El pasado día 13 de mayo, el
parlamento, para festejar el 99º aniversario de la primera aparición mariana en
Fátima, aprobó dos proyectos de ley provocativamente anticristianos: el que
autoriza la gestación de sustitución, vulgarmente “vientres de alquiler”; y el
que permite, a todas las mujeres, el acceso a la procreación médicamente
asistida. Sólo si se cree en las agoreras premoniciones que los supersticiosos
asocian a la fecha, se logra explicar la doble maldición que, en aquella sexta
feria 13, se abatió sobre Portugal.
Las principales víctimas
son, como siempre, los niños que, a partir de ahora, podrán ser concebidos en
un “vientre de alquiler”, u obligados a convivir sólo con la madre –otra mujer
nunca será su madre, porque madre hay solo una- y sin padre, lo contrario de lo
que es natural y necesario para su saludable desarrollo psíquico y emocional.
No es de extrañar que los “vientres
de alquiler” hayan sido aprobados con los votos del partido que, aunque haya
perdido, por muy poquito, las elecciones legislativas, es gobierno, y con los
votos de la extrema izquierda, con excepción de los comunistas –les cabe el honor.
Pero es lamentable que esa medida haya contado también con 24 votos, entre los
cuales los del presidente y de varios vice presidentes, del partido que ganó,
por muy poquito, las elecciones, pero está en la oposición. Es verdad que su
grupo parlamentario les dio libertad de voto, pero con la indicación obvia de
reprobar ambas propuestas.
(...)
Cuando se ponen en cuestión
los intereses del partido, el mayor partido político no juega con el servicio,
pero si es una cuestión de interés nacional, como la vida, el matrimonio o la
familia, el partido dimite de su responsabilidad política y ética de hacer
oposición y, con la disculpa de la libertad de conciencia, desinteresarse de la
cuestión.
Pero hay un electorado que
aprecia más los valores humanistas que las cuestiones mezquinas que entretienen
a Europa, que se propone, en breve, reglamentar el uso de las ‘torradeiras’; o a
los EEUU de América, cuyo presidente acaba de decidir a que casas de baño deben
ir los transexuales, como aquí recientemente refirió Helena Matos, en más de
uno de sus brillantes artículos. Hay cada vez más ciudadanos que no se
identifican con el amoralismo oportunista de quien, incapaz de oponerse, con
lucidez y firmeza, a la extrema izquierda, acaba por ser, en la práctica, serviles en relación a su agenda radical”.
http://observador.pt/opiniao/a-oposicao-e-as-causas-fracturantes/
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