sábado, 24 de febrero de 2018

¿Qué historia nos contamos a nosotros mismos?




Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


El sentido de la vida pasa por la capacidad que tengamos de aproximarnos a la verdad.

Si la vida nos ha dado o da alegrías, depende mucho de cómo la interpretamos. Las contrariedades pueden ser vitas como castigos o como desafíos.

Los episodios tristes de nuestro pasado pueden suponer tanto un peso que tenemos que cargar, como tener el valor de habernos enseñado, a costa de un gran sacrificio, mucho sobre nosotros, sobre los otros y sobre el mundo en que vivimos.

Los sueños pasan a ser pesadillas cuando los juzgamos imposibles, del mimo modo que comienzan a tornarse reales así que creemos en ellos, hasta el punto de comenzar a construir  el camino para su concreción.

El sentido de la vida pasa por la capacidad que tengamos de aproximarnos a la verdad.

En los silencios de la vida podemos escucharnos. Muchos huyen del fondo de sí mismos, escapan de la propia consciencia, tratan de esconder el susurro de la verdad, sobreponiéndole ruidos, más o menos ruidosos, más o menos melodiosos, de todos los tipos, pero siempre vacíos.

Si nuestra vida es un infierno sin fin o un camino al paraíso que se debe merecer, es una perspectiva personal, una opción individual.

Si me fijo en todos los problemas del mundo y me siento abatido  bajo su peso, o si me enfrento uno a uno, como si fuese lo único antes de combatir el próximo, es una elección mía. Solo mía.

¿Recuerdo las derrotas o las victorias? ¿Aprendo o solo revivo esos momentos a veces sin darme cuenta?

¿En quién creo? ¿Quiénes son mis referentes? ¿Quién permito que me enseñe?

¿Valoro a quien me valora por lo que soy? ¿Y a quien me critica?

¿Qué decido hacer después de constatar que la felicidad no está donde creía que la iba a encontrar? ¿Aprendo con eso? ¿En qué cambio? ¿Cambio yo?

Yo soy el que hago que sea. Me cumple escoger cómo debe ser  vivida mi historia y leída mi vida.

¿Al final, qué quiero yo?

¿Ser o tener?

¿Dar o recibir?

¿Ser generoso o egoísta?

                                                         Ilustração de Carlos Ribeiro

http://rr.sapo.pt/artigo/106504/que-historias-contamos-a-nos-mesmos

sábado, 17 de febrero de 2018

LA ADORACIÓN (Quinta parte)


Pablo Garrido Sánchez



La adoración cristiana es trinitaria


Adoramos al PADRE por el HIJO en el ESPÍRITU SANTO (Concilio Vaticano II, Optatam totius n. 8). Esta fuente divina nos distingue de las otras dos religiones monoteístas, con las que coincidimos en dicho monoteísmo, pero no en la concepción de DIOS en sí mismo. La adoración en toda su profundidad sólo la podemos realizar unidos al HIJO, con el que los renacidos por ÉL (Cf. Jn 1,12) formamos una unidad. El VERBO descendió de junto al PADRE y se ha hecho historia en la persona de JESÚS de Nazaret. El tránsito a través de los siglos todavía no ha terminado, la RESURRECCIÓN de JESÚS marca una nueva época en la que nos encontramos: los últimos tiempos. Llegados a la plenitud de los tiempos con la aparición de JESÚS en el escenario geográfico de Israel (Cf. Mc 1, 15; Gal 4,4) nos queda el momento en el que el propio JESÚS RESUCITADO considere que ha llegado la plenitud perfecta según el designio eterno del PADRE para entregárselo todo en sus manos (Cf. 1Cor 15,24-28; Ef 1,10). En este intervalo JESÚS sigue estando entre nosotros de una forma especial en la EUCARISTÍA, dando vida al mundo” (Cf Jn 6,33).

Nuestra adoración en “espíritu y verdad” (Jn 4,23), que encuentra sus posibilidades a la adoración en cualquier lugar y tiempo; sin embargo, no se puede deslindar del hecho revelado de la presencia  real de JESÚS en el sacramento eucarístico. El movimiento descendente y ascendente de la presencia de JESÚS en el propio sacramento eucarístico cuenta con la adoración al PADRE a través del Pan de Vida que desciende y pone su tienda entre nosotros (Cf. Jn 1,14; 6,32-33). 

En memoria     

El relato de san Pablo, recibido de las comunidades cristianas, y narrado en 1Cor 11,23-25 señala el memorial de lo que JESÚS instituyó en la Ultima Cena: JESÚS  tomó pan y dijo: esto es mi cuerpo; tomad y comed. Al finalizar la Cena, tomo el cáliz, dio gracias, y lo pasó diciendo: Esta es la sangre de la Nueva Alianza, que será derramada por muchos; cuantas veces lo hagáis hacedlo en memoria mía hasta que vuelva. Este texto de san Pablo señala con prioridad el sentido de Alianza, el Nuevo Pacto establecido por JESÚS queda sacramentalizado, y así es posible actualizarlo en cada comunidad para bien de toda la humanidad.

El pan bajado del cielo

San Pablo relata la sacramentalidad de la Nueva Alianza y san Juan en su capítulo seis versículos del veintitrés al cincuenta y nueve, nos ofrece el contenido de la misma. JESÚS como “signo de contradicción” (Cf. Lc 2,24 ) lo mantiene en su condición de Pan de Vida. Muchos discípulos dejaron de acompañar a JESÚS y dirigiéndose a los Doce, les dice: “¿También vosotros queréis marcharos?”; y sigue: “esto os escandaliza, pues “¿qué será cuando veáis al Hijo del hombre sentado a la derecha del PADRE donde estaba antes?”(Cf Jn 6,61-62. Jesús en su presencia eucarística demanda una Fe Especial envuelta en una  debida admiración que resulte del asombro ante la magnitud del hecho que se está realizando . Esta actitud es la misma que debe presidir en nosotros cualquier acto de adoración, pero deforma especial cuando estamos delante de JESÚS eucaristía.

En los versículos señalados de san Juan existe un tránsito que va de la Fe a la máxima unión por el hecho físico de comer la sacramentalidad del cuerpo y sangre de JESÚS. “Es DIOS  el que da el verdadero pan del Cielo”,  y reconocerlo como tal es obra del mismo PADRE, por lo que dice JESÚS: “Nadie puede venir a MÍ, si el PADRE que está en los Cielos no lo atrae”. La acción del PADRE en el discípulo hacia el reconocimiento de JESÚS es atractiva y no una acción impositiva, de ahí que la relación entre el discípulo y JESÚS esté establecida en la confianza, que es la Fe compartida en una relación impulsada por la Caridad. Todas las afirmaciones sobre los efectos del Pan de Vida están precedidas por una forma estilística que indica un compromiso por parte de DIOS totalmente firme: “En verdad, en verdad os  digo”..

Pan de vida y resurrección

Las palabras de JESÚS sobre la Eucaristía no constituyen una enseñanza cualquiera, no se trata de una nueva parábola o la consecuencia de un milagro. Creer en JESÚS como el Pan de Vida lleva consigo la incorporación a la dimensión crística, JESÚS no lo echará afuera, y lo estará incorporado a su misma gloria. La Fe en JESÚS Eucaristía opera la Resurrección en el Último Día, pero no dejemos de señalar que  el Último Día incluye el ahora presente. JESÚS se lo hace saber a Marta y a su hermana María en el acontecimiento de la revivificación de Lázaro (Cf. Jn 11,25-26). Este es un buen momento para  hacer notar la gran diferencia entre revivificación a esta vida presente y la verdadera resurrección: Lázaro es traído de nuevo a este mundo, pero su verdadera resurrección vendría después, aunque en el ámbito de la Fe en JESÚS cada discípulo vive los efectos de la Resurrección del SEÑOR.

Comunión total

No se puede decir algo de más hondura dentro de la vida  espiritual o cristiana, de lo que manifiesta JESÚS en estos versículos: “De la misma manera que YO vivo por el PADRE, así el que me coma vivirá por MÍ”. Tras habernos iluminado sobre su propia identidad como el alimento verdadero, que da la vida a los hombres del mundo entero, JESÚS señala la máxima presencia de DIOS en el hombre: la comunión eucarística trasvasa la vida de DIOS a las fibras físicas, psíquicas y espirituales del hombre. Todo esto hay que meditarlo con detenimiento, pues no es una ciencia de carácter humano, aquí tenemos que decir con san Pablo que estamos tratando cosas espirituales en términos espirituales, que sólo aquellos que tiene la mentalidad de CRISTO” ( CF. 1Cr. 2, 13-16) pueden entender. Esta mentalidad es la unción recibida en el Bautismo, que debe actualizarse convenientemente en la oración.

La eucaristía, piedra angular de la Iglesia


Desde el momento en el que JESÚS sacramentalizó su presencia en la Eucaristía, la Iglesia supo que ahí estaba su centro, el eje alrededor del que habría de moverse y su roca firme en la que apoyarse. La Iglesia de JESÚS se disolvería como un azucarillo si perdiera  la Eucaristía. El mundo entero espesaría mucho más sus tinieblas, si la Eucaristía desapareciera. Ahora bien, es preciso que la adoración viva, consciente y vibrante acompañe este alarde del DIOS vivo por acercarse a nosotros. El vecino más importante de nuestra barriada suele ser el más olvidado, y esto tiene que paliarse por todos los medios con los que cada uno cuente. La adoración a JESÚS en la Eucaristía no es un acto más de piedad, es el fundamento de cualquier otra devoción. Es muy grande y sobrecogedor, pero cuando comulgamos recibimos a DIOS.

La nueva asamblea

En la escala de Jacob, de la que hemos tratado en los capítulo anteriores, ellos, los Ángeles, son los principales adoradores invisibles que están presentes en cada sagrario, en cada Misa. El mandato para ellos está vigente: “Adórenle todos los Ángeles de DIOS” (Hb 1, 6). El gran anonadamiento realizado por el VERBO en su encarnación se prolonga en la Eucaristía, y en ese punto se encuentran los Ángeles para que el “pie del SEÑOR no tropiece en la piedra” (Cf. Slm 91,11). Pero esta vulnerabilidad del SEÑOR en la Eucaristía debería ser motivo de profundo asombro, y nunca de desconfianza o escepticismo. Cuando el creyente se arrodilla ante JESÚS en la Eucaristía tiemblan las potencias tenebrosas y nos constituimos en ese fiel de la balanza que hace posible la presencia de la luz angélica en nuestro derredor. No estamos solos en la adoración y una gran multitud de espectadores nos rodea (Cf Hb 12,1;22-24). Estos acompañantes espirituales no están pasivos, sino que secundan la intensidad de nuestra adoración, que gana en hondura en la medida del abandono amoroso y confiado: “tú, JESÚS, estás ahí, nos amas y eres DIOS”.






Explotados, cansados, sin pausas ni paz




Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS



Quien no descansa, se destruye, y los que no consiguen seguir este ritmo, se sienten fracasados.

Nuestra sociedad es implacable. Somos obligados, por medio de una seducción sutil, a una actitud siempre muy productiva y optimista.

¿Qué hará más daño a nuestro corazón que un falso optimismo, con el que nos tenemos que  disfrazar  los días? ¡Queremos con eso agradar a los otros, que también hacen lo mismo, pero nosotros creemos que son naturales!

Nuestros días están llenos de cosas. Desbordan de obligaciones. Hay estímulos a cada minuto y una interminable cascada de informaciones sin importancia que desvían nuestra atención de lo que quiera que estemos a punto de hacer.

Es difícil concentrarnos, cumplir una tarea de principio a fin, nuestra atención parece estar condenada a fragmentarse.

Lo peor es que dejamos de tener tiempo para parar, descansar y fortalecernos.

Nos quieren esclavos y remando, todos en el mismo sentido. Los rebeldes son malos, solo por ser rebeldes. Lo bueno es ser igual. Todos quieren ser diferentes unos de otros, pero las variaciones parten de una misma base. Hasta las diferencias son iguales. Se pierde la autenticidad. La originalidad. El carácter único de cada uno de nosotros. Porque tenemos miedo de ser… rebeldes.

Soñamos sueños producidos por otros, los compramos y los creemos nuestros. Anestesiados, consideramos que vamos en buena dirección, pero vamos camino del precipicio, sonriendo y cantando, convencidos de que nos estamos esforzando para conseguir lo mejor…

Condenamos a los que no hacen nada de lo que está de moda, que no producen lo que considera valioso, los acusamos de ser infelices y de vivir sin objetivos. Nunca creemos que, tal vez, sean ellos los que experimentan la vida tal como es… y nosotros, que no percibimos lo mismo, solo nos engañamos con una ceguera voluntaria frente a lo que es la verdad.

El que no descansa, se destruye, y los que no consiguen seguir ese ritmo, se sienten fracasados.

El tiempo vuela, huye… y hay cada vez más personas viviendo a una velocidad que no tiene presente, solo pasado, continuo y sin fin. Se explotan a sí mismos, se esclavizan. No se respetan. No reconocen y aceptan sus límites. Llaman motivación a la voz agresiva que vive dentro de sí y los obliga a producir sin parar, aquello que otros han de comprar, por haberles sido inyectado un deseo artificial.

Estamos cada vez más cerca de todos los comercios del mundo, pero cada vez es  mayor la distancia hasta nuestro mundo interior. Compramos lo que dicen que necesitamos y dejamos al abandono los valores y deseos que son los pilares de nuestra identidad.

¿De qué nos sirve ganar el mundo si nos perdemos a nosotros?

Nos faltan los silencios.

Necesitamos mucho aquellos vacíos donde creamos lo bello, lo auténtico.

Nos falta paz.

Lograr la calma y dormir descansado es el principio de la verdadera paz. Después, amar. Concretándolo cada día, por el desapego y la renuncia y no por cualquier tipo de codicia, conquista o posesión.


                                                                  ilustração de Carlos Ribeiro)

http://rr.sapo.pt/artigo/105874/explorados-cansados-sem-pausas-nem-paz

sábado, 10 de febrero de 2018

Los dolores que despiertan




Opinión de José LUÍS NUNES MARTINS


Ciertos sufrimientos traen el don de revelarnos a nosotros mismos que somos más fuertes.

Hay dolores que nos hacen perder la sonrisa, pero también nos secan las lágrimas, de tan profundas como son. La vida es dura, casi injusta. Llegan a ser incomprensibles tantas adversidades contra las que tenemos que luchar por la supervivencia de lo que somos.

Hay personas que consiguen mantenerse puras, a pesar de tener que pasar por valles tenebrosos. Se guardan en la esperanza de que, más adelante, habrá espacio y tiempo para continuar siendo quien son. Una fe que es fuerza. Una bondad que es paciencia. Un amor, no por lo que son, sino por aquellos a quienes dan su vida.

Ciertos sufrimientos traen el don de revelarnos a nosotros mismos que somos más fuertes. Nos libran de todo el lastre que tantas veces creemos que son riqueza, protección y belleza. ¿Qué queda? Lo que somos y podemos ser, lo que persiste y resiste hace frente a la tempestad. No es algo que la sociedad considere digno de contemplar, ya que resulta difícil fijar la mirada en  la cruda verdad.

Hay mudanzas en la vida, más o menos súbitas, que nos arecen tragedias, pero que después se revelan como el punto exacto de partida de una enorme aventura. Sí, casi siempre los viajes largos pasan por lo menos un gran desierto.

El amor es la poesía de la vida. Que cada uno de nosotros se haga un poema. Hay instantes más valiosos que coronas de reyes… son aquellos en que, de manera simple, llegamos a ser quienes somos. A pesar de los dolores, por causa de los dolores o para vencer los dolores.

Podemos ser las alas invisibles que otros sienten al elevarlos cuando son amados.

Desde la ventana que de las tinieblas se abre a la luz puede contemplarse una belleza que parece resolver todos los problemas y misterios de la existencia. Se retrasa el encuentro. La oscuridad intenta ocultarla. Está en lo alto. Es necesario construir una escala y después subirla…

¿Puede tener la existencia  un sentido que no somos capaces de comprender? Sí. La inteligencia humana es limitada siendo capaz de tener conciencia de la verdad de otras dimensiones que sobrepasan su entendimiento.

Las alas que siento tener, y aquellas que casi oigo  a mi lado, me dan la extraña certeza de que algo no deja de ser verdad solo porque no tengo pruebas.

Este mundo no es todo. No mientras es en él donde somos llamados a vivir, a amar y aceptar ser amados.

La vida quiere vivir. Siempre.

Desgraciado quien cree que la vida es suya, que la verdad s determinada por su libertad y que este mundo es todo lo que hay.

El amor acostumbra a despertarnos con dolores que animan.


                                                                  Ilustração de Carlos Ribeiro

http://rr.sapo.pt/artigo/105300/as-dores-que-despertam

sábado, 3 de febrero de 2018

El amor une mundos diferentes




Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


La armonía será tanto más bella cuanto mayor fuera la diversidad de tonos que la componen. El equilibrio no se consigue por medio de la uniformidad. La riqueza de la vida depende también de las diferentes formas con que se presenta.

El amor es el encuentro de mundos distintos. Personas de diferentes orígenes son capaces de, con verdadero amor, hacer grandes y bellas obras. Nuestras dos manos son diferentes y eso es muy bueno. También caminar se consigue por el hecho de tener dos piernas diferentes que se complementan.

La paz resulta de una decisión de vivir y convivir lo desigual, haciendo de esa diferencia algo que enriquece. ¿Qué alegría habría en descubrir al otro si fuésemos todos iguales? ¿Qué aprenderíamos? ¿Cómo creceríamos? ¿Qué tendríamos de valor para ofrecer a la vida del otro? ¿Solo más de lo mismo?

El amor comienza con la aceptación, se tiene que ver y recibir al otro como él es, no ignorando o disfrazando las diferencias. Después, hacer camino, percibir, ceder y aprender. Explorar los mejores lugares en las orillas donde se pueden construir puentes.  Y aceptar, aceptar y aceptar. Negar o intentar cambiar lo que es diferente no es posible.

Si conozco a alguien diferente, debo aprender lo que él trae de nuevo a mi vida. Debo también buscar en mí si tengo o soy algo que sea enriquecedor para él… y darlo.

El amor no es un arrebato involuntario en el que nos vemos envueltos y condenados. No. Es una construcción demorada y firme que se yergue a partir de pilares distantes, un esfuerzo continuo de llegar a ser parte de algo mayor que nosotros.

Amar implica sacrificios y guerras permanentes. A nuestro egoísmo más íntimo y natural. Al orgullo que nos hace creer que somos mejores que el otro. Pero no somos, nunca, aunque seamos dueños de todo el oro del mundo.

No somos lo que tenemos, somos lo que decidimos hacer con lo que tenemos.

Somos parte de un todo. Nadie se basta a sí mismo, ni es razón suficiente de su propia existencia. Debemos buscar las personas a las que podemos completar, aquellas para las que nuestros dones personales –que nos parecen naturales- tienen el sentido de dones divinos.

A veces la guerra y la paz se enfrentan en nuestro corazón. ¿Quién triunfa? ¿Por qué?

La paz, base esencial del amor, es una guerra a la guerra.

                                                                     Ilustração de Carlos Ribeiro