Pablo
Garrido Sánchez
El proyecto
Después
de dos mil años, la persona y obra de JESÚS de Nazaret originan preguntas de
este tipo: “¿Quién eres TÚ, JESÚS?” y “¿Cuál es tu proyecto, JESÚS?” La obra a
llevar a cabo o el proyecto coinciden con el encargo del PADRE. JESÚS es
enviado por el PADRE a este mundo con una misión. Es frecuente establecer la
salvación como lo fundamental de la misión, pero en este salto nos perdemos un
conjunto de objetivos parciales que contribuyen a la estructura misma del
proyecto previsto por DIOS. Además se mira la salvación en el más allá con un
menoscabo de las cosas de este mundo. Algunos pueden pensar que JESÚS miró con
desdén las circunstancias de los hombres, sin embargo los evangelios muestran
otra cosa bien distinta.
El
proyecto de JESÚS de Nazaret tiene en cuenta el Designio Divino y la condición
humana en toda su extensión. Nada de lo que afecta a las personas cae fuera del
proyecto de JESÚS. La enfermedad, el dolor y el sufrimiento, los odios, las
guerras y las venganzas; la fraternidad, la familia y las riquezas; los pobres,
los excluidos y los fracasados; y de manera especial hay que devolver al hombre
la verdadera imagen de DIOS. ¿Cuántas personas se saben amadas por DIOS de
manera incondicional?
“El Reino de DIOS está cerca”
El Reino
de DIOS es un don que se nos propone a los hombres, pero en ningún momento se
impone; entonces viene bien esta expresión: “El Reino de DIOS está cerca”. El
Reino hay que buscarlo y desentrañar en él algo de misterio; hay que pedirlo,
porque sólo DIOS lo tiene; hay que reclamarlo, la llamada mantenida perfecciona
la Fe que es la llave para entrar en él. En el Padrenuestro pedimos: “Venga a
nosotros tu Reino”.
San Marcos
Existe
unanimidad sobre la aparición del evangelio de san Marcos, en el año sesenta y
siete, de nuestra era, en Roma, que compendia la predicación de san Pedro. El
comienzo del Evangelio es el siguiente: “Comienzo del Evangelio de JESÚS el
Mesías, HIJO de DIOS” (CF. Mc 1,1). Todo lo que se va a narrar en este relato
es lo que JESÚS dijo e hizo con carácter significativo para el contenido mismo
del Reino de DIOS. La brevedad del Evangelio de san Marcos nos ayuda a fijarnos
en lo importante; y con toda intención señala la presencia del Reino de DIOS en
un anuncio que contiene cuatro partes: “Se ha cumplido el tiempo, está cerca el
Reino de DIOS; convertíos y creed el Evangelio” (Cf. Mc 1,15)Tres
acontecimientos señala san Marcos previos a este anuncio programático: El
bautismo de JESÚS en el Jordán por medio de Juan el Bautista, las tentaciones
en el desierto de Judea y la muerte de Juan el Bautista a manos de Herodes. El
bautismo de JESÚS resalta el fondo trinitario que inspirará todas las
acciones de JESÚS; el paso por el desierto durante cuarenta días, es un tiempo
de entrenamiento espiritual para el nuevo orden divino que ÉL está llamado a
implantar; y la muerte de Juan Bautista señala el giro que se produce entre la
Antigua Alianza y el tiempo del Mesías, JESÚS
de Nazaret.
El profeta Isaías y el nuevo orden divino
Retrocedemos
en el tiempo, aunque no lo hacemos en el fondo del Mensaje. La proclamación
programática de JESÚS se realiza a renglón seguido de la vuelta del desierto
donde JESÚS, “empujado por el ESPÍRITU, vivió durante cuarenta días entre las
fieras y las alimañas, fue tentado por el diablo y los Ángeles lo servían” (Cf.
Mc 1,12-13). Este cuadro de las tentaciones de JESÚS en el desierto es la
antítesis del paraíso (Cf. Gn2 y 3). El desierto de Judea representa de modo
simbólico cómo quedó el mundo después de la debacle originada por el pecado.
El
profeta Isaías describe visiones del nuevo orden que nos devuelven a la buena
vecindad del paraíso donde “el buey y el león pacen juntos; el lobo y el
cordero convivirán sin riesgo ni temor alguno; y un niño meterá la mano en el
nido de la serpiente y no sufrirá daño” (Cf. Is 11,6-9). En el segundo relato
de la creación el hombre da nombre a la variedad de animales (Cf. Gn 2,19),
porque establece con ellos y el resto de lo creado una buena relación en paz y
armonía.
La
imagen del orden inicial no es el orden del futuro, pues la acción restauradora
del MESÍAS tiene por objeto un “orden nuevo”, que tiene en cuenta lo realizado
hasta ahora y está dispuesto a superarlo.
El orden
natural en paz y armonía entra en otra fase en el propio profeta Isaías cuando
todas las naciones son convocadas a un gran banquete de manjares
extraordinarios. A este banquete están convocados de los cuatro puntos
cardinales y de un extremo a otro: todos están llamados y nadie queda excluido
(Cf. Is 25,6-7). El banquete opera como
el símbolo de la perfecta comunión fraterna, y de todos los hombres con DIOS,
que es el anfitrión.
Al
comienzo de su misión, JESÚS recibe un incremento en el reconocimiento de su
identidad como HIJO de DIOS, en el bautismo (Cf. Mc 1,9-11); y el ESPÍRITU
como viento huracanado lo arrastra al
desierto (Cf. Mc 1,12). El significado del término empleado por el autor
sagrado para indicar la moción del ESPÍRITU no es una transición amable y
sosegada, sino enérgica como un viento a punto de arrancar un árbol del suelo
donde se asienta: El ESPÍRITU empujó con fuerza a JESÚS al desierto (Cf. Mc
1,12). Lejos, esta imagen, del momento amable en que Adán es situado en el
paraíso. JESÚS se designa como el Hijo del hombre, que contiene un gran fondo
enigmático. Como hombre perfecto, JESÚS trasciende la humanidad de Adán, pero
eso se verá con claridad en la Resurrección. El desierto es la otra cara del
paraíso, y único escenario donde el hombre puede encontrarse con DIOS en este
mundo. No perdamos de vista que JESÚS está en los compases introductorios al
inicio del ministerio evangelizador. Ahora es el momento de grandes
determinaciones, y el PADRE lo espera para la toma de esas decisiones
trascendentes.
El
desierto de Judea es lo suficientemente inhóspito como para llevar las fuerzas
humanas al límite de su resistencia en medio de un ayuno total de cuarenta
días. El ambiente alrededor carece de cualquier atractivo, su aridez amenazante
parece dispuesta a morder con el veneno de
una serpiente o de un escorpión. No es la frondosidad del Paraíso donde se nos
antoja imaginar la más variada policromía natural, la fragancia de las mejores
flores y el recio aroma de plantas más vigorosas. La suave brisa del atardecer que enmarcaba los secretos
diálogos entre el hombre y DIOS es sustituida por un viento que no trae más que
arena, que puede quemar por el día y mostrar su dureza en el frío de la noche.
Las condiciones externas del desierto se convierten para JESÚS en una parábola
de lo que se va a encontrar en su ministerio público.
El plano
espiritual presenta a JESÚS en relación íntima con el PADRE; y distintos
momentos en que su espíritu tiene que medirse en el nivel de las fuerzas
satánicas, que es compensado por la presencia de los Ángeles, que le servían.
Para mostrar el dinamismo del Reino de DIOS, JESÚS, seguirá contando con los
actores del desierto, y los Ángeles no dejarán de servirle al tiempo que el se
enfrenta a Satanás desde el primer momento (Cf. Mc 1,13). El ritmo trinitario
de intervenciones divinas queda patente a lo largo del Evangelio: JESÚS hace y dice lo que ve hacer al PADRE y
dice lo que el PADRE le manda (Cf. Jn.5,19;12,49) Lo mismo que el ESPÍRITU
SANTO condujo a JESÚS al desierto, así también lo moverá a curar o a dar
gracias por el buen hacer de sus discípulos (Cf. Lc 10,21-22). Según san Mateo el testamento de JESÚS es
trinitario: “Id, y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el
nombre del PADRE, y del HIJO, y del ESPÍRITU SANTO. Y enseñándoles a guardar
todo lo que YO os he mandado” (Cf. Mt 28, 19 - 20).
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