sábado, 29 de septiembre de 2018

Los hipócritas son niños que han decidido no crecer


José Luís Nunes Martins



Los hipócritas son aquellos que hacen lo que critican en los demás. Utilizan máscaras para engañar a los demás y así ser blanco de la admiración ajena.

Desempeñan una especie de papel público que pretende hacer parecer lo contrario de la realidad, toda vez que exigen a los demás valores que rechazan aplicarse a sí mismos. Tienen dos caras, una para los demás y otra para sí mismos, pero acaban confundiendo las dos, o mejor, por creer normal que así sea. Llegan incluso a no saber qué es lo real y qué no lo es.

El hipócrita es alguien que no tiene agotada su capacidad crítica. Decide como un niño, creyéndose capaz de dominar a los demás por medio del fingimiento. Una especie de deficiencia del crecimiento.  Prefirió no crecer y, por eso, no crece. En un niño se disculpa, pero en un adulto no.

La verdad es que a las personas les acaba gustando ser engañadas, prefiriendo las fantasías y las apariencias mejor que las realidades. En el fondo, creemos que las personas diferentes tienen derecho a regirse por códigos morales distintos, o sea, que el doble rasero es una virtud y no un vicio. Pero el error es enorme cuando creemos que nosotros somos, siempre y por supuesto, mejores a los otros.

Quien oculta la realidad detrás de los discursos y gestos falsos no se revela, no es quien es. No es sino un vacío. Podemos querer ser quien no somos, pero nadie tiene derecho a fingir ser quien no es.

Finalmente, nuestras mayores mentiras no son para encubrir lo que hay de malo en nosotros, sino los vacíos, los huecos, la nada que también tenemos.  Ahora bien, lo que no existe es, de todas las cosas, la más difícil de esconder.

Por eso, ninguna hipocresía resiste un detenido y paciente análisis. Puede demorarse, pero acaba por, en un instante de simple distracción, revelar todo lo que se pasa todo el tiempo ocultando.

¡Es casi patético el esfuerzo por parecer ser quien no se es, con el secreto objetivo de ser amado por lo que se es!



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domingo, 23 de septiembre de 2018

¿La innovación y la tradición se excluyen?


José Luís Nunes Martins

Nada se puede considerar bueno solo por ser original o por ser antiguo. Al evaluar las cosas, las soluciones, las políticas, y todo lo demás, lo importante es la calidad de la solución que da a los problemas para los cuales se propone como respuesta o parte de la respuesta, debiendo, para eso, ser considerados todos los beneficios y todas las desventajas.

Las soluciones tradicionales tienen sus desventajas evidentes; al contrario, las novedades se presentan, muchas veces, como si estuvieran exentas de contrariedades.

Hoy, en virtud de la evolución de las tecnologías, se nos presentan cada vez más posibilidades. La mayor parte de estos caminos son demasiado nuevos para que se puedan sacar grandes conclusiones. El principio de la prudencia es intemporal, por lo que es preciso que permitamos que el tiempo se pronuncie, o mejor, que nos pronunciemos nosotros después de, con paciencia, dejemos que el tiempo nos revele más sobre aquello que queremos juzgar.

Juzgar es algo muy exhaustiva. ¡Tal vez debiésemos considerar la hipótesis de dejar los juicios solo para quienes son perfectos o así se les juzga!

La tradición puede y debe, con humildad, estar abierta a su propio perfeccionamiento. Así, también, una novedad puede y debe considerarse solo como un escalón más, tomando la tradición, no como un peso del se debe librar, sino como un desafío del cual forma parte.

La obediencia reverente puede ser una magnífica aventura, del mismo modo la renovación constante puede ser una forma de la vida, en todos los aspectos, ¡si perpetúa como ha sido siempre: un milagro maravilloso!



 

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viernes, 21 de septiembre de 2018

Kamo

(El nueve de septiembre de 2015 escribí este post, creo que merece la pena releerlo. Hace apenas dos o tres años, y parece otro mundo. Es una persona extraordinaria, que tiene mucho que decir.)

Me gusta charlar un rato con Kamo, refugiado político armenio en nuestro país desde los años noventa. Toda la familia está repartida, donde había sitio para ellos, un hijo está en Rusia, otro en un país europeo, al que al menos puede visitar de vez en cuando.

"He pasado por todas las circunstancias adversas, familiares, económicas, calamidades naturales, terremotos, y la emigración"… Y de pronto su cara se ilumina, sonríe sin esfuerzo, y comienza a reflexionar en voz alta y clara: “tú estás en un grupo de gente normal y todos ríen, charlan de sus cosas, hacen bromas… mientras tú estás sufriendo, no tienes ganas de reír… Nosotros estamos pensando en nuestro sufrimiento, vivimos  sufriendo, y sólo pensamos llegar más allá…”

Tiene un sentido tan profundo de la vida, impregnada toda ella de Dios, que sólo así se entiende que pueda soportar vivir lejos de su patria, de su familia, de su actividad de comerciante. Hoy me ha vuelto a recordar la colonia de armenios que se asentó en Cádiz en el 1600, y cómo al ser obligados a convertirse tuvieron que emigrar. Otra época, gracias a Dios hemos cambiado, ahora acogemos también a armenios, aunque nos falte trabajo y las perspectivas de conseguirlo no sean muy esperanzadoras.

Habíamos empezado la conversación en la calle, y comentábamos la situación actual. Hace veinte años, cuando yo llegué, la gente vivía alegre, feliz, todo el mundo disfrutaba de la vida, y compartía lo que tenía;  ahora la gente no ríe, cada uno vive para sí, no comparte, desconfía…

Es triste terminar así, pero también Kamo nos ha dicho una gran verdad, la vida es sufrimiento, no hay que olvidarlo, ni en los mejores momentos, quizá eso nos evitaría tener que pasar por otros aún peores. También dice que vamos adelante,  que debemos ganarnos un ‘más allá’ que sin duda será mejor. OM

sábado, 15 de septiembre de 2018

¿Para qué sirven tus fuerzas?


 José Luís Nunes Martins



¿Para qué te sirven tus fuerzas sino para atender a los más débiles? Aquellos que nada pueden hacer por ti… aquellos que casi nadie quiere ver.

 El valor de cada persona depende de lo que es capaz de hacer por quien nada puede hacer por ella. No se trata de simple reciprocidad, sino de la pura gratuidad del amor.

El movimiento de ser es siempre una emanación de mí hacia el otro. Ser es dar. Ser es ser para el otro. Incluso el egoísta lo es porque se preocupa de explotar al otro hasta el límite.

Un problema de nuestra sociedad es la débil voluntad de ser. Parece que cada vez hay más gente arrastrándose. Tienen fuerzas que no usan y talentos que no trabajan. Y porque hay muchos así, donde debía haber relación hay distancia. Desiertos donde debía haber jardines.

Ser es hacer realidad una interioridad llena de sueños que son semillas de mundo.

Los dones personales que cada uno de nosotros posee deben ser concretados. Es nuestra obligación buscar alimento y cuidado para los talentos de los que somos capaces. Son capacidades que deben evolucionar, no son aptitudes instantáneas y permanentes.

La voluntad es nuestra mayor fuerza, por eso sepamos utilizarla para, comenzando por reconocer las propias flaquezas, para hacer de ellas motivo de superación.

¿En qué podemos y debemos creer? ¿Lo que da sentido a la vida, por más dura que pueda llegar a ser? ¿Lo que nos puede salvar?

El amor.

Sólo el amor es digno de fe.

hazte fuerte, amando.




viernes, 14 de septiembre de 2018

EL REINO DE DIOS III


Pablo Garrido Sánchez

La apocalíptica

La retirada al desierto de algunos judíos para vivir en comunidad mesiánica estaba alimentada  por la literatura apocalíptica gestada en aquella coyuntura social, política y religiosa. La apocalíptica es una corriente de literatura religiosa que a una el profetismo y la vertiente sapiencial, transfiriendo a las imágenes que utiliza la opresión que se vive en el presente para trasladar al futuro la solución del mal que se experimenta, siempre con una acción divina extraordinaria que lo resuelve. Las distintas obras de carácter apocalíptico, que están fuera del canon bíblico fueron un alimento espiritual de primer orden en el periodo que va desde la revolución macabea hasta bien entrado el siglo primero de nuestra era. Conviene hacer estas consideraciones, si queremos entender un poco más sobre las profundas diferencias entre el mensaje de Juan el Bautista y el de JESÚS, siendo los dos de la misma época.

En tiempos de JESÚS, los fariseos buscaban la pureza ritual hasta el extremo, y el MESÍAS en su inminente venida los encontrase en las condiciones mejores. Las comunidades esenias prescindían de la relación con el Templo y sus derivaciones, porque consideraban que se había instalado en el Templo la iniquidad personificada, y el verdadero DIOS no precisaba de los sacrificios rituales para el perdón de los pecados. Este grupo mantenía una viva expectación por la aparición del MESÍAS que se haría presente en el Maestro de Justicia  en su comunidad. Por otra parte, admitían la lucha armada llegado el momento, pues la intervención divina representaba la restauración de Israel como potencia hegemónica a nivel mundial. Contrasta la exigencia espiritual de estas comunidades con el belicismo admitido para la implantación de los tiempos mesiánicos. Hay que señalar que no todos los esenios vivían en Qumran, en régimen de comunidad y celibato con una regla sumamente estricta; había matrimonios esenios cuya finalidad principal era conseguir una prole numerosa para que los tiempos mesiánicos contasen con el mayor número posible de fieles.



Apocalíptica judía

La expectativa creada a cerca de la aparición del Mesías estaba marcada por la literatura apocalíptica. El testimonio de los documentos  del Mar Muerto, o de Qumran, está siendo decisivo para precisar con más seguridad el clima espiritual que respiraba la sociedad judía en tiempos de JESÚS. Entre la literatura apocalíptica intertestamentaria resaltan por su importancia los libros  referidos a Henoc, el Hecnoc etiópico, el libro de Los Secretos de Henoc, el libro Hebreo de Henoc, fragmentos  arameos de Henoc, fragmentos coptos de Henoc. Dentro del libro de Henoc están incluidos, el Libro de los Vigilantes, el Libro de los Jubileos, que circulaban  de forma aislada entre algunos grupos. Reviste importancia el Testamento de los Doce Patriarcas, el Testamento de Job, el Testamento de Moisés, el Testamento de Isaac, el Testamento de Jacob, el Testamento de Salomón, el Testamento de Abraham. Todos estos libros y otros establecen los signos inminentes que dan cuenta del Día del SEÑOR. La gran manifestación está acompañada de fenómenos cósmicos, intervención de Ángeles y la manifestación improrrogable de la Justicia  divina.  Las profecías mesiánicas recogidas en los grandes profetas como Isaías, Jeremías o Ezequiel no se pueden dilatar más en su cumplimiento, y se considera inminente la realización próxima que salvaría la promesa y la elección divina atestiguada a lo largo de muchos siglos.

Esta literatura encontró un gran apoyo en el propio libro de Daniel, en el mismo profeta Ezequiel, en algunos pasajes del libro de Zacarías, en los que las imágenes apocalípticas están presentes.

Algunos de los libros antes mencionados entran en la época cristiana e incluso llegan más allá del cierre de nuestro canon a mediados del siglo segundo con los libros de Timoteo y Tito. En esta fase cabe señalar el libro de “La Ascensión de Isaías” o  los libros atribuidos a Esdras, que no tienen relación con el libro canónico de Esdras y Nehemías. La mención de estos títulos tiene la finalidad de ilustrar el momento capital en el que aparece JESÚS con su Mensaje del Reino de DIOS. Los propios evangelios recogerán algunas imágenes coincidentes o tomadas de estos escritos, sin que ello suponga una equiparación en rango de revelación.  JESÚS  de Nazaret superará de  manera insospechada todas las inminentes profecías de los Apocalipsis de su época con el hecho de su muerte y Resurrección. La historia, desde entonces, tiene un sentido nuevo que excede la interpretación apocalíptica intertestamentaria. Se necesita más tiempo de investigación sobre la documentación aportada por los hallazgos de Qumran para hacernos una idea mucho más precisa del ambiente espiritual que se respiraba en la época del JESÚS histórico, pero con los datos existentes se pueden hacer algunas consideraciones. Sobre los libros mencionados y otros que faltan, se puede acudir a Internet para obtener más información, siempre susceptible de ser ampliada.

Con lo expuesto hasta ahora, encontramos razonable que Juan Bautista partiese de un anuncio distinto del predicado por JESÚS. La diferencia entre ambos dejaba a un lado los matices, y alcanzaba el contenido, de ahí que Juan cuando estaba en la cárcel dudase de la mesianidad de JESÚS (Cf. Lc 7,18-19), a pesar de haberlo bautizado en el Jordán (Cf. Mc 1,9); y señalado como el Mesías esperado entre los suyos (Cf. Jn 1,15).

Juan anuncia “la ira inminente, porque el hacha está tocando la raíz del árbol para talarlo. Por lo que, ¿quién podrá escapar del juicio que llega?” (Cf. Mt 3,7). El juicio divino se iba a producir, para Juan, más pronto que tarde, por lo que era urgente la conversión marcada por un cambio moral o ético: los que roben que dejen de hacerlo, los que pongan cargas excesivas sobre otros, que rectifiquen, y cese todo tipo de hipocresía (Cf. Lc 3,10,14). El valor de Juan está en preparar el camino al SEÑOR (Cf. Jn 1,23); pero el propio Juan no es el Camino. En la cárcel, Juan, sufrió su metamorfosis espiritual que completó cuando los propios discípulos le transmitieron el  mensaje de JESÚS. “Id, y decid a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los muertos resucitan. Y los pobres son evangelizados” (Cf. Lc 7,21-23). Juan era el más grande nacido de mujer, y recibe de JESÚS la máxima calificación ética; pero para ser ciudadano del Reino hay que dejarse hacer, así “los pobres son evangelizados”.  Nadie es grande ante DIOS por sí mismo, sino por el DIOS que lo hace grande.


El Mensaje de JESÚS da máxima prioridad a la MISERICORDIA, porque “ÉL trae  al mundo la misión de reconciliar a todos con DIOS” (Cf. 2 Cor 5,19). La Justicia que predica JESÚS es eminentemente restauradora: DIOS busca por todos los medios restaurar y sanar al hombre; y esto sólo lo puede hacer la MISERICORDIA. La polaridad del mensaje entre Juan y JESÚS es total, sin que sean excluyentes, sin embargo, JESÚS incluye y universaliza a todos los hombres de cualquier época, al poner en movimiento el AMOR de DIOS  en toda su manifestación.

EL REINO DE DIOS II



Pablo Garrido Sánchez

Decisión de JESÚS  en el desierto 

JESÚS toma decisiones capitales en medio de intensas tentaciones. San Marcos sugiere una acción tentadora mantenida a lo largo de los cuarenta días, y san Mateo  y san Lucas las condensan en tres, que coinciden básicamente en los dos sinópticos. Se resiente un tanto aquel principio espiritual de algunos santos que nos dicen: “En tiempo de tribulación  no conviene  hacer mudanza”. En tiempo de tribulación hay que tomar decisiones, porque la cosa lo exige y no se pueden dilatar las acciones debidas.

JESÚS tiene que decidir en esa etapa del desierto el modo de llevar adelante el encargo del PADRE, que pide a todos “escuchemos a su HIJO amado” (Cf. Lc 3,22). Las tres peticiones iniciales del padrenuestro se pueden aplicar a JESÚS en toda su extensión: nadie va a reflejar mejor que ÉL la santidad del PADRE; ÉL conoce con exactitud la naturaleza del Reino que el PADRE desea implantar en el mundo; y nadie está dispuesto a cumplir la voluntad del PADRE como lo está ÉL. Estas tres peticiones del padrenuestro tuvieron que resonar de múltiples formas en la oración de JESÚS durante aquellos cuarenta días. Los dos evangelistas, Mateo y Lucas, elevan la tensión hasta plantear un combate entre Satanás y JESÚS. El enemigo del hombre por antonomasia, Satanás, buscaba por todos los medios apartar a JESÚS del cumplimiento de la voluntad del PADRE, y le sugiere, “haz que estas piedras se conviertan en panes” (Cf. Lc 4,3); tiene que convencer a JESÚS que la santidad de DIOS es compatible con el protagonismo personal amparado incluso en la institución religiosa, y le sugiere una acción espectacular que atraiga las miradas de todos los que sostienen el culto en el Templo: “desde lo más alto del Templo tírate y los Ángeles te acreditarán delante de todos, haciendo que tu pie no tropiece en la piedra” (Cf. Mt 4,9-10); y Satanás procura arruinar el proyecto fundamental de JESÚS, presentándole otro alternativo más resolutivo: “Todo lo que ves es mío, y lo concedo a quien yo quiero; pues bien, todo te lo doy ahora, si te postras y me adoras” (Cf. Mt 4,6-7). Satanás propone a JESÚS una vía rápida, una alternativa distinta a la que el PADRE había previsto.

Cualquiera de las secuencias de la vida de JESÚS reflejadas en los evangelios resulta  misteriosa, pues siempre nos quedamos al inicio de un camino que se prolonga sin que se aprecie el final del mismo; así sucede con el tiempo de las tentaciones en el desierto. A la vista de los textos sagrados sabemos que JESÚS tomó decisiones capitales, que para nosotros no han perdido nada de su vigencia, pues marcan la senda del camino personal de cada cristiano y de la Iglesia de JESUCRISTO en general. A JESÚS en el desierto se le ofrecieron dos caminos: el del Siervo de YAHVEH, y el del poder político y religioso. El camino del Siervo de YAHVEH significa depender del Amor de DIOS en todo momento, sin más apoyos reales; y la segunda vía que resultaría un fraude estaría sustentada por todos los poderes humanos. JESÚS sabía que el Reino de DIOS comenzaba en ÉL, y en la transformación interior de sus seguidores se debía propagar; y utilizar otra vía acabaría con el proyecto dispuesto por el PADRE. Este eje central no ha variado, por lo que teniendo en cuenta lo anterior encontramos explicación a las grandes deficiencias presentes dentro de nuestra Iglesia. El enemigo externo al que se acude de manera reiterada para justificar los propios males, es una mansa mascota comparado con el daño interno infringido por decisiones erróneas a lo largo de los siglos, que justificamos apelando a las circunstancias del momento. Si JESÚS fuese a tener en cuenta las circunstancias de su época se hubiera asimilado a la clase sacerdotal existente en el Templo de Jerusalén, y con eso habría arruinado su misión, el proyecto dado por el PADRE y, en definitiva, la Redención.

El desierto y la expectación mesiánica

Retrocedemos dos siglos para situarnos en la rebelión macabea, que pretende devolver a Israel a la religión Yavista. Antioco cuarto Epifanes gobernaba un tercio del antiguo imperio de Alejandro Magno, y en aquella tendencia expansionista que caracteriza a todo imperio anexiona la parte de Egipto, gobernada por los Tolomeos,  más el territorio situado entre los dos, el territorio de Israel.  La conquista  de Israel por una potencia extranjera no resultaba una novedad, pero lo que produjo profunda animadversión fue el intento de ingeniería social, diríamos hoy, a la que el rey Antíoco pretendió someter a los  judíos.  Antíoco quería un trasvase a la cultura griega de todas las costumbres judías marcadas siempre por su religión. Aquello produjo la rebelión de Judas Macabeo y sus hermanos. Estamos hacia el año ciento cincuenta (a.C.), y se desencadena una guerra de guerrillas contra las  fuerzas ocupantes, que se va prolongando y se mantiene hasta la dominación romana en el año sesenta (a.C.).

Todos estos avatares van a condicionar distintas reacciones religiosas. Por aquel entonces estaba presente el grupo de los “hasidin”, o los piadosos, que buscaban  el cumplimiento preciso de la Torá con el fin de mantenerse fieles a la religión de los padres, el culto a YAHVEH como el único DIOS. Cuando las circunstancias apremian, las posturas se radicalizan, y en aquella época así sucedió: los “hasidín” se escindieron en dos grupos, los fariseos y los esenios. Del grupo de los fariseos tenemos abundantes noticias en los evangelios; de los esenios no existe mención alguna en todo el Nuevo Testamento. El grupo de los fariseos forma parte del Sanedrín junto con algunos escribas y la clase sacerdotal; y los esenios prescinden del Templo y un grupo selecto se retira al desierto. Los descubrimientos de Qumran, en el año mil novecientos cuarenta y ocho, aportaron una amplia información sobre este grupo religioso.


jueves, 13 de septiembre de 2018

EL REINO DE DIOS I



Pablo Garrido Sánchez

El proyecto

Después de dos mil años, la persona y obra de JESÚS de Nazaret originan preguntas de este tipo: “¿Quién eres TÚ, JESÚS?” y “¿Cuál es tu proyecto, JESÚS?” La obra a llevar a cabo o el proyecto coinciden con el encargo del PADRE. JESÚS es enviado por el PADRE a este mundo con una misión. Es frecuente establecer la salvación como lo fundamental de la misión, pero en este salto nos perdemos un conjunto de objetivos parciales que contribuyen a la estructura misma del proyecto previsto por DIOS. Además se mira la salvación en el más allá con un menoscabo de las cosas de este mundo. Algunos pueden pensar que JESÚS miró con desdén las circunstancias de los hombres, sin embargo los evangelios muestran otra cosa bien distinta.

El proyecto de JESÚS de Nazaret tiene en cuenta el Designio Divino y la condición humana en toda su extensión. Nada de lo que afecta a las personas cae fuera del proyecto de JESÚS. La enfermedad, el dolor y el sufrimiento, los odios, las guerras y las venganzas; la fraternidad, la familia y las riquezas; los pobres, los excluidos y los fracasados; y de manera especial hay que devolver al hombre la verdadera imagen de DIOS. ¿Cuántas personas se saben amadas por DIOS de manera incondicional?

“El Reino de DIOS está cerca”

El Reino de DIOS es un don que se nos propone a los hombres, pero en ningún momento se impone; entonces viene bien esta expresión: “El Reino de DIOS está cerca”. El Reino hay que buscarlo y desentrañar en él algo de misterio; hay que pedirlo, porque sólo DIOS lo tiene; hay que reclamarlo, la llamada mantenida perfecciona la Fe que es la llave para entrar en él. En el Padrenuestro pedimos: “Venga a nosotros tu Reino”.

San Marcos

Existe unanimidad sobre la aparición del evangelio de san Marcos, en el año sesenta y siete, de nuestra era, en Roma, que compendia la predicación de san Pedro. El comienzo del Evangelio es el siguiente: “Comienzo del Evangelio de JESÚS el Mesías, HIJO de DIOS” (CF. Mc 1,1). Todo lo que se va a narrar en este relato es lo que JESÚS dijo e hizo con carácter significativo para el contenido mismo del Reino de DIOS. La brevedad del Evangelio de san Marcos nos ayuda a fijarnos en lo importante; y con toda intención señala la presencia del Reino de DIOS en un anuncio que contiene cuatro partes: “Se ha cumplido el tiempo, está cerca el Reino de DIOS; convertíos y creed el Evangelio” (Cf. Mc 1,15)Tres acontecimientos señala san Marcos previos a este anuncio programático: El bautismo de JESÚS en el Jordán por medio de Juan el Bautista, las tentaciones en el desierto de Judea y la muerte de Juan el Bautista a manos de Herodes. El bautismo de JESÚS  resalta  el fondo trinitario que inspirará todas las acciones de JESÚS; el paso por el desierto durante cuarenta días, es un tiempo de entrenamiento espiritual para el nuevo orden divino que ÉL está llamado a implantar; y la muerte de Juan Bautista señala el giro que se produce entre la Antigua Alianza y el tiempo del Mesías, JESÚS  de Nazaret.

El profeta Isaías y el nuevo orden divino

Retrocedemos en el tiempo, aunque no lo hacemos en el fondo del Mensaje. La proclamación programática de JESÚS se realiza a renglón seguido de la vuelta del desierto donde JESÚS, “empujado por el ESPÍRITU, vivió durante cuarenta días entre las fieras y las alimañas, fue tentado por el diablo y los Ángeles lo servían” (Cf. Mc 1,12-13). Este cuadro de las tentaciones de JESÚS en el desierto es la antítesis del paraíso (Cf. Gn2 y 3). El desierto de Judea representa de modo simbólico cómo quedó el mundo después de la debacle originada por el pecado.

El profeta Isaías describe visiones del nuevo orden que nos devuelven a la buena vecindad del paraíso donde “el buey y el león pacen juntos; el lobo y el cordero convivirán sin riesgo ni temor alguno; y un niño meterá la mano en el nido de la serpiente y no sufrirá daño” (Cf. Is 11,6-9). En el segundo relato de la creación el hombre da nombre a la variedad de animales (Cf. Gn 2,19), porque establece con ellos y el resto de lo creado una buena relación en paz y armonía.

La imagen del orden inicial no es el orden del futuro, pues la acción restauradora del MESÍAS tiene por objeto un “orden nuevo”, que tiene en cuenta lo realizado hasta ahora y está dispuesto a superarlo.

El orden natural en paz y armonía entra en otra fase en el propio profeta Isaías cuando todas las naciones son convocadas a un gran banquete de manjares extraordinarios. A este banquete están convocados de los cuatro puntos cardinales y de un extremo a otro: todos están llamados y nadie queda excluido (Cf. Is 25,6-7). El banquete opera  como el símbolo de la perfecta comunión fraterna, y de todos los hombres con DIOS, que es el anfitrión.

Al comienzo de su misión, JESÚS recibe un incremento en el reconocimiento de su identidad como HIJO de DIOS, en el bautismo (Cf. Mc 1,9-11); y el ESPÍRITU como  viento huracanado lo arrastra al desierto (Cf. Mc 1,12). El significado del término empleado por el autor sagrado para indicar la moción del ESPÍRITU no es una transición amable y sosegada, sino enérgica como un viento a punto de arrancar un árbol del suelo donde se asienta: El ESPÍRITU empujó con fuerza a JESÚS al desierto (Cf. Mc 1,12). Lejos, esta imagen, del momento amable en que Adán es situado en el paraíso. JESÚS se designa como el Hijo del hombre, que contiene un gran fondo enigmático. Como hombre perfecto, JESÚS trasciende la humanidad de Adán, pero eso se verá con claridad en la Resurrección. El desierto es la otra cara del paraíso, y único escenario donde el hombre puede encontrarse con DIOS en este mundo. No perdamos de vista que JESÚS está en los compases introductorios al inicio del ministerio evangelizador. Ahora es el momento de grandes determinaciones, y el PADRE lo espera para la toma de esas decisiones trascendentes.

El desierto de Judea es lo suficientemente inhóspito como para llevar las fuerzas humanas al límite de su resistencia en medio de un ayuno total de cuarenta días. El ambiente alrededor carece de cualquier atractivo, su aridez amenazante parece  dispuesta a morder con el veneno de una serpiente o de un escorpión. No es la frondosidad del Paraíso donde se nos antoja imaginar la más variada policromía natural, la fragancia de las mejores flores y el recio aroma de plantas más vigorosas. La suave brisa  del atardecer que enmarcaba los secretos diálogos entre el hombre y DIOS es sustituida por un viento que no trae más que arena, que puede quemar por el día y mostrar su dureza en el frío de la noche. Las condiciones externas del desierto se convierten para JESÚS en una parábola de lo que se va a encontrar en su ministerio público.

El plano espiritual presenta a JESÚS en relación íntima con el PADRE; y distintos momentos en que su espíritu tiene que medirse en el nivel de las fuerzas satánicas, que es compensado por la presencia de los Ángeles, que le servían. Para mostrar el dinamismo del Reino de DIOS, JESÚS, seguirá contando con los actores del desierto, y los Ángeles no dejarán de servirle al tiempo que el se enfrenta a Satanás desde el primer momento (Cf. Mc 1,13). El ritmo trinitario de intervenciones divinas queda patente a lo largo del Evangelio:  JESÚS hace y dice lo que ve hacer al PADRE y dice lo que el PADRE le manda (Cf. Jn.5,19;12,49) Lo mismo que el ESPÍRITU SANTO condujo a JESÚS al desierto, así también lo moverá a curar o a dar gracias por el buen hacer de sus discípulos (Cf. Lc 10,21-22).  Según san Mateo el testamento de JESÚS es trinitario: “Id, y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del PADRE, y del HIJO, y del ESPÍRITU SANTO. Y enseñándoles a guardar todo lo que YO os he mandado” (Cf. Mt 28, 19 - 20).




sábado, 8 de septiembre de 2018

El bien une, el mal separa.



José luís Nunes Martins



Una de las estrategias más antigua y eficaces para conseguir destruir una familia, una institución o el mismo pueblo, es la división.

Crear rupturas internas, enfrentando a unos contra otros, permite a los narcisistas ocupar el poder,  ya que no conseguirían alcanzarlo de otra manera.

La unión, que es una fuerza capaz de grandes hechos, cuando quiebra, abre mucho espacio para que entre el mal, se instale y multiplique.

Hay quien domina a los otros basando su actuación solo en el principio de crear y alimentar rivalidades.

Entre dos personas, es común que una intente apartar a la otra de los que están con ella. Una maniobra para ganar fuerza a través del debilitamiento ajeno. Otros, en vez de perfeccionarse a sí mismos, prefieren degradar al otro y, así, de forma extraña y perversa, se sienten mejor…

En grandes instituciones, el declive y la destrucción comienzan siempre por una pequeña brecha que, a semejanza de un gran navío, si no fuera reparado de inmediato, puede volverse irrecuperable.

Es importante que estemos bien atentos a lo que puede dividirnos. A la hora en que el espíritu de la división ataca es el momento preciso de unirnos aún más, a fin de mantenernos juntos.

El mal no usa la fuerza, no empuja, nos seduce y, después, nos lleva de la mano a donde nos promete ser el paraíso. Nuestra libertad es una fuerza, es libre e inviolable.

Somos diferentes. Somos únicos. Eso es bueno. Muy bueno. A partir de aquí podemos optar por aceptar la convivencia como una guerra o como una excelente forma de enriquecernos unos a otros. Aquello que es diferente en los otros es diferente de mí no es un defecto, puede muy bien ser una virtud que puedo y debo aprender.

Una persona también se puede dividir a sí misma. Es importante aprender a relacionarnos con nosotros mismos de forma benevolente, aceptándonos y buscando la armonía. ¿Cuántas veces la elección interior de la paz no es un golpe fatal al deseo de guerra?

No dejes que el deseo de ir al frente te seduzca, ni temas quedar atrás…

Por más lento que sea tu paso, encontrarás siempre  muchas personas que incluso te pueden amar sin que tú las ames a ellas. Procura ser uno, con todos, sin recelar de la diferencia ni del encuentro.

Haz tu camino y ama. Sé integro y procura el bien del otro, porque es amando como se es feliz, a pesar de todos los sufrimientos a que eso obliga.

sábado, 1 de septiembre de 2018

La verdad no se dice




Quien no consigue callarse y escuchar, no admira ni aprende, no sueña ni trabaja.

Admirar es fundamental. Parar y contemplar es una forma excelente de abrirnos a la belleza y a la bondad del mundo de los otros. El que no se sorprende, vive aislado en un mundo en que es rey y esclavo… lejos de la verdad.

El silencio es una condición esencial para el perfeccionamiento y para la misma perfección. Las palabras son importantes, pero casi siempre son más confusión que luz.

Es fundamental que aprendamos a aprender, a escucharnos con todos los sentidos, en un silencio donde el mundo y los otros nos puedan tocar con lo mejor que tienen y son.

Si estamos siempre hablando y pensando en lo que podemos y vamos a responder, perdemos mucho de lo que los otros nos dicen. Incluso cuando nos dicen cosas sin valor. Los malos ejemplos pueden ser excelentes referencias, en cuanto  que  modelos a evitar. Los malos caminos que conviene no seguirlos.

Pero, cuidado, solo se aprende en silencio. Incluso con nosotros mismos, solo con tranquilidad podemos escuchar las voces que, en nosotros, nos indican los caminos del bien.

Solo en silencio nos entregamos con toda confianza, saliendo de los enormes laberintos de nuestro interior, con el fin de que alcanzar  aquella puerta en lo más hondo de nosotros que nos abre al infinito.

Es también en la inquietud casi absoluta de quien sabe escuchar como soñamos aquellos que han de ser nuestros planes de vida.

Solo se trabaja bien en silencio. Incluso aquellos que tienen en las palabras el instrumento de su don, necesitan sembrarlas en la quietud de los silencios de donde han de brotar las ideas que las sustentan.

Las palabras solo pueden señalar la verdad. La verdad está en las obras concretas, pero también en las ausencias de ellas. La verdad es la obra o el vacío, no la palabra.

Las palabras pueden ser verdaderas, pero nunca la verdad. La verdad es lo que es, lo que existe, aunque no consigamos comprenderla.

La vida no deja nunca de enseñarnos que es al silencio al que corresponde siempre la última palabra.