domingo, 19 de mayo de 2013

HOMILIA DEL PAPA FRANCISCO EL DOMINGO DE PENTECOSTES. 19 mayo 2013




Hoy, por fin, me decido a ofrecer desde este blog, un sencillo resumen de la homilía del Papa Francisco, no ha sido nada difícil, pues él todo lo hace fácil ( es muy parecido en esto a su predecesor, Benedicto XVI). Un día tan señalado como es hoy es el mejor para demostrar desde este blog que seguimos fielmente a nuestro Papa y queremos servir a Dios y a la iglesia de la mejor manera posible. Si seguimos sus directrices y su ejemplo no nos equivocaremos, estoy seguro.


Queridos hermanos y hermanas.

En este día contemplamos y revivimos Un acontecimiento de gracias que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo.

Pero que sucedió en aquel día tan lejano a nosotros y sin embargo tan cercano que llega tan dentro de nuestro corazón.

A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstoles deseo reflexionar sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: Novedad, armonía, misión.

1. La novedad nos da siempre un poco de miedo. Esto nos sucede también con Dios, lo seguimos, lo recibimos, pero hasta un cierto punto. Nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que sea el Espíritu santo el que nos anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones.

Pero en toda la historia de la Salvación, cuando Dios se revela trae novedad, transforma y pide que confiemos totalmente en Él (como les sucedió a Noé, a Abraham, a Moisés).
No es la novedad por la novedad, la búsqueda de lo nuevo para salir del aburrimiento, como sucede con frecuencia en nuestro tiempo. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que realmente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera felicidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien.

2. Armonía: El Espíritu Santo aparentemente crea desorden en la iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones… sin embargo, bajo su acción todo esto es una gran riqueza porque el espíritu Santo es el Espíritu de unidad.

Cuando somos nosotros los que queremos construir la unidad con nuestros planes humanos terminamos por imponer la uniformidad y la homologación.

La eclesialidad es una característica fundamental para cada cristiano, para cada comunidad, para todo movimiento. Es la iglesia la que me trae a Cristo y me lleva a Cristo, los caminos paralelos son muy peligrosos. “Cuando nos aventuramos a ir más allá”, dice el apóstol Juan, “de la doctrina y la comunidad eclesial y no permanecemos en ellas, no estamos unidos al Dios de Jesucristo”.

3.Misión: El Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo y nos salva del peligro de una iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto. Nos impulsa a abrir las puertas para dar testimonio de la bondad del Evangelio, para comunicar el gozo del encuentro con Cristo. El Espíritu Santo es el alma de la misión, lo que sucedió en Jerusalén hace casi 2000 mil años no es un hecho lejano, lejano de nosotros, es un hecho que nos alcanza a cada uno de nosotros y hace experiencia viva en nosotros.
El Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo. Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestros grupos, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión.

Recordemos hoy estas tres palabras: Novedad, armonía y misión.

La liturgia de hoy es una gran oración que la iglesia con Jesús eleva al Padre, para que renueve la efusión del Espíritu Santo. Que cada uno de nosotros, cada grupo, movimiento, en la alegría de la iglesia, se dirija al Padre para pedirle este don. También junto con María, la iglesia invoca: “Ven Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor”

Amen.

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