sábado, 28 de mayo de 2016

Tristán e Isilda


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

Tristán miraba al suelo, doblado por el peso de la tristeza que cargaba sobre sus hombros. Veía sobre todo sombras y pedazos de cosas sin valor, pisadas por los pies de los que pasaban sin verlas. Prefería la noche, para descansar de los sacrificios, para soñar… para, tendido en la cama, mirar a lo alto… para las estrellas que hay en el cielo y, también, las que brillaban dentro de él.

Isilda pasaba sus días mirando al sol y las nubes, las flores y todos los colores del mundo. Contemplaba la libertad, la fuerza y la simplicidad del viento, que es la forma casi visible del amor. La sonrisa de Isolda era siempre una melodía en el trozo de mundo en que estaba. Su corazón era tan grande y generoso como una parte del sol, y palpitaba con un enorme amor a la vida. Sentía un vacío, como si faltase una parte del por qué y del para qué de su alegría.

Un día se encontraron… se abrazaron y unieron sus vidas para siempre.
Tristán descubrió que nadie vive para sufrir.

Isilda comprendió que nuestra alegría no tiene sentido si no fuera un regalo para otra persona… y que cada cosa bella en el mundo es un bien que alguien nos da.
Aprendieron a amarse… tenían el don de alentar la vida uno del otro.
A veces, los contrarios se complementan.

Tristán e Isilda juntos, consiguieron ver el mundo entero y todo lo que hay en él.
Antes, ninguno de los dos estaba acertado o errado, cada uno veía solo la mitad de la verdad…

Nota final:

La elección del nombre Isilda es un homenaje a mi madre.


                                                  Ilustração de Carlos Ribeiro


domingo, 22 de mayo de 2016

La oposición y las causas de división



El pasado día 13 de mayo, el parlamento, para festejar el 99º aniversario de la primera aparición mariana en Fátima, aprobó dos proyectos de ley provocativamente anticristianos: el que autoriza la gestación de sustitución, vulgarmente “vientres de alquiler”; y el que permite, a todas las mujeres, el acceso a la procreación médicamente asistida. Sólo si se cree en las agoreras premoniciones que los supersticiosos asocian a la fecha, se logra explicar la doble maldición que, en aquella sexta feria 13, se abatió sobre Portugal.

Las principales víctimas son, como siempre, los niños que, a partir de ahora, podrán ser concebidos en un “vientre de alquiler”, u obligados a convivir sólo con la madre –otra mujer nunca será su madre, porque madre hay solo una- y sin padre, lo contrario de lo que es natural y necesario para su saludable desarrollo psíquico y emocional.

No es de extrañar que los “vientres de alquiler” hayan sido aprobados con los votos del partido que, aunque haya perdido, por muy poquito, las elecciones legislativas, es gobierno, y con los votos de la extrema izquierda, con excepción de los comunistas –les cabe el honor. Pero es lamentable que esa medida haya contado también con 24 votos, entre los cuales los del presidente y de varios vice presidentes, del partido que ganó, por muy poquito, las elecciones, pero está en la oposición. Es verdad que su grupo parlamentario les dio libertad de voto, pero con la indicación obvia de reprobar ambas propuestas.

(...)

Cuando se ponen en cuestión los intereses del partido, el mayor partido político no juega con el servicio, pero si es una cuestión de interés nacional, como la vida, el matrimonio o la familia, el partido dimite de su responsabilidad política y ética de hacer oposición y, con la disculpa de la libertad de conciencia, desinteresarse de la cuestión.

Pero hay un electorado que aprecia más los valores humanistas que las cuestiones mezquinas que entretienen a Europa, que se propone, en breve, reglamentar el uso de las ‘torradeiras’; o a los EEUU de América, cuyo presidente acaba de decidir a que casas de baño deben ir los transexuales, como aquí recientemente refirió Helena Matos, en más de uno de sus brillantes artículos. Hay cada vez más ciudadanos que no se identifican con el amoralismo oportunista de quien, incapaz de oponerse, con lucidez y firmeza, a la extrema izquierda, acaba por ser,  en la práctica,  serviles en relación a su agenda radical”.


http://observador.pt/opiniao/a-oposicao-e-as-causas-fracturantes/

sábado, 21 de mayo de 2016

¿Dónde vive un corazón puro?


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


Estimada amiga,

¿De qué le sirve ser sincera cuando no tiene nada bueno que decir? Muchas personas confunden franqueza con verdad y se permiten decir los mayores disparates, creyendo que cualquier cosa que digan sin intención de mentir será verdadera y valiosa… pero no es exactamente así.

Trate de tener cuidado con lo que dice más todavía cuando se enoja. La furia es un animal salvaje que si le damos espacio, en poco tiempo, acaba por usar nuestras fuerzas para destruirlo todo, sin distinguir entre lo que es bueno y lo que no lo es. Al final, después de la explosión, sólo queda la rabia, el cansancio y el remordimiento que comienza a nacer. Poco después, surge siempre la idea errada de que, con una petición sincera de disculpa, todo volverá a ser como antes.
Cuando tuviere algo que decir, dígalo, de forma breve, concreta y tan simple como le fuera posible.

El que nos ama sabrá lo que sentimos con un simple intercambio de miradas. El que no nos considera no pasará de hacerlo en base a nuestras palabras, por más inspiradas, verdaderas y auténticas que sean.

El silencio puede ser una lámina afilada capaz de traspasar el corazón más fuerte, pero también puede ser la más importante de las armas en la defensa del bien.

Hay una imagen que me parece cada vez más acertada: cuando algo es bueno vale por sí mismo, nunca está dependiente de los elogios.

Le suplico que considere mis palabras, no como una lección, sino como un desahogo de quien, hace ya mucho tiempo, anda en esta guerra contra las palabras que esconden más que muestran...con más derrotas que victorias.
Un corazón puro vive en un castillo, no en un palacio.

En el castillo, el corazón está protegido y sólo cuando vale la pena se abre y se da a los otros.

En el palacio, en vez de guardar el corazón dentro de él como su tesoro, apuesta todo a la apariencia… y es vacío. Mostrándose sin distinción a todo cuanto pasa.
Obrigado, muito.


                                          (Ilustração de Carlos Ribeiro)

http://rr.sapo.pt/artigo/54705/onde_vive_um_coracao_puro



domingo, 15 de mayo de 2016

¡Superhombre y mujer maravillosa: pareja perfecta!



Para un cristiano, el ‘superhombre’ y la ‘mujer maravilla’ no son figuras legendarias o mitológicas, pero sí los santo como los que, siendo casados, fueron siempre fieles a su compromiso matrimonial y fe.

¡En los siguientes términos aeronáuticos ha sido insistentemente anunciada la nueva colección de superhéroes DC: “Vuele hasta un banco para no perder Superhombre y mujer maravillosa: par perfecto!”

Es curioso que, en estos tiempos en que muchos no creen en la santidad matrimonial y familiar, que les parece una utopía irrealizable, en los circuitos comerciales no se desiste, a lo que parece, del ideal del ‘par perfecto’. El del anuncio es solo un producto de la fértil imaginación de Charles Soule, autor del argumento, y de Tony S. Daniel, que realiza los diseños. Pero hay un ‘par perfecto’, histórico y verdadero: el de José y María, la madre de Jesús.  

Es verdad que esta sagrada familia era muy peculiar, no solo porque, según la fe cristiana, María fue generada sin pecado original y concibió virginalmente del Espíritu Santo su divino hijo, sino también porque José, su marido, tuvo conocimiento de la filiación paterna del hijo de María por una revelación sobrenatural, por la cual también se le hace saber que, como esposo que era de la madre de Jesús, debería asumir el papel de padre del hijo de María.

Si no faltaron acontecimientos de orden trascendente en tan especial familia, también es verdad que, no obstante la eminente santidad de José y de maría, no le fueron ahorradas las crisis matrimoniales por las que pueden pasar las familias humanas.

¡Por eso, este santísimo matrimonio estuvo dispuesto al divorcio! José no solo ponderó la hipótesis de repudiar a María, o sea, divorciarse de ella, sino que llegó a tomar esa decisión. La razón de esa ruptura era clara y parecía muy legítima: ¡su mujer estaba en cinta de un hijo que no era de él! De tres verdades incontestables –  que María estaba casada,  que estaba en cinta, y  que el hijo no era de su marido – cualquier mortal sacaría la conclusión obvia: la de la infidelidad de la esposa de José. No así su marido que, siendo justo, no la quiso difamar, prefiriendo repudiarla en secreto, o sea, sin divulgar la razón por la que se divorciaba de ella. Propósito que no llegó a cumplir solo porque, in extremis, fue  esclarecido sobre el origen divino del hijo de María.

Igualmente después de saber, por un ángel, que su mujer concebiría del Espíritu Santo, José podría haberse sentido ofendido por su esposa al haber aceptado aquella concepción extramatrimonial sin su conocimiento. Lo mismo que María pudiera entender, como era razonable, que la voluntad divina no debía ser condicionada por la aquiescencia de José,  podría con todo haberlo informado sobre lo que había ocurrido en ella, como más tarde hizo con su prima Isabel, la madre de Juan el Bautista. Que no lo hubiese hecho, causando así tan gran malestar a José, al extremo de sentirse tentado de dejarla, parece haber sido, por parte de María, una grave infracción de los más elementales deberes conyugales. 

Era, por tanto, razonable que el marido ‘engañado’ por ella se separase. También era comprensible que José no estuviese dispuesto a fingir una paternidad ficticia, que no había sido consentida por él, ni conocida.

¡La forma extraordinaria como José cumplió su misión de esposo de María y padre adoptivo de Jesús permite considerarlo, sin exageración, un verdadero superhombre, como también María es, sin hacerle favor, una verdadera mujer maravillosa! Pero, como ellos, hay en el mundo, desde hace dos mil años, innumerables parejas de superhombres y mujeres maravilla. Como dice G.K. Chesterton, nada hay más extraordinario en el mundo que una familia: un hombre no extraordinario casado con una mujer no extraordinaria y sus hijos no extraordinarios.

Si María y José fueron, como tantos otros matrimonios cristianos, una ‘pareja perfecta’, no fue porque no tuviesen imperfecciones -¡todos los seres humanos las tienen!- sino porque supieron superar todas las crisis matrimoniales y familiares. Los casados unidos no son los que no tienen problemas, sino los que los supieron superar por amor, manteniendo la unidad conyugal familiar.

Para un cristiano, el ‘superhombre’ y la mujer maravillosa’ no son figuras legendarias o mitológicas, sino los santos, principalmente los que, estando casados, fueron siempre fieles a su compromiso matrimonial, proeza que solo es posible con la caridad. Este ‘super-amor-maravilloso’ es el tema de la reciente Exhortación Apostólica post sinodal Amoris Laetitia, donde el Papa Francisco escribió: “para evitar cualquier interpretación tendenciosa, recuerdo que, en modo alguno la iglesia debe renunciar a proponer el ideal pleno del matrimonio, el proyecto de Dios en toda su grandeza” (307). Un ideal de amor conyugal y familiar que solo un amor cristiano puede realizar porque, como dice San Pablo, la caridad ‘todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta’ (1Cor 13, 7)

http://observador.pt/opiniao/super-homem-mulher-maravilha-par-perfeito/


sábado, 14 de mayo de 2016

Me revelo siempre que decido


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

Escoger implica trazar una línea clara. Un criterio que permite examinar y evaluar las opciones separando las buenas de las malas, las útiles de las inútiles, las convenientes de las inconvenientes.

Esta línea es también resultado de una elección. Por eso, puede ser justa o injusta, llevar al éxito o al fracaso. Hay elecciones sensatas y otras más apasionadas… llegando, a veces, a ser meros caprichos.

Preferir es establecer prioridades o importancia. Es ordenar de acuerdo con pesas y medidas. Pro también aquí el criterio más importante es lo que determina la elección del criterio.

Hay también después un nivel superior de decisión. Una persona no escoge a otra, tampoco la puede preferir. Elegir es una voluntad del alma. Única y exclusiva.

Podemos escoger a los miembros de un equipo, preferir unos a otros, pero cuando asumimos la persona como un todo, integral y absoluto, o la elegimos a no. El criterio es uno solo: La decisión del alma, basada en su identidad.

Puedo conocer bien a alguien por aquello que escoge o prefiere, pero será mucho más evidente si me revela sus criterios. Quien elige no puede evitar  revelar quién es.

El alma se expone de forma concreta cuando alguien toma una decisión…Y queda ahí, justo delante de los ojos de los otros y al alcance de sus golpes eventuales… En las elecciones que hacemos mostramos lo que habita en el fondo de nuestro corazón, incluso a nosotros mismos… en ese sentido, es cuando cerramos los ojos y mejor no vemos…

Le corresponde a quien decide tener que lidiar con las dudas y las posibilidades de fracaso de sus decisiones, las elecciones íntimas son –de todas- las que suponen mayor coraje. En la elección de quien debemos amar no se puede arriesgar menos que en todo lo demás.

Al amor le es esencial el sacrificio de lo que somos…pero, en verdad, quien desea el cielo… sólo se encuentra cuando se da, cuando se pierde.


                                                          (Ilustração de Carlos Ribeiro)

http://rr.sapo.pt/artigo/54110/revelo_me_sempre_que_decido

domingo, 8 de mayo de 2016

La alegría del Amor: la verdad de la Caridad




El ideal matrimonial y familiar cristiano es exigente. Tanto que, cuando Jesucristo enunció la obligación de la indisolubilidad, algunos de sus discípulos dijeron: ¡si es así, entonces más vale no casarse!

Como era de esperar, la publicación de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco, la Alegría del Amor (Amoris Lætitia), en seguimiento de la tercera y cuarta asamblea general del Sínodo de los Obispos, en octubre de 2014 y de 2015 respectivamente, suscitó una gran diversidad de reacciones. Mientras la mayoría de los fieles acogió con alegría las consideraciones pastorales del Santo Padre, hubo otros que manifestaron su decepción por este documento al no haber ido tan lejos cuanto sus expectativas, y algunos aún reaccionan con  disimulada irritación, por entender que este documento pontificio contradice las enseñanzas tradicionales de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia.

Del mismo modo como los trabajos de las dos asambleas generales sinodales fueron seguidos con gran interés por los medios de comunicación social, muchas veces apostados en una simplista polarización de sus miembros, también ahora hubo quien apostó por una interpretación extremista de la Exhortación Apostólica Amoris laetitia (AL): unos, considerados conservadores, insistirán en el carácter declaradamente no magisterial del documento (AL, 3), para concluir con su irrelevancia doctrinal y disciplinar; otros, tenidos por progresistas, considerarán el texto como señal de ruptura con la práctica tradicional y con el magisterio reciente del beato Pablo VI, de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI. Ambos, de una forma u otra, pretenden apropiarse de esta Exhortación Apostólica en beneficio de sus propias posiciones, que habilidosamente hacen coincidir con lo que dicen ser el pensamiento del Papa Francisco. Así aconteció, consecuentemente, con quien, sobrepasando el texto pontificio, afirmó que finalmente se autoriza, a los divorciado recasados, el acceso a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía.

Es verdad que el Santo Padre hace suya la siguiente conclusión sinodal: ‘los bautizados que se divorciaran y volvieran a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana bajo las diferentes formas posibles, evitando toda ocasión de escándalo’ (Relatio finalis 2015, 84; AL, 299). A este propósito, comentó el presidente de la Conferencia Episcopal portuguesa: ‘Si tuviéramos presentes las dos exhortaciones apostólicas post sinodales anteriores, Familiaris Conbsortio, nº 84, de Juan Pablo II, y Sacramentum Caritais, nº 29, de Benedicto XVI, ni esta ni otras afirmaciones recurrentes nos traen novedad esencial’.

La insistencia en la integración eclesial de estos fieles, cuya peculiar situación canónica no los excluye de la vida eclesial, obliga a revisar las formas de exclusión pastoral que hasta la fecha les habían sido impuestas. Pero, como hace notar el cardenal patriarca de Lisboa, “en este elenco de las exclusiones a revisar, no se mencionan las sacramentales”, ciertamente en atención a la conclusión sinodal, que expresamente recomendaba que se evitase “toda ocasión de escándalo”. Siendo así, su integración deberá intentarse a otros niveles, “sin olvidar –como oportunamente recordó el patriarca de Lisboa- la posibilidad ya prevista de acceso a los sacramentos por parte de los recasados plenamente conscientes, o la creciente verificación de la validez o nulidad de los matrimonios, cumpliendo las determinaciones del Código de Derecho Canónico y del Motu proprio Mitis Iudex Dominus Iesus, de 15 de agosto de 2015”.

Como D.Manuel Clemente dice expresamente en relación a esta Exhortación Apostólica, “el Papa no da nuevas normas”. Siendo así, la doctrina sacramental y la disciplina canónica tradicional continúan plenamente vigentes. La conclusión del sínodo de 2015 había ya explicitado su carácter meramente pastoral, sin, por tanto, ningún intento de reforma doctrinal  o legislativa: “es comprensible que no se debía esperar del sínodo o de esta Exhortación una normativa general de tipo canónico nueva, aplicable a todos los casos” (Relatio finalis 2015, 84).
¿¡Qué se pretende entonces!? “Sólo un nuevo empuje y un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares” (id.), porque las normas generales no abarcan todos los casos concretos (AL 304). Pero “la comprensión por las situaciones excepcionales no implican jamás esconder la luz del ideal más pleno, ni proponer menos de cuanto Jesús ofrece al ser humano” (AL 307).

Es verdad que el ideal matrimonial y familiar cristiano es exigente. Tanto que, cuando hace dos mil años Jesucristo enunció, en términos categóricos, la obligación de la indisolubilidad, algunos de sus discípulos dijeran: ¡si es así, entonces más vale no casarse! (cf. Mt 19, 10). Chesterton, en Los Disparates del Mundo, observó: “¡si los americanos se pueden divorciar por ‘incompatibilidad de temperamento’, no entiendo cómo es que no están todos divorciados! He conocido muchos matrimonios felices, pero nunca un matrimonio compatible. […] Porque un hombre y una mujer son, en cuanto tales, incompatibles”.

Para los paganos, la belleza del amor conyugal cristiano puede parecer una utopía, pero no para los seguidores de Cristo, cuya reacción a las exigencias de la caridad matrimonial sólo puede ser una: que es inspirada por su fe. Porque, como dijo Jesús, “todo es posible a quien cree” (Mc 9, 23).

http://observador.pt/opiniao/alegria-do-amor-verdade-da-caridade/


sábado, 7 de mayo de 2016

La soledad del amor


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


Él llevaba siempre la fotografía de ella en la cartera. Era un tesoro que admiraba varias veces al día. Una prueba concreta de que ella había existido y existía, de que no era una mentira o ilusión.

En la fotografía, ella estaba lindísima, con una sonrisa acogedora y una mirada llena de luz que iluminaba todo… aunque los vacíos que iba llenando fuesen cada vez mayores.

Aquel hombre sentía que su amor se hacía pedazos cada día, a cada hora… a cada instante.  Como una cascada sobre un abismo. Pero la amaba, nunca dejó de amarla, aún cuando la muerte lo llevaba a dejar de creer. Su corazón parecía haber sido el lugar escogido por el bien y por el mal, para medirse en él la fuerza de la luz y de las tinieblas.

De noche, en casa, la saudade le llama a la puerta, hasta derrumbarlo… así que entraba, un dolor profundo le seguía todos los  pasos y pesaba, cada uno, más y más. Cuando el sueño llegaba para silenciarla tristeza, la saudade llenaba el cuarto y se acostaba en la cama antes que él, esperándolo con su abrazo frío. Era una soledad tan concreta que, sólo, él la podía ver y oír.

Quería tanto que ella, desde el lado de la muerte, pudiese verlo…

La certeza de que el paraíso no tendría sentido sin ella lo animaba, por momentos, aquella inmensa noche, aún más inmensa cuando él perdía la esperanza… y, a pesar de no poder sentir a su amada, ella le daba sentido.

Deseaba que la misma muerte que la había llevado, lo llevase también a él… o para al lado de ella, o para una nada cualquiera donde ya no hubiese dolor. Pero no quería ser cementerio. Tenía que hacer honor a lo que había prometido: ¡conquistar, en este mundo, la vida eterna!

Sabía bien, muy bien, que uno de los peores momentos de la batalla es la espera, pero estaba seguro de la felicidad… desde el día en que decidieron amarse, perdonarse y esperar uno por el otro.

El hombre murió un día triste de lluvia.

Murió… y fue luego a arrodillarse a la cabecera de la cama donde ella esperaba por él, hace tanto tiempo…

Lo que ella no esperaba fue el beso caliente con que él la despertó, para siempre.



                                             (Ilustração de Carlos Ribeiro)