la Iglesia católica. Después del gran cisma de oriente, que dividió a los cristianos en orientales y latinos al final del primer milenio, la 'reforma' luterana apartó de la Iglesia católica a millones de fieles, sobre todo en Alemania y los países escandinavos. Lutero no solo se separó de la Iglesia romana, sino que también dio origen a numerosas confesiones cristianas, llamadas reformadas o protestantes.

Martín Lutero, que tradicionalmente fue tenido, por la Iglesia católica, como el heresiarca responsable de la separación de los cristianos que, siguiéndolo, abandonaron Roma, es ahora considerado por algunos católicos como alguien providencial, como si hubiese sido el instrumento del Espíritu Santo para la reforma de la Iglesia católica. Así lo dio a entender el secretario general de la Conferencia Episcopal italiana, Nuncio Galantino, cuando, en octubre pasado, en la romana Universidad Lateranense, afirmó que “la reforma iniciada, hace quinientos años, por Martín Lutero, fue un acontecimiento del Espíritu Santo”.

Es verdad que todos los acontecimientos, también los negativos, son de algún modo consentidos por el Espíritu Santo, como expresamente afirma San Pablo, cuando dice que todas las cosas contribuyen al bien de aquellos que Dios ama (cf. Rm 8, 28). El creador escribe derecho con lineas torcidas, pero no se puede imputar a la providencia divina los pecados y miserias humanas. Gracias a pasión y muerte de Jesucristo, se dio la redención de la humanidad, pero es obvio que tal efecto sobrenatural no absuelve a los verdugos del Redentor: Judas Iscariote, el Sanedrín, Poncio Pilato, etc. Lo mismo puede decirse, mutatis mutandis,de la 'reforma' luterana: aunque haya sido la ocasión propicia para un posterior esclarecimiento, por el Concilio de Trento, de algunos aspectos dela doctrina católica, no se pueden ignorar los efectos catastróficos del cisma provocado por Lutero.

El cardenal Gerhard Müller se opone a este revisionismo histórico, en un artículo ahora publicado en 'La Nuova Bussola Quotidiana'. Para este prelado, la 'reforma' luterana “tuvo un efecto contrario a la voluntad de Dios”: desde el punto de vista de la doctrina católica, dicha 'reforma' luterana no fue tal, “sino una auténtica revolución de la doctrina de la Iglesia”.
Es verdad que muchos historiadores tienden a justificar a Martín Lutero, porque luchó contra el abuso de las indulgencia y denunció las malas costumbres que entonces se vivían en la corte pontificia. Pero, como aclara el Cardenal Müller, “abusos y comportamientos indignos hubo siempre en la Iglesia y también los hay hoy. Somos una Iglesia que es santa por la gracia de Dios y por los sacramentos, pero todos los hombres de la Iglesia son pecadores y, por eso, todos necesitan del perdón, de la contrición y dela penitencia”. Si Lutero se hubiese limitado a predicar la reforma moral, o a censurar los vicios de algunos de los cristianos de su tiempo, habría sido, por eso, un venerable reformador, como nuestro beato Fray Bartolillo de los Mártires, arzobispo de Braga y figura importante del concilio de Rento. Desgraciadamente, Lutero quiso emprender un cambio radical de la doctrina cristiana, alterando sustancialmente el modo como, hace más de mil quinientos años, se creía y viví la fe cristiana, dando así origen a una experiencia religiosa inédita, divergente de la tradición eclesial.

A propósito de ‘De captivitate Babylonica ecclesiae’, que Martín Lutero escribió en 1520, Gerhard Müller dice: “es absolutamente claro que Lutero abandonó todos los principios de la fe católica en relación a la Sagrada Escritura, a la Tradición apostólica, al magisterio del papa, a los concilios y al episcopado. Se opone [...]a la noción católica del sacramento, como señal eficaz de la gracia contenida en él, sustituyendo la eficacia objetiva de los sacramentos por una fe subjetiva”.


Por todo esto -escribió aún el cardenal Müller- no podemos aceptar que la reforma de Lutero pueda ser tenida como una reforma de la Iglesia, en sentido católico. Una reforma católica es una reforma de la fe vivida en gracia, una renovación moral y ética, una renovación espiritual y moral de los cristianos; pero no la fundación de una nueva Iglesia. Por tanto, es inaceptable afirmar que la reforma de Lutero 'fue una reforma del Espíritu Santo'. Por el contrario, fue contra el Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo es quien garantiza la continuidad de la Iglesia por medio de su magisterio, sobre todo el petrino: Jesús fundó su Iglesia únicamente sobre Pedro (Mt 16,18), 'la Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad' (Itm 3,15)”.

No se piense, con todo, que esta intervención del cardenal Müller se opone al movimiento ecuménico, tan fuertemente incentivado por el Concilio Vaticano II y por todos los papas del post concilio, especialmente el Papa Francisco. “Ciertamente -se reconoce en este artículo- pasaron quinientos años y no es hora de fomentar polémicas sino de buscar la reconciliación, aunque no a costa de la verdad. […] Si, por un lado se debe reconocer la acción del espíritu Santo en los cristianos no católicos que personalmente con cometieron el pecado de la separación de la Iglesia, por otro no se puede cambiar la historia sobre lo que aconteció hace 500 años. Una cosa es tener el deseo de mantener buenas relaciones con los actuales cristianos no católicos […], pero otra muy diferente es la incomprensión o falsificación de lo que aconteció hace 500 años y de su efecto desastroso, contrario a la voluntad de Dios”, la cual es, obviamente, la unidad eclesial ( cf. Jn 17, 21).

A su vez, D. Manuel Clemente, Cardenal Patriarca de Lisboa y presidente de la Conferencia episcopal Portuguesa, considera a Lutero como “una gran fuente de inspiración”, porque “procuraba volver a las fuentes bíblicas directamente”. Aunque no pretendiese provocar una ruptura en la Iglesia, la verdad es que fue responsable del cisma que, desde entonces, divide a los cristianos y que, desgraciadamente, aún no fue superado.

Cristo quiere la unidad de todos los que creen en él, pero en la verdad. Escamotear la historia, incluso aunque sea con un loable propósito ecuménico, no es aceptable. San Pablo exhortaba a los primeros cristianos a la práctica de la caridad en la verdad (Cf. Ef 4, 15). Si a la mujer del César no le basta con ser honesta, ya que debe también parecerlo, con mayor razón la iglesia, esposa de Cristo, debe rechazar los revisionismos históricos, no solo por ser contrarios a la verdad, sino también porque van contra la tan deseada unidad de los cristianos.

http://observador.pt/opiniao/lutero-reformador-ou-revolucionario/

sábado, 11 de noviembre de 2017

El amor es una brisa


Opinión de José Luís Nunes Martins




En un juego de equilibrios, los que se aman se fortalecen por medio de lo que tienen en común y se fortalecen, de la misma forma, en lo que tienen de diferente, aunque complementario. En lo demás se perdonan.

Agrada, y viene de lejos besar el rostro de los que nos esperan, abrazarlos, envolverlos y elevarlos tan alto como las estrellas.

Alianza íntima de toda la vida, une dos existencias con un compromiso que, como un viento, va de un corazón a otro.

Invisible, se conoce solo por aquello que hace. Una brisa, sublime.

En un juego de equilibrios, los que se aman se fortalecen a través de lo que tienen en común y sefortalecen, de la misma forma, en lo que tienen de diferente, aunque complementario. En lo demás, se perdonan.

No podemos dejarnos llevar por las tempestades, a un lugar que ni ellas mismas saben cual es. Prueban nuestros propósitos y la firmeza con que creemos en ellos. La fuerza del perdón es capaz de calmar un huracán.

La eterna esperanza es la raíz de nuestro ser. La promesa de la felicidad ya es razón suficiente para una alegría verdadera y concreta, que nos hace crecer en las virtudes que nos permitirán alcanzar la paz de la sonriza de quien navega los mares del infinito.

La diferencia entre el viento y el amor es que el viento es ajeno a la voluntad humana, por más brillante y animado que sea.

Amar no es ser amado. La reciprocidad puede darse en algunos casos. El amor no es, en absoluto, personal, no dependiendo de cosa alguna.

Así como el viento es capaz de mover las arenas del desierto, del mismo modo el soplo del amor libera al hombre de la peor de las ventiscas: el egoísmo.

La intensidad regular es esencial... ni de más ni de menos. La constancia también... aunque puede comportar algunos fallos. La dirección es más importante, pues cuando no va de mí hacia el otro... no es amor.
Ilustración Carlos Ribeiro

http://rr.sapo.pt/artigo/98021/o-amor-e-uma-brisa

martes, 7 de noviembre de 2017

Ser español en España

(Acabo de despertarme de un sueño y no consigo desprenderme de la frase con la que me he despertado en los labios: 'a las personas se les conoce en las malas', tantas vueltas doy en mi cabeza a la situación que vivimos, que en seguida me vinieron otras ideas para llenar de contenido la frase. Ahí dejo este desahogo nocturno.)

Ser español en España

A las personas se les conoce, en las malas.
Así, en en esta hora trágica de nuestra Patria, España,
vemos como sus enemigos triunfan y se burlan de ella,
atacan incansables a los encargados por el pueblo de defenderla,
mientras que estos actúan cobardemente, traidoramente:
callan, amagan, hacen como que son fuertes,
e imploran al sentido común de quien ha renunciado a él por egoísmo,
pretendiendo con ello 'hacer juticia', donde cometen trición.
No les importan en cambio los patriotas, que día a día, hora tras hora,
soportan con paciencia la traición y las bravatas, los insultos,
el desprecio más encarnizado y cainita de sus enemigos,
y peor ún, el abandono y las traiciones de quien está obligado a defenderlos.
Una voz convocó entonces a los españoles, abandonados de todos,
a la mayoría silenciosa y del sentido cómún,
la cual respondió como en un dos de mayo, aunque era ya otoño,
y parecía que fuera también el otoño de una vieja nación.
Pero allí acudieron de todas partes, a Barcelona, a taponar la hemorragia
por la que se desangra la Patria, generosa con todos, noble y acogedora.
'Españoles, la patria está en peligro',
los que de ella se aprovechan ni a nombrarla se atreven: ¡España!,
porque la temen,
sus enemigos interiores por haberla triacionado vilmente,
ofensivamente, injustamente,
los que el pueblo escogió como sus defensores y administradores,
porque con su cobardía la han dejado a su suerte,
y han permitido que florecan sobre sus cimientos milenarios
la incultura y el egoísmo, plantas que solo pueden dar un único fruto abundante:
la ignorancia más descarada, atroz y destructiva, que jamás se haya visto.
En sus diecisiete autonomías,
en todas, se compite a ver quien es más enemiga,
a ver quien burla mejor la Constitución,
a ver quien saca más beneficio,
en vez de esforzarse en demostrar quien es más agradecida,
noble y servicial,
para que el progreso continue y haya futuro,
todos sus hijos tengan trabajo, vivan mejor que sus padres,
y así nadie tenga que avergonzarse de ser español en España.

sábado, 4 de noviembre de 2017

Quo vadis, Catalunha?

P. Gonçalo Portocarrero de Almada



Todos los pueblos pueden aspirar a la independencia, pero no a cualquier precio, ni por métodos contrarios a la legalidad democrática.

España es un estado plurinacional y, por eso, no siempre fue pacífica la integración de sus diversas nacionalidades. Pero la unidad prevaleció, primero por fuerza del régimen franquista y después por virtud de la Constitución democrática, que refundó el nuevo estado español: una monarquía constitucional y unitaria, con varias regiones autónomas. Que el jefe de Estado sea un rey, que es heredero de los que fueran de Castilla, León, Aragón, Navarra y Galicia, así como de los Condes de Barcelona y de los señores de Vizcaya, parece ser una solución razonable. También Bélgica, que es un país de grandes contrastes, tiene en la corona el principal garante de su unidad nacional. Aunque se deba a Franco la atípica restauración monárquica española, que contravino las leyes dinásticas, la Constitución ahora vigente fue ampliamente legitimada por el voto popular, que la aprobó por amplia mayoría del 87,78 % de los electores.

Que una región española, como es Cataluña, venga ahora (¿con qué propósito?) a reivindicar la independencia es, por lo menos, insólito, en términos históricos. Por eso, a pesar de una cierta autonomía del condado medieval de Barcelona, Cataluña nunca fue un Estado independiente, como tampoco lo fue el País Vasco. Que antiguos reinos pretendan la independencia, tiene sentido históricamente, en la medida en que lo hubieran sido antes de la constitución del Estado Español, por el casamiento de los Reyes Católicos, pero parece descabellado que regiones que nunca fueron independientes, quieran serlo ahora.

Al contrario que España, Portugal es un Estado nación, que nunca estuvo integrado en la monarquía española, por lo que es falso que alguna vez se haya separado. Cuando el condado portugués se hizo independiente, no se separó de España, que en esa fecha aún no existía como estado, sino de León, de cuyo rey el conde D. Enrique era vasallo. Durante la dominación de Felipe II, Portugal era jurídicamente un Estado independiente, aunque el Rey de España también lo fuera de Portugal: la unión personal no implica la pérdida formal de la independencia nacional. También la reina de Gran Bretaña es soberana de Canadá y de Australia, sin que estos países, que son Estados soberanos, sean colonias británicas.

Ninguna razón histórica, o política, parece fundamentar la creación, 'ex novo', de un Estado catalán, ni justifica la actitud de los independentistas contra la Constitución democrática española y contra el Estatuto de autonomía catalán, aprobado por el 88,14% de los catalanes, en referéndum el 25-10-1979. Como mucho, las fuerzas pro independencia podrían promover una revisión constitucional, que permitiese la evolución de España hacia un Estado federal y hasta admitiese, en caso extremo, la secesión de alguna de sus regiones. Todos los pueblos pueden aspirar a la independencia, pero no a cualquier precio, ni por métodos contrarios a la legalidad democrática: no es admisible el recurso a la violencia, ni es razonable que una declaración unilateral de independencia ponga en riesgo la paz y la estabilidad de Cataluña y de las restantes regiones españolas.

Que se sepa, no existen razones humanitarias que legitimen esta extemporánea pretensión independentista. ¿¡Son los catalanes una minoría oprimida por el Estado español!? No parece, pues gozan de una amplia autonomía, que les permite tener un parlamento y un gobierno propios. ¿¡Son explotados por otras regiones españolas!? No consta, porque antes de precipitarse esta grave crisis política, que ya comienza atener efectos muy negativos en su economía, era una de las autonomías más desarrolladas. Pero en España, como en cualquier otro país y también en la Unión Europea, es justo que las regiones más ricas contribuyan al progreso de as menos favorecidas. ¿¡Se margina su cultura!? Al contrario, pues en todo su territorio se habla y se enseña el catalán, en detrimento incluso del castellano. ¿¡Están excluidos los catalanes de los cargos públicos¡? De ningún modo, pues los cargos en la administración pública catalana están ocupados, en general, por naturales de la región autónoma. Por otro lado, Cataluña tiene hasta sus propias fuerzas de seguridad, los Mossos d'Esquadra.

Por último, ¡¿qué les falta o qué más quieren?! ¡¿Participar, como nación, en los torneos de fútbol?! ¡¿No tener que ondear la bandera española, junto a la catalana?! ¿¡Pero estas aspiraciones valen tan grave confrontación social y recesión económica, como la que la actuación de los independentistas ya está provocando?!

No deja de ser paradójico, sino también contradictorio, que los independentistas catalanes quieran dejar de ser españoles, sino que quieran dejar de ser europeos. En cierto modo, España es una especie de 'unión europea': esa fue su génesis histórica y es además su realidad política, porque es un conjunto de varias nacionalidades unidas en una estructura supranacional. ¡¿Si no quieren ser españoles, para no tener que subvencionar a los andaluces, como se dice, como hipotético nuevo miembro de la Unión Europea, Cataluña aceptará contribuir al desarrollo de naciones europeas necesitadas?!

A la Iglesia no le compete estar a favor o en contra de la independencia de Cataluña, porque esta es, obviamente, una cuestión opinable. Pero debe estar siempre por la concordia y por la paz, como dijeron el papa Francisco y los obispos españoles, en la nota del 27 -9-2017 de la Comisión Permanente de la respectiva Conferencia episcopal. El independentismo catalán puede ser una justa aspiración, pero puede no serlo, si fuera expresión de orgullo y de falta de solidaridad de algunos catalanes, que amenazan la paz y la prosperidad de la propia Cataluña y de las restantes regiones españolas. El egoísmo de los pueblos -recuérdese el nacional socialismo alemán- no es virtuoso: la doctrina social de la Iglesia siempre alabó el patriotismo, pero siempre condenó el nacionalismo, como expresión que es del orgullo nacional.

El rey protestante Enrique IV de Navarra se tuvo que convertir al catolicismo, para acceder al cristianísimo trono francés. A él se atribuye la famosa frase: ?'¡París bien vale una misa!' También Cataluña bien vale una misa, aunque una misa valga mucho más que París, o Cataluña. Es necesario que todos los catalanes, cualquiera que sea su ideología, renuncien a la violencia, de hecho o verbal, y se empeñen en hacer de su convivencia una 'misa', o sea, una experiencia de comunión. ¡Si no fuera así, la misa será de requiem... por Cataluña!

http://observador.pt/opiniao/quo-vadis-catalunha/

¡Ten paciencia contigo!

Opinión de José Luís Nunes Martins


Cada uno de nosotros debe analizarse, de forma delicada y bondadosa. Comprendiendo que la existencia no está comuesta solo de buenos momentos, y que la alegría y la paz dependen mucho más de nuestro corazón que de las circunstancias en que vivimos.

Por más información que se tenga, eso no significa que se obtenga conocimiento, de la misma forma que muchos conocimientos no significan sabiduría.

La sabiduría es la ponderación y discernimiento de saber qué hacer, y qué evitar, en qué tiempo y en qué modo. Se adquiere por medio de una reflexión profunda y pausada sobre la existencia, mediante la cual se va consiguiendo identificar lo esencial por detrás de las apariencias.

Cuanto más sabios nos volvemos menos cosas necesitamos. Una renuncia a lo superficial con que tantas veces intentamos llenar los vacíos que sentimos en nosotros mismos.
Hay silencios buenos, aquellos en que con paciencia esperamos las respuestas; y los otros, aún mejores, en los que las encontramos...

Trabajar más no significa alcanzar mejores resultados, sino hacerlo bien, eso sí, aumenta la calidad de los frutos.

La vida vacila, en constante desequilibrio, en todos cuantos se creen solo con derecho a exigir, pero se yergue y eleva en aquellos que reconocen sus obligaciones para consigo mismo y con los demás, sin condiciones. Admirando y agradeciendo esta libertad y esta responsabilidad.

Cada uno de nosotros debe analizarse, de forma delicada y bondadosa. Comprendiendo que la existencia no está compuesta solo de buenos momentos, y que la alegría y la paz dependen mucho más de nuestro corazón que de las circunstancias en que vivimos.

Más que saber hacer, lo importante es que nos empeñemos en saber vivir. De manera tranquila y gradual.

Hay una melodía en cada día. La vida es una grandiosa sinfonía que debemos ir componiendo, interpretando y perfeccionando. No importa tanto como comienza sino si nos está (o no) llevando a donde queremos ir.

Ilustración Carlos Ribeiro

http://rr.sapo.pt/artigo/97407/tem-paciencia-contigo