martes, 27 de noviembre de 2012

Uno no entiende qué pasa




A veces da miedo haberse ofrecido a ayudar a alguien, cuando te quieres dar cuenta son demasiados los que te  requieren para cualquier necesidad, y entonces, se ve uno tan impotente, tan incapaz, y sin embargo, sólo por escuchar recibes tal cantidad de agradecimiento que abruma la mayor parte de las veces.

Entonces uno no entiende qué pasa, no sabes qué hacer, tampoco te puedes retirar, deseas la tranquilidad, dedicarte a tus cosas, pero sigues sin decir no, y enlazas con una nueva demanda sin darte cuenta, y ya no deseas tiempo para ti  y no tener preocupaciones personales, lo único que deseas es seguir escuchando, visitando, pasando un rato con alguien que requiere  una palabra, unos oídos atentos a sus palabras que claman por algo que les aflige o huyendo de las soledad y la nada que los quiere atrapar.

Hay días que deseas dejarlo todo, agobiado por tus propios problemas, piensas que no vale la pena el esfuerzo, o que quizá estabas equivocado; en un instante cambia tu percepción de las cosas, un pequeño empujón y te disipa tus dudas, te pones en marcha y acudes a la nueva demanda como si nada hubiera pasado.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Respetemos la vida como un don, y conservémosla agradecidos


Hoy voy a tratar de otro asunto, aunque tiene una conexión directa con el contenido y la finalidad de este blog, el asunto de hoy es la defensa de la vida desde su nacimiento, venga como venga, y yo creo que tiene mucho que ver con este blog ya que  en un caso pedimos que el vientre de la madre sea una casa acogedora para toda criatura, y en el segundo pedimos un hogar en el que vivir y morir dignamente.

Esta mañana he estado pidiendo firmas para que el gobierno derogue la ley del aborto y a cambio ofrezca a las futuras madres todas las  garantías  a su alcance para que den a luz felizmente. No hace mucho que me hice voluntario de la “Plataforma Aborto 0,” y la verdad es que ha sido una experiencia interesante, hemos creado un grupo de manera totalmente espontánea, bastó que alguien nos hiciera una llamada para ponernos en marcha y darle a otras muchas personas generosas la oportunidad de manifestarse por la vida, sin restricciones, sin prejuicios, sin miedos.Lo único que me preocupaba era tener tiempo y fuerzas para implicarme en las actividades de un grupo tan importante; la verdad es que los compañeros me lo han hecho fácil.

“¿Ya ha firmado usted contra el aborto?”, “Estoy pidiendo firmas para pedirle al gobierno…” así “asaltamos” a las personas para que tomen una decisión instantánea…pues no se crean…dudan la mayoría si quieren defender la vida siempre, o no; son padres, abuelos, tíos, primos…anteponen a la hija,  esposa, la prima o la nieta a la criatura que lucha por vivir y nacer a expensas de su madre, ¿no sería mejor apoyar a esta mujer, sola ante una disyuntiva inexcusable y apremiante?

Y se da este otro caso que refleja lo enferma que está esta sociedad, lo desasistidas que están intelectual y moralmente muchas personas, incapaces de adoptar una decisión firme en la defensa de la vida, porque nos han hecho creer que la mujer tiene derecho a decidir si su hijo debe vivir o no, como si ella tuviera el control de la vida y conociera lo que va a ocurrir en el futuro. Es un ejemplo más de la huida ante las dificultades, de una sociedad cobarde pero cómoda y egoísta. Se ha dado el caso de personas que no quieren firmar o apoyar el “movimiento por la vida” por temor a no encontrar trabajo o que les pongan dificultades si lo tienen.

Entre las personas que “asalté” esta mañana estaba un matrimonio, dos personas extraordinarias con su niño, muy alegre; extraordinarias porque a pesar de no firmar contra el aborto estuvimos conversando al menos veinte minutos, civilizadamente, tanto que me sorprendió la gratitud de la mujer al despedirse dándome un par de besos. Estaban de acuerdo conmigo en la barbaridad que supone el aborto, pero, ella trabaja en un servicio público y “ha tenido” que aconsejar o apoyar a mujeres que han querido abortar. Yo le insinué el recurso de la adopción, pero ellos criticaron duramente la ley de adopción porque sólo permite adoptar niños con problemas o taras, hasta el punto que ellos decidieron recurrir a la fecundación in Vitro, porque no podían tener hijos. Y créanme, el niño es hermosísimo, y tan alegre que era la expresión de la felicidad.

Los padres son dos personas juiciosas, que son conscientes de las contradicciones de esta sociedad y de la manipulación a que está sometida, definieron literalmente esta sociedad como una  “dictadura democrática”, ¿cabe mayor contradicción? Aún hay esperanza, merece la pena seguir dando a la gente responsable la oportunidad de expresar su opinión,  ser cauce de un río cada vez más caudaloso, capaz de fertilizar un terreno tan pedregoso, escabroso y baldío como es la sociedad que están queriendo construir unos constructores mal intencionados y enemigos de Dios y de la humanidad.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Una mañana de emociones



Esta mañana estaba la oficina llena de transeúntes, el frío repentino ha empujado a muchos a buscar refugio en el hogar. Hoy tenía yo otra misión y estuve menos tiempo, el suficiente para disfrutar de tres escenas conmovedoras que no quiero dejar pasar para que no caigan en el olvido, devoradas por el vértigo de acontecimientos que provoca la crisis diariamente.

Nuestro amigo D., que lleva ya una temporada entre nosotros, aunque añora el clima de Canarias, estaba esta mañana en su puesto, aterido de frío,  pidiendo unas monedas, solo las suficientes para comprar algo de comer.

Yo llegué a la oficina y, como he dicho, estaba llena; aún así entró F. con su silla de ruedas y traía una cara como jamás le había visto, feliz, radiante, de manera que parecía que volaba , y como no acertaba a hablar le pregunto qué pasa, qué buena noticia traes, suéltala ya, y contesta emocionado: “ya tengo la pantalla, además grande”; quién te la ha dado, le pregunto, y me dice que se la han proporcionado en “Madre Coraje”. Esta pantalla significa mucho para F., significa que ya está a punto de poner en marcha el mecanismo que le hacía falta para ganarse la vida, e incluso piensa en llegar a obtener beneficios para ayudar a otros.

Por fin, llevamos meses tratando de conseguir un ordenador para que F. desarrolle sus capacidades de informático, él tiene una prisa enorme porque dice, con toda naturalidad, que como está en fase terminal teme quedar totalmente incapacitado antes de procurarse algunas mejoras o comodidades en su vida. Hacía después balance de sus últimos meses: seis durmiendo en un cajero, seis en un piso caro y malo, y tres con una compañía aceptable, y aquí viene la segunda emoción de la mañana.

Cuando ya nos hemos repuesto un poco de la primera me regala la segunda emoción: mirándome con esa mirada que pone cuando está en su mejor momento me dice. “¿le llevas un café a D., que hace mucho frío?”…Esto ya me desborda, de las quejas continuas han pasado en poco tiempo a esta amistad y esta familiaridad incluso. Por supuesto que no hizo falta que me lo pidiera dos veces.

Cuando llegué con el café al puesto de D. lo encuentro acurrucado por el frío, pero no sólo, tiene los ojos húmedos y me mira y me dice con la voz entrecortada:”estoy llorando de emoción. Acaba de pasar un chico joven y me ha dado esta braga - señalando el cuello bien abrigadito-, se lo ha quitado él, que la llevaba puesta y me la ha dado. Y ahora me traes el café…”; era lo que le faltaba hoy a D.”

F. siempre se despide con un “Que Dios te bendiga”, y cualquier favor que recibe lo toma por una bendición, por eso la mejor manera de terminar hoy el relato es: “bendito sea Dios”.

domingo, 11 de noviembre de 2012

TENDIENDO PUENTES.


Los puentes son unas estructuras fascinantes. Con apariencia a menudo de estar colgados en medio del aire, se lanzan por encima del agua abierta, enlazando dos riberas con un nudo de carretera. 

Construir puentes es una ocupación difícil y peligrosa. Requiere nervios firmes, pies seguros y mucha fe. Tal vez por eso la construcción de los puentes se utilice como metáfora de la reconciliación. Cuando la gente está fuertemente enfrentada entre sí, se requieren nervios firmes, pies seguros y mucha fe para intentar de nuevo la reunión. 
Por peligrosa que sea la ocupación de constructor de puentes, aún más peligroso es dejar sin tender un puente sobre un abismo de ira. Aunque la ira se considera frecuentemente como algo ardiente, es más como un río desbordado: Fría, implacable e incapaz de perdón. Cualquier cosa que se aproxima a sus orillas es arrastrada por su corriente, que todo lo consume. Dado que la ira discurre rápida y en profundidad, a menudo el único modo de sortearla es pasar por encima de ella; lanzando un nudo de perdón de una ribera a la otra: Alzar un puente. 
Dejo estas preguntas para que nos sirvan de reflexión: ¿Necesito construir un puente en mi vida? ¿Qué necesito para iniciar la construcción?  

domingo, 4 de noviembre de 2012

¡Apoto!

( Como esta semana no tengo nada que ofrecer, a venido a mi memoria un gran artículo de un buen amigo, aunque algunos ya lo conozcan, pero merece la pena, y a ver si a sí conseguimos que nos regale otras colaboraciones )


Probablemente no se escriba así, pero “¡apoto, apoto!” es lo que nos decían los niños de Sierra Leona cuando nos veían andar por Makeni, con nuestra piel blanca y nuestros aires un poco de despistados. Viene a significar algo así como “extranjero blanco”, y nos lo decían a voz en grito según paseábamos por las calles, mientras nos mostraban sus brillantes dentaduras sobre el negro de la p
iel, con una sonrisa interminable, espontánea y alegre que producía un fuerte contraste con la pobreza en la que viven. Fue un sonido constante durante los veintiún días que estuvimos en el país.

Sin embargo, pasada la primera semana de nuestra estancia allí, y una vez que la cabeza y el espíritu ya se habían acostumbrado a la nueva rutina, pude observar que hay otra palabra que los niños y jóvenes sierraleoneses gritan con más alegría aún cuando ven a algunas personas de raza blanca. Esa palabra es “father”, y la utilizan para referirse o para dirigirse a los misioneros que trabajan en el país.

Es posible que mi cariño hacia los misioneros y su trabajo no me dejen ser imparcial, y que sin quererlo me esté dejando llevar por un cierto sentimentalismo derivado de haber podido compartir con ellos una parte de su tiempo durante este verano. Reconozco que esto puede ser así. Pero la realidad es que –y esto lo pudimos experimentar in situ- cuando tuvimos la oportunidad de acompañarles a celebrar misas en aldeas y villorrios diseminados alrededor de las carreteras llenas de baches, o a lo largo de caminos de barro rojo, pudimos ver cómo la gente les saludaba. Los mayores levantaban los brazos y movían las manos mientras los ojos se les iluminaban; los niños salían corriendo gritando y riendo detrás del automóvil conducido por el father. En algunos colegios pudimos ver cómo los pequeños rodeaban a los misioneros para saludarles, sonreírles y tocarles. Por extensión, todas esas sonrisas y saludos también nos tocaban a nosotros, y a mi me daba un poco de vergüenza porque sentía que no nos merecíamos semejante recibimiento. Pero claro, esta es nuestra mentalidad, la que tenemos en Occidente. Allí en Makeni los saludos, sonrisas y demostraciones de afectos son gratuitos, aunque los dirigidos a los misioneros son especiales, tienen algo distinto, son más parecidos a cuando los niños saludan a los padres…

…Poco a poco empecé a atar cabos…

…Nos enteramos de que en Sierra Leona, país mayoritariamente musulmán, y bien conocido por su pobreza, los misioneros católicos son responsables y promotores de la mayor parte de los colegios, colegios en los cuales se dan clases a todos los niños posibles.

Nos enteramos de que muchos misioneros –sacerdotes, religiosas y religiosos- sufrieron grandes privaciones, secuestros e incluso el martirio durante la guerra civil que asoló el país en la década de los noventa. Algunos de ellos nos lo explicaron de primera mano. Otros ya no pueden contarlo, pero ahí están los libros y la memoria de todos los que les acompañaron.

Nos enteramos de que misioneros católicos se encargaron de la rehabilitación de cientos y cientos de niños soldados. Tuvieron ayuda de instituciones internacionales, pero ellos fueron los responsables últimos, los más volcados y dedicados a esta obra.

Nos enteramos de que durante la guerra hubo un momento en que los combates llegaron a Freetown, la capital, y que entonces los funcionarios internacionales y responsables de las ONG abandonaron el país. Como probablemente hubiéramos hecho cualquiera de nosotros. Pero muchos misioneros se quedaron con los niños soldados, con los colegios, con las misiones. Y con su miedo e intranquilidad metidos dentro del cuerpo, pero ofrecidos en la Cruz del amor.

Nos enteramos de que la corrupción es un gran problema en el Gobierno del país, así como en la gestión de la ayuda internacional y en la negociación con las empresas que vienen de fuera a explotar sus recursos naturales. Pero también pudimos ver cómo la ayuda que con motivo de nuestro viaje conseguimos en España para los misioneros llegaba directamente a ellos y a sus misiones, y constatamos que esto es lo habitual.

Aprendimos que el tiro de un rifle te puede quitar la vida, pero nunca la libertad ni el Alma, ni la dignidad, ni el ser hijo de Dios. Lo aprendimos porque así nos lo contó un misionero javeriano, que a su vez se lo explicó a un rebelde que le encañonaba y amenazaba con un arma.

La gente de Sierra Leona no suele hablar de sus sentimientos, porque no es parte de su cultura. Pero aprendimos que los niños soldados despertaban de noche con pesadillas, y que en la oscuridad hablaban y se desahogaban con los misioneros, a los que contaban historias que no aparecen ni en las películas más terroríficas. Supimos que los niños se sorprendían de que Dios perdonase, y de que hubiera hombres que se mostraban comprensivos con lo que les había pasado y con el mal que a través de ellos se había producido.

Supimos que ya nunca aparecerá el cuerpo de una de las cuatro Misioneras de la Caridad que murieron durante la guerra víctimas de la violencia, entre otras cosas porque quedó irreconocible.

Estuvimos con misioneras de San José de Cluny, alguna de las cuales llevaba en el país cuarenta años, y que, entre otras cosas, dirigen en Makeny un colegio de oficios para sordomudos. ¿Os imagináis cómo puede llegar a ser la vida de un sordomudo en un país tan pobre?.

Compartimos una merienda con un Agustino Recoleto que tiene en Facebook una campaña para cambiar móviles usados por vacas….¡¡y vimos las vacas!!.

Supimos que todos ellos -Javerianos, Misioneras de la Caridad, Josefinos, Hermanas de San José de Cluny, Agustinos y tantos otros- hablan a los niños y a los mayores del perdón de Dios, del Evangelio de Jesucristo, del amor entre los hombres y de los sacramentos, pero que ayudaron, ayudan y ayudarán a todo el mundo por igual, sin distinción de sexo, raza o religión.

…Y claro, ¿de qué me puedo sorprender cuando veo a los niños salir corriendo detrás de los misioneros en Sierra Leona?.