sábado, 31 de diciembre de 2016

Del Mensaje del Santo Padre Francisco


Jornada mundial de la Paz 1 enero 2017

·      «La no violencia: estilo de una política para la paz»

...rezo para que la imagen y semejanza de Dios en cada persona nos permita reconocernos unos a otros como dones sagrados dotados de una inmensa dignidad.

Este es el Mensaje para la 50 Jornada Mundial de la Paz. En el primero, el beato Papa Pablo VI se dirigió, no sólo a los católicos sino a todos los pueblos, con palabras inequívocas: «... la paz es la línea única y verdadera del progreso humano...
...citando Pacem in terris de su predecesor san Juan XXIII, exaltaba «el sentido y el amor de la paz fundada sobre la verdad, sobre la justicia, sobre la libertad, sobre el amor».

En esta ocasión deseo reflexionar sobre la no violencia como un estilo de política para la paz...

Que la caridad y la no violencia guíen el modo de tratarnos en las relaciones  interpersonales, sociales e internacionales.

·      Un mundo fragmentado

...hoy lamentablemente estamos ante una terrible guerra mundial por partes.
... provoca un enorme sufrimiento que conocemos bien: guerras en diferentes países y continentes; terrorismo, criminalidad y ataques armados impredecibles; abusos contra los emigrantes y las víctimas de la trata; devastación del medio ambiente.

·      La Buena Noticia

También Jesús vivió en tiempos de violencia. Él enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano: «Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos» (Mc 7,21).
... quien acoge la Buena Noticia de Jesús ..., se convierte a su vez en instrumento de reconciliación, según la exhortación de san Francisco de Asís: «Que la paz que anunciáis de palabra la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones».3
...la no violencia, ...como ha afirmado mi predecesor Benedicto XVI— «es realista, porque tiene en cuenta que en el mundo hay demasiada violencia, demasiada injusticia y, por tanto, sólo se puede superar esta situación contraponiendo un plus de amor, un plus de bondad. Este “plus” viene de Dios».

·      Más fuerte que la violencia

...la Madre Teresa ... declaró claramente su mensaje de la no violencia activa: «En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas y armas, de destruir para traer la paz, sino de vivir unidos, amándonos unos a otros […]. Porque la fuerza de las armas es engañosa.

No se olvidarán nunca los éxitos obtenidos por Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar Khan en la liberación de la India, y de Martin Luther King Jr. contra la discriminación racial. En especial, las mujeres son frecuentemente líderes de la no violencia, como, por ejemplo, Leymah Gbowee y miles de mujeres liberianas, que han organizado encuentros de oración y protesta no violenta (pray-ins), obteniendo negociaciones de alto nivel para la conclusión de la segunda guerra civil en Liberia.

No podemos olvidar el decenio crucial que se concluyó con la caída de los regímenes comunistas en Europa... Ha tenido una influencia especial el ministerio y el magisterio de san Juan Pablo II.

La Iglesia se ha comprometido en el desarrollo de estrategias no violentas para la promoción de la paz en muchos países, implicando incluso a los actores más violentos en un mayor esfuerzo para construir una paz justa y duradera.

Lo reafirmo con fuerza: «Ninguna religión es terrorista». La violencia es una profanación del nombre de Dios.
No nos cansemos nunca de repetirlo: «Nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa. Sólo la paz es santa, no la guerra».

·      La raíz doméstica de una política no violenta

La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado...
...Desde el seno de la familia, la alegría se propaga al mundo y se irradia a toda la sociedad.

·      Mi llamamiento

La construcción de la paz mediante la no violencia activa es un elemento necesario y coherente del continuo esfuerzo de la Iglesia para limitar el uso de la fuerza por medio de las normas morales,... Jesús mismo nos ofrece un «manual» de esta estrategia de construcción de la paz en el así llamado Discurso de la montaña.
... Bienaventurados los mansos —dice Jesús—, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia.
... es también un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales y los dirigentes de las empresas y de los medios de comunicación de todo el mundo: aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades.

La Iglesia Católica acompañará toda tentativa de construcción de la paz. El 1 de enero de 2017 comenzará su andadura el nuevo Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral...

Vaticano, 8 de diciembre de 2016

Francisco

Navidad musulmana




Es razonable que un dirigente de una escuela estatal de un país laico, Italia, tenga en cuenta las diversas sensibilidades religiosas, pero no hasta el punto de negar la identidad nacional y tradiciones culturales.

Marco Parma, director del liceo Garofani, en Rozzano, en el norte de Italia, con cerca de mil alumnos, de los cuales solo un quinto  no profesa la religión cristiana, decidió que el tradicional concierto de Navidad debería designarse por la estación del año en que ocurre, para no ofender a los alumnos no cristianos, ni a sus familias.
Obviamente, también excluyó del programa del ahora denominado concierto de invierno todas las músicas con alguna connotación religiosa porque, como explicó, “en un ambiente multicultural, esto genera problemas”. En una fiesta de Navidad anterior, en que se habían cantado canciones alusivas al nacimiento de Jesucristo, “los niños musulmanes no cantaron. Se quedaron ahí, totalmente rígidos. No es bueno ver un niño que no canta o, peor aún, ser llamado por los padres fuera del escenario”, añadió Marco Parma.

Es razonable que un director de una escuela estatal de un país laico, como es Italia, atienda las diversas sensibilidades religiosas, pero no hasta el punto de negar la identidad nacional, ni las tradiciones culturales de su país. Es verdad que la Navidad es una solemnidad cristiana, pero también es una fiesta nacional y, por eso, también para los no católicos es fiesta. Muchos monumentos de origen y naturaleza esencialmente religiosa tienen también un gran valor cultural y artístico, que sobrepasa las fronteras de lo meramente confesional.

Es aceptable que una escuela secundaria, en Arabia Saudita, cierre el día sexto, día santo para los musulmanes; o el sábado, el día del Señor en Israel. Es lógico que el día 25 de Diciembre no sea fiesta en un país mayoritariamente musulmán o hindú, y un cristiano que viva en ese país no se debe sentir ofendido por eso. Pero también se justifica que un país de tradición y cultura católica, como es Italia, festeje las principales efemérides cristianas, lo que, obviamente, no constituye ninguna ofensa para los creyentes de otras religiones, ni para los ateos o agnósticos. Además, fue en este sentido que el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos entendió legítima la presencia de crucifijos en las aulas de Italia, contra uma madre que exigía su retirada, por entender que ese símbolo  cristiano contrariaba la laicidad de la educación estatal.

Los emigrantes y refugiados deben ser acogidos con hospitalidad, pero deben tener la buena educación de respetar las tradiciones culturales y religiosas de sus nuevos países, en nombre de las cuales, por cierto, fueron acogidos. No tendría sentido no referir, en las escuelas portuguesas, la reconquista de la península a los moros, por respeto a los musulmanes; u omitir las invasiones de los bárbaros, por deferencia con los pueblos germánicos; o, no festejar el primero de diciembre, para no disgustar a los españoles; o silenciar la invasión francesa, para no ofender a los franceses.

La inadecuada actitud de este director de una escuela secundaria del norte de Italia es paradigmática de un cierto complejo de inferioridad, bastante generalizado entre ciertas personas que, para no parecer nacionalistas, ni ser confundidas con los xenófobos de extrema derecha, reniegan de la identidad nacional. No debemos ser colectivamente orgullosos, ni mucho menos despreciar a los otros pueblos, ni mucho menos sus religiones, pero tampoco debemos disculparnos por ser quienes somos, ni mucho menos abdicar de nuestra identidad histórica y cultural.

En la vieja Europa se generalizó la idea de que, por el bien de la integración de los creyentes de otras religiones hay que prohibir cualquier manifestación pública cristiana, presuponiendo que un símbolo religioso es necesariamente ofensivo para quien no profesa esa religión. Es curioso que se piense que celebrar la Navidad pueda ser ofensivo para un quinto de alumnos y sus familias, cuando la supresión de esa celebración afectaría negativamente a cuatro quintos de la población escolar... En verdad, el amor, la misericordia y perdón son también, entre otros, principios esencialmente cristianos: en nombre de la laicidad de la educación, ¿¡también deberían ser excluidos de las escuelas oficiales!?
Marco Parma, al prohibir que el concierto fuese designado como siendo de Navidad, fue, en realidad muy feliz. En nombre de la historia y de la cultura italiana, con la que se identifican cuatro quintos de sus alumnos, debería haber defendido la designación tradicional. También debería respetar que los alumnos, aunque minoritarios, de otras creencias se asociasen, o no, a esa fiesta, pero sin alterar su denominación.


Cuando el director de la escuela ya no se llama Marco, nombre increíblemente cristiano y altamente provocativo para todos los alumnos y familias no cristianas, sino Yussuf, y el instituto Garofani fuera una madraza, tal vez Parma perciba, finalmente, que Navidad, más allá de una celebración religiosa, es también una afirmación de la identidad cultural europea, una lección esencial sobre el inestimable valor de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural. Pero, entonces, tal vez sea demasiado tarde para que se dé cuenta de que es obvio, o sea, que una sociedad es tanto más libre cuanto más verdaderamente cristiana es.

¿Quién tiene miedo a las pesadillas?


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

¡Las ideas que formamos a cerca de las cosas pueden atormentarnos mucho más que las propias cosas, por malas que sean!

Nuestra racionalidad llena los espacios vacíos del conocimiento con creaciones de la imaginación. Pero el resultado nunca es bueno, cuando se termina por confundir lo imaginario con lo real. La imaginación tiende a deformar la realidad, presentándonos como peor lo que no es tan malo, o mejor, lo que no es tan bueno.

Cuando se imagina lo mejor es más sublime, el riesgo de desilusión aumenta de forma brutal, al punto de bastar un instante de realidad para que la catedral que construimos se reduzca a una mera sombra de polvo que se posa sobre las ruinas.
Cuando la imaginación se deja guiar por el mal, crea desgracias de tal forma trágicas que nos hacen sufrir más que si fuesen reales.

Por eso, es necesario tomar una cierta distancia entre la realidad y la representación que de ella nos hace la imaginación.
Ya es preocupación suficiente intentar resolver los problemas reales de hoy, no perdiéndonos en hipótesis más o menos creíbles. ¿De qué vale huir de los males de hoy rumbo a lo que nos parece ser un sueño si, en realidad, estuviéramos metiéndonos en una verdadera pesadilla?
Lo que es más cierto es lo incierto y es necesario aprender a vivir con ello, a pesar de los miedos y de las ilusiones.

Cada uno de nosotros es también una obra hecha de sueños y pesadillas. Pero somos más, mucho más. Somos lo que ningún sueño o pesadilla consigue ser: somos vida. Una vida concreta, irrepetible y auténtica.
Lo peor de los sueños es que pasan; lo mejor de las pesadillas es que pasan también.
El bien parece siempre tardar y después volar lejos; el mal parece empeñarse en quedarse... pero cada uno de nosotros escoge lo que quiere dentro de sí y lo que sale fuera de su corazón.


(ilustração de Carlos Ribeiro)



domingo, 25 de diciembre de 2016

Elogio de la Navidad consumista




No, falsos apóstoles del anti-consumismo, no nos roben la Navidad. La religión cristiana es fiesta de alegría, todos los días y para toda la eternidad, pero sobre todo en el día que celebra el nacimiento de Jesús.

Siempre que llega la Navidad, se oyen viejas voces de nuevos profetas rebelándose contra el consumismo que, por lo que parece, ataca de forma particularmente violenta en esta época final del año. Pero, toda la elocuencia de sus invectivas morales no logra empañar el brillo de esta fiesta de todos, sin distinción de religiones o razas, nos toca y despierta para la gran alegría de la Navidad, ¡la fiesta de Dios con nosotros! La religión cristiana es fiesta y alegría, ahora y para toda la eternidad, pero sobre todo en los benditos días en que el calendario litúrgico solemnemente celebra el nacimiento de Cristo para la vida terrena y, después, en la fiesta gloriosa de la pascua de su resurrección, su definitivo nacimiento para la vida eterna!

¡Navidad! Nuestro mundo, nuestros países, nuestras ciudades, nuestras empresas, nuestras familias y todos nosotros necesitamos, absolutamente, de la Navidad. No fue por casualidad que un reciente y lamentable ataque terrorista, en Berlín, tuvo como objetivo, precisamente, una feria de Navidad. Si un terrorista, que es, por definición, un enemigo de la civilización, ataca la navidad de esta forma infame es porque, también él, de algún modo, reconoce que ninguna otra fiesta como es la celebración universal celebración del nacimiento de Cristo es tan emblemática de la cultura europea. Por eso, defender la Navidad es defender también lo mejor que hay en la cultura occidental. ¡Y, si no fuera posible hacerlo sin consumismo, peor para el consumismo!

Es verdad que el consumismo materialista no es una práctica coherente con la fe cristiana, pero tal vez no sea excesivamente atrevido afirmar que, de algún modo, Jesucristo fue el primer ‘consumista’. Por eso, sus últimas palabras, antes de expirar en la cruz, fueron: “¡Todo está consumado!” (Jo 19, 30). Un poco antes, el evangelista que el Señor amaba, al introducir su relato de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, dijo: “Sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al padre, habiendo amado a los suyos que estaban en este mundo, los amó hasta el fin” (Jo 13, 1). La Navidad es una invitación a este ‘consumismo’: una excelente ocasión para consumirnos en el servicio de los otros, sobre todo de los que nos son más próximos, o están necesitados.

¿¡Pero... y los pobres!? Esta es, ciertamente, la crítica más recurrente al consumismo navideño y, a caso, la más consistente. ¿¡Cómo pueden los cristianos montar belenes, cuando hay tantas personas que no tienen ni un techo para cobijarse!? ¿¡Cómo pueden sentarse a una mesa llena de apetitosos manjares, si hay tantos a su lado que ni siquiera tienen una sopa y un poco de pan para dar a los hijos!? ¿¡Como se atreven a ofrecer y recibir presentes, más o menos inútiles, si hay tantos que carecen hasta de lo más imprescindible!? ¿¡No sería mucho mejor convertir todas las despensas de tan inútiles conmemoraciones en beneficios sociales para los que más necesitan!?

No falta razón a esta tan aparente caritativa y pertinente objeción contra la Navidad consumista. Pena es que reproduzca, ipsis verbis, la argumentación de Judas Iscariote, el traidor, cuando censuró ásperamente el consumismo de María, la hermana de Lázaro, cuando ungiera al Señor con “una libra de perfume hecho de nardo puro de gran precio”: “¿Por qué no se vendió este perfume por trescientos denarios para dárselo a los pobres?” “dice esto –aclara el evangelista- no porque le importasen los pobres, sino porque era ladrón y, teniendo la bolsa, robaba lo que en ella se echaba” (Jo 12, 1-8). Y Jesús no censuró el consumismo de la hermana de Lázaro, sino la avaricia del apóstol traidor.

Los modernos profetas del anti consumismo navideño, que tanto abundan, también en las publicaciones católicas, en realidad son réplicas, más o menos exactas, del hermano primogénito del pródigo. También él, lleno de razones sin razón, se levantó contra el consumismo desenfrenado del padre, que dio al hijo más joven el vestido más precioso, un anillo en el dedo y sandalias en los pies. ¡Para ese hijo pródigo, mandó matar el ternero más gordo y organizó una gran fiesta, a la que ni siquiera faltó la música y los coros! Y, ante la indignación del hijo mayor, despechado por aquel escandaloso consumismo, el padre le dice: “Era justo que hubiese banquete y fiesta” (Lc 15, 11-32).

¡No, falsos apóstoles del consumismo, no nos roben la Navidad! ¡No nos quiten la fiesta! ¡No callen la música, ni callen los coros, porque son ángeles que nos anuncian el nacimiento del Señor! (Lc 2, 13-14). ¡No nos excluyan de esa mesa a la que el Padre de los cielos nos invita! (Lc 14, 15-24). La Navidad no excluye a nadie: Dios vino al mundo para los buenos y para los que no lo son, para los fieles y los paganos; para todos, sin excepción.

¿Porque, cómo vino Dios al mundo? No vino como Dios, para que su santidad no ahuyentase a los pecadores. No vino como omnipotente, para que su poder para que su poder no atrajese a los ambiciosos, ni apartase a los tímidos. No vino como sacerdote, para que los no creyentes, o creyentes de otras religiones, no fuesen excluidos. No vino como rey, para que no se impusiese a sus súbditos por la fuerza. No vino como maestro, para que también los soberbios lo pudiesen aceptar. No vino como sabio, para que también los ignorantes lo pudiesen comprender. No vino como héroe, para no humillar a los cobardes. No vino como vencedor, para no avergonzar a los derrotados. No vino como rico, para no intimidar a los pobres.

Entonces, ¿¡Cómo vino aquel que, antes de nacer e incluso de ser concebido, ya era rico, vencedor, héroe, rey, sacerdote y omnipotente, como Dios que es desde siempre!? Vino como niño pequeño, para que todos los hombres y mujeres del mundo, cualquiera que sea su virtud o vicio, lo puedan contemplar y amar. Porque no hay nadie, por mejor o peor que sea, que, ante la fragilidad de un recién nacido, no sea capaz de conmoverse y sonreír. ¡Santa Navidad!


sábado, 24 de diciembre de 2016

El más dulce de los sufrimientos


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

En aquellos días, una mujer salió de su casa decidida a arriesgarse. A comprometer todo lo que tenía, su vida tranquila, su estabilidad y sus seguridades a cambio de un sueño casi imposible: vivir su vida de acuerdo con aquello que creía que podría hacerla feliz.

Siguió adelante en la vida. Sin inclinarse para cualquier lado. Sincera, honesta y verdadera. Erró, cayó y se levantó, muchas veces. Tuvo que enfrentarse a adversidades que ni siquiera sabía que existían. Fue abriendo algunas puertas de esperanza en momentos de tinieblas. Tuvo la fuerza de ser paciente, sufrir sin desistir. Al final, quien no sea capaz de vencer las sombras que tiene nunca llegará a ser luz. Quien no ama, vaga en las tinieblas.

Un día mientras construía su camino una enorme paz le invadió el corazón. En ese instante comprendió que la felicidad es la paz de confiar.

Un día alguien le preguntó de dónde le venía la fuerza. Ella respondió:

 “-Quien hace posible que vaya más lejos son mi familia y mis amigos. No por la ayuda que me pueden dar mientras subo ingrávida camino de mis sueños, sino por la certeza de que al caer y resbalar... aunque sea hasta el mismo fondo del valle, algunos de ellos estarán conmigo, estarán a gusto conmigo como siempre... me ayudarán a levantarme y a luchar de nuevo. Pero, no me dejarán mientras no estuviera otra vez en camino... así, también yo estoy atenta a los que van encaminados y a los desencaminados de los que amo. Pero solo voy a su encuentro cuando la adversidad parece que va a romper su corazón. Y me retiro así que estuvieran de nuevo en camino de su felicidad.”

Amar es ser paz.

El amor nos libra de las penas, pero eso pasa por el sufrimiento de los dolores que causan.


(ilustração de Carlos Ribeiro)


lunes, 19 de diciembre de 2016

El sufrimiento

José Manuel Almeida

Breve reflexión.

Precisamente en este bloque.
Cuando todos, o casi todos, prefieren el confort de sus hogares, hay pequeños grupos de personas que prefieren desafiar el frío, el mal tiempo, en busca de aquellos que sufren.
Los que sufren los 365 días del año, sin que nada ni nadie pueda resolver de manera definitiva y digna sus dificultades.
Los voluntarios intentan minimizar el sufrimiento ajeno, sufriendo y sintiendo esa voluntad de rescatar a alguien del mal camino, del vicio, o simplemente del infortunio.
No existen sociedades perfectas, ni modelos perfectos.
Si así fuera, no estarías ahora leyendo esta breve reflexión.
Todo sería un lecho de rosas, preferentemente sin espinas, para deleite de los políticos aventureros y mentirosos que nos engañan.
Cuando las noticias nos muestran los mayores desmanes ocurridos después de recuperada la libertad, son muchos los que se preguntan sobre el futuro de Portugal (aquí podríamos poner cualquier nombre de cualquier país, pues es universal el sentido de la reflexión, o así la entiendo yo), entregado a su suerte y a las órdenes de esta sociedad comercial que se llama UE(Unión Europea).
Un poco por toda Europa seres humanos sufren, son puestos a prueba diariamente en sus lugares de trabajo, en sus talleres, en los lugares más variados.
Les hablo de los hospitales, los centros de día, de los asilos de ancianos, de las instituciones de acogida de jóvenes...
Como tengo escrito aquí mismo, un país que no cuida de sus ancianos es un país sin futuro.
Y un país que no educa a sus jóvenes es un país que hipoteca su futuro.
Un país que ha dado nuevos mundos al mundo, depende ahora del resto del mundo.
Ironía del destino.
El sufrimiento no elige ideologías, ricos o pobres, viejos o nuevos.
El sufrimiento está ahí, anda por ahí, pero no lo siente el que no quiere sentir.
Quizás es hora de parar un poco, disfrutar de la lectura de un pequeño texto, para pensar en aquellos que sufren en silencio.
El peor dolor es aquel que no se escucha.
Es hora de escuchar a tu corazón.
Y si hay un gesto, un solo gesto, ese tiene un nombre:
Dar!
Dar sin recibir.
Ese es el secreto de la felicidad de algunos que minimizan el sufrimiento de muchos.
Tengan una excelente noche, en la comodidad de sus hogares.


https://www.facebook.com/josemanuel.almeida.35?hc_ref=NEWSFEED&fref=nf

sábado, 17 de diciembre de 2016

Cuatro malos usos de las palabras


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

Sólo las cosas que son buenas pueden ser usadas mal.

Es la mala utilización de una cosa lo que acaba por hacernos daño, siendo que nunca son los instrumentos los responsables de los perjuicios que causan, sino los que los usan con mala intención o sin la noción del poder que dan. Quien, por falta de conciencia del mal que puede hacer, o hace, es responsable en parte del acto, pero de forma integral por la ignorancia que impone a sí mismo.

El uso de la palabra tiene cuatro virtudes asociadas a cuatro tentadores males.

No debemos ofender. La falta de respeto hacia el otro es, sin excepción, condenable, pues nadie tiene derecho a condenar a otro solo con base a una voluntad interesada solo en sí misma. Una injuria acaba siempre por deshonrar más a quien la hace, que a quien es blanco de ella.

Las palabras no deben provocar discordia. Hay quien cree que nos entendemos mejor cuando conversamos, pero hay momentos en que pasa lo contrario: es por abusar de las palabras por lo que surgen los desencuentros. Los que alimentan guerras quieren solo arrastrar a los otros a sus propias tinieblas.

No se debe mentir. La verdad es algo precioso, que perfecciona a quien la escoge en detrimento de las tentaciones de suavizar, enmascarar u ocultar la realidad. Tal vez el mundo que tenemos no sea tan bueno como sería posible, pero será siempre peor cada vez que alguien lo falsea por causa de los egoísmos, en provech0 de su orgullo y a fin de encubrir sus faltas. No hay medias mentiras ni medias verdades, eso son solo formas mentirosas de cómo la mentira dice la verdad a su conveniencia. Una mentira, sea ella mayor o menor, es siempre y solo una mentira. Algo malo es simiente para el futuro. La verdad puede causar dolor, pero nunca tanto como una mentira

Las palabras no deben alimentar futilidades. Quien llena aquello que cree que son tiempos vacíos de su vida con palabras sueltas y desenraizadas acaba siempre por hablar de más –porque dice lo que no debe, y de menos- porque no dice lo que debe, quedándole después poco tiempo, atención y fuerza para construir algo bueno.

Quien escoge el misterio del silencio encuentra en el más paz, fuerza y luz que cualquier discurso, por más bello que parezca.

El silencio es una de las mejores armas contra el mal, que así nunca encuentra forma de atacarnos con eficacia.

La palabra es una espada afiladísima. Usada de forma inconsciente será casi un milagro que no hiera a alguien, una simple palabra tiene un poder capaz de envenenar la credibilidad de otro, las relaciones humanas y la propia dignidad de quien la dice.

El silencio es siempre la última palara.



(ilustração de Carlos Ribeiro)

jueves, 15 de diciembre de 2016

MARÍA, PREPARA EL CAMINO AL SEÑOR


Pablo Garrido Sánchez


Los designios eternos de DIOS no son acertijos esotéricos, sino proyectos personales dentro del Plan de Salvación. En el vértice del gran proyecto de Salvación Universal está JESUCRISTO, e inmediatamente la Virgen MARÍA. El papel de la VIRGEN es capital en la preparación de la obra de la Redención, y su protagonismo no ha terminado, por lo que es bueno traer a nuestra consideración su colaboración en la obra salvadora, teniendo en cuenta el valor y contenido de los textos de la Escritura.

El título de Precursor se lo damos a Juan el Bautista; pero, ¿quién prepara al Precursor? El cuadro muestra una acción trinitaria: Juan el Bautista es santificado en el seno de su madre a los seis meses de su gestación, pues el ESPÍRITU SANTO lo llena de su divina presencia hasta el punto de contagiar a su madre, Isabel, que se llena de júbilo; el dador de la acción del ESPÍRITU SANTO es el propio JESÚS en el vientre de MARÍA con sólo unas semanas de gestación; y la que prepara este encuentro de alteridad y comunión es la propia Virgen MARÍA, que cumple el designio eterno del PADRE, poniéndose en camino hacia Ain-Karim donde vivían Zacarías e Isabel (Cf Lc 1, 39-45 ).

El bautismo de JESÚS en el Jordán, con el que concluye el periodo de la vida oculta de JESÚS y tiene lugar su manifestación pública, está precedido por treinta años de vida familiar, en la que comprobamos un buen número de notas pentecostales o de acciones propias del ESPÍRITU SANTO. Una vez más es preciso señalar que la acción del ESPÍRITU SANTO no se produce al margen de las personas mismas, por lo que  tenemos que fijar la atención en los dones, virtudes y carismas que acompañan a la VIRGEN y san José, y así calibrar mejor el ambiente espiritual que rodeó a JESÚS en los años de su infancia y juventud de forma especial. Estos años sí que prepararon el camino al SEÑOR, porque pusieron a su disposición los mejores elementos humanos para una educación y crecimiento personal en los valores del ESPÍRITU. El VERBO eterno del PADRE necesitó del hábitat conveniente en este mundo. A MARÍA se le llama la llena de Gracia (Cf. Lc 1, 28); la mujer de Fe (Cf Lc 1, 38) o la madre de la Iglesia (Cf Jn 20, 26; Hch 1, 12-14 ).El atributo dirigido por el Ángel a MARÍA como la Llena de Gracia encierra una densidad espiritual suficiente como para extraer características espirituales difíciles de catalogar, pero la realidad excede con  mucho a las palabras y el misterio envuelve la propia condición humana de la VIRGEN . Esta presencia de DIOS dada en plenitud a la VIRGEN no alteró las limitaciones humanas, y observamos en este mismo evangelio de san Lucas como la VIRGEN y san José sufrieron la ignorancia y el desconcierto cuando JESÚS decide marcar su verdadera mayoría de edad moral, quedándose con los doctores en el Templo de Jerusalén, sin decírselo a sus padres. Este hecho es preciso situarlo al lado de la obediencia anotada por el evangelista, a reglón seguido, de JESÚS a sus padres, (Cf. Lc 2, 51-52); y la sabiduría asentada en el corazón de la VIRGEN en un proceso de dolor, expiación y ofrecimiento personal (Cf Lc 1, 35) El ambiente familiar en el que crece JESÚS está formado por personas que saben lo que es el riesgo de la existencia, las consecuencias de las conspiraciones de los poderosos y las tomas de decisiones en las encrucijadas de la vida (Cf. Mt 2, 13-15) San José era “tecton”, que habitualmente traducimos por carpintero, pero que abarcaba distintas actividades artesanales, y puede ser que entre ellas estuviese la de un forjador en su fragua. Algo así realizó el ESPÍRITU SANTO con MARÍA, san José y JESÚS en Nazaret. El fuego del ESPÍRITU no se traduce las más de las veces en iluminaciones interiores, sino en la dura y fatigosa forja de una personalidad espiritual  marcada por la Cruz.



Preparando el camino al SEÑOR, el evangelio de Juan dispone  la presencia de MARÍA al comienzo y al final del ministerio evangelizador de JESÚS, y eleva el papel de la VIRGEN a un nivel que sólo podemos vislumbrar tenuemente. El capítulo dos  del evangelio de san Juan narra el acontecimiento festivo de las “Bodas de Caná” Para el tema que estamos tratando sólo nos interesa extraer el momento en el que la VIRGEN parece que fuerza la actuación pública de JESÚS, adelantando su Hora, en las propias palabras de JESÚS. Nos surge inmediatamente la pregunta: ¿Quién es ESTA que posee tal poder como para alterar los planes divinos? o ¿qué lugar de interlocución ocupa MARÍA con respecto a los planes divinos?; su intervención, ¿mejora o empeora la actuación evangelizadora de JESÚS? Los destinatarios de la acción salvadora de JESÚS somos todos los hombres, ¿favorece o entorpece la intervención de MARÍA la tarea de su HIJO hacia todos nosotros? En las bodas de Caná, a los novios se les había acabado el vino; y a la humanidad en muchos momentos de la historia se nos ha agotado el vino, es decir, ¿cuántas veces, a lo largo de la historia, la humanidad ha necesitado un incremento de fuerza interior para salir de la tierra movediza que la engullía? Nos parece que por nuestras exclusivas fuerzas salimos adelante, pero la cosa no es así. Pero volviendo a las bodas de Caná, el evangelista señala que en virtud de la conversión del agua en vino JESÚS manifestó su gloria y creció la adhesión (fe) de los discípulos hacia ÉL (Jn 2, 11). Por segunda vez el evangelio de Juan recoge el título de MUJER dado por JESÚS a su MADRE, que estaba a los pies de la Cruz. En la Cruz de JESÚS todos somos engendrados para una humanidad nueva y en esa nueva humanidad MARÍA interviene como Madre en el orden de la gracia (Concilio Vaticano II, lumen Gentium, n. 61). Con otras palabras, asistimos en el momento del máximo sacrificio de JESÚS en la cruz, al nacimiento de la Iglesia (Cf Jn 20, 26-27). MARÍA una vez más precede la Venida del SEÑOR, prepara sus caminos.


MARÍA preparó el camino al SEÑOR en sus treinta años de vida en Nazaret; preparó a los Doce como depositarios especiales de la Nueva Alianza en Pentecostés, y sigue preparando a lo largo de la historia con sus actuaciones especiales la Segunda Venida del SEÑOR.


domingo, 11 de diciembre de 2016

Al final, ‘BE’ no es ‘buena educación’...




Es una pena que la arrogancia e irresponsabilidad de unos diputados afecte tan negativamente al buen nombre de Portugal. El modo rupturista de estar en la política es la antítesis del modo cristiano de ejercer el poder.

Si ‘BE’ es una “buena acción”, sería de esperar que ‘BE’ fuese “buena educación”. Pero no es: en realidad, BE es incluso el opuesto de la buena educación...

Como es sabido, los reyes de España vinieron a Portugal, en visita oficial de cortesía y buena vecindad. Quiso el monarca español, en un gesto de mucha simpatía, honrar al parlamento portugués con su presencia y palabra. Los diputados del Bloque de Izquierda (BE) dudaron si permanecer sentados y no aplaudir las palabras del soberano. Poco faltó para que no devolvieses al monarca lo que su augusto padre, el rey Juan Carlos, en tiempos dijo a Hugo Chávez: “¿Por qué no te callas?”

En un comunicado, el irreverente grupo parlamentario declaró: “El BE valora a importancia de las relaciones entre el Estado portugués y el Estado español. Pero mantiene la posición de siempre, republicana, y no da carta de naturaleza a las relaciones de poder con base en relaciones de sangre y no en actos democráticos”. Aunque bien que ‘valora’... pero, si lo hace de forma tal malcriada, ¿qué haría si ni valorase?

Los diputados del BE son peritos en decir una cosa y... hacer otra. Si valorasen, como dicen, las buenas relaciones con España, en vez de protagonizar el triste número de circo que brindaron a la palestra internacional, deberían tener una actitud de Estado, digna de quien valora, de hecho, las relaciones entre dos países ibéricos. El PCP, que no es menos progresista ni menos republicano, supo recibir con dignidad y sentido de Estado al rey del país vecino, sin inmiscuirse en cuestiones que son de fuero interno de esa nación. Por tanto, no es una cuestión de coherencia ideológica, sino de falta de madurez política y de responsabilidad institucional.

¿Es que el BE, si por casualidad entiende preferible un jefe de Estado femenino se niega a cumplimentar a un presidente masculino!? Debería hacerlo para, según su desarrapada disculpa, no ‘dar carta de naturaleza’ un poder machista...

El BE tiene todo el derecho de ser republicano, como es de muy buena gente, además católica. Pero eso no lo autoriza a hacer un juicio de valor paternalista sobre el régimen del Estado vecino. No tiene sentido poner en duda la legitimidad democrática de la monarquía española, que no sólo fue el motor de la democratización de ese país, sino que también fue legitimada por el pueblo cuando, por abrumadora mayoría, aprobó su actual constitución. La vigente ley fundamental restauró la democracia y la forma monárquica del Estado,  en la persona del entonces rey Juan Carlos y de su descendencia, precisamente el ahora rey Felipe VI, su hijo y sucesor en el trono.

La justificación del BE también habla rotundamente cuando afirma no reconocer “relaciones de poder con base a relaciones de sangre”. Sucede que ese principio tan solemnemente proclamado es, jurídicamente, un supino disparate, porque también el BE admite relaciones de poder, aunque no estatal, que tienen por base relaciones de sangre, como son, por ejemplo, los poderes parentales: paternal y maternal. Con certeza que el BE no ignora, ni considera legítimo, el poder de los padres en relación a los hijos menores, aún siendo, como ciertamente no son, poderes democráticos.

Un rey constitucional, como es el español, no es, ni tiene, ningún poder: reina, pero no gobierna. No tiene facultades ejecutivas, legislativas o judiciales: es un órgano moderador y de representación de la unidad nacional. Ni siquiera es de sangre porque, como toda la gente sabe, la “sangre” del actual rey de España es griega por la madre –que es, a su vez, de ascendencia danesa y germana- y Borbón por el padre, o sea,  francés... Además, los diputados del BE no tienen ninguna autoridad moral para dar lecciones de democracia al rey de España: cuando los abuelos de los bloquistas probablemente aún no sabían lo que era la democracia, ya el abuelo de Felipe VI, el Conde de Barcelona, estaba exiliado en Portugal, precisamente por ser demócrata y no querer pactar con el régimen franquista.

Espero que a partir de ahora, además de coherencia, los diputados del BE también se levanten cuando suene el himno nacional, que no tiene más legitimidad democrática que la del rey de España y que, tal vez, hasta tenga menos que  “ O Pica do Sete”, de Antonio Zambujo,  mucho más portugués y pacífico que la versión lusa de la bélica marcha marsellesa. ¡Por tanto, señores diputados del BE, sean coherentes: cuando suene el himno, toda la cuadrilla sentadita, con boina en la cabeza, piernas cruzadas y, si es posible, fumando un puro, preferentemente cubano! Lo mismo se diga de la bandera republicana, que tampoco fue legitimada por el voto popular y que, por eso, no puede merecer el homenaje de los demócratas del BE.

La Iglesia católica siempre4 tuvo una actitud de respeto por las autoridades públicas, menos cuando, como aconteció durante los tres primeros siglos del cristianismo, el poder político perseguía sin piedad a los cristianos. Por eso, San Pedro, el primer papa, exhortó a los cristianos a rezar y honrar a los reyes y demás gobernantes (1Ped 2, 13-14). Si el presidente de la República o el primer ministro participan, oficialmente, en celebraciones religiosas católicas, la Iglesia les presta la honra debida a los cargos que ejercen, sin hacer acepción de personas, ni confundir lo que es del Cesar con lo que es de Dios. La Iglesia no adula al poder, pero tampoco ofende a los Jefes de Estado, ni insulta a los que ejercen funciones legislativas, judiciales o ejecutivas. Es una cuestión del más elemental civismo; una cuestión, al final, de buena educación.

Es una pena que la arrogancia e irresponsabilidad de un grupo parlamentario afecta tan negativamente, también a nivel internacional, al buen nombre de Portugal. Es lamentable que algunos diputados, por lo visto nada patriotas, pongan sus rabietas ideológicas al frente del interés nacional. Este modo rupturista de estar en política es la antítesis de la actitud de servicio al bien común que es, al final, el modo cristiano de ejercer, seria y responsablemente, el poder.



sábado, 10 de diciembre de 2016

El tiempo corre a favor de la verdad


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

Querida amiga,

Nadie nace héroe. Todos tenemos cualidades y defectos. Somos un frágil y misterioso equilibrio hecho de muchas irregularidades y contradicciones.
En el corazón de cada uno de nosotros hay una lucha permanente entre el bien y el mal, entre la grandeza y la mezquindad... entre el ser y la nada.

Aquello que somos surge de forma inconstante e incoherente. De nada vale tratar de encontrar una razón p0r la cual somos capaces de una cosa hoy y de su contrario mañana. Hay quien cree que, en algún momento, se finge y en otro se es verdadero, pero no. ¡Somos todos así: inexplicables!

Nuestras circunstancias cambian y nos van empujando en direcciones diferentes, ¡pero nuestras voluntades cambian de forma aún más rápida! Es cierto que no dejamos nunca de querer, pero la verdad es que queremos, a lo largo del tiempo, cosas diferentes... ¡es posible que seamos tan corajudos como cobardes, casi de un momento para otro!

¿Pero qué melodía saldría de un piano cuyas teclas produjesen todas el mismo sonido?
Somos únicos y auténticos y eso es bueno. Importa, con todo, que seamos capaces de perfeccionarnos. Es necesario tener una finalidad en la vida para poder después orientar cada uno de nuestros pasos. Podemos hablar mucho, pero sin un objetivo concreto solo se desperdician fuerzas.

¿Para qué sirven las pinturas y los pinceles a quien no quiere pintar?

¿Qué valen los días –y las noches- para quien no tiene un proyecto de vida?

¿Qué puede recoger quien no ha sembrado nada?

Para conocer a alguien debemos observarlo con paciencia durante bastante tiempo, a fin de identificar cual es su trayectoria entre errores y aciertos... ¡el tiempo siempre corre a favor de la verdad!

No vale mucho la pena intentar comprenderlo todo. Esfuércese por sentir el fuego del bien que hay en el latido de su corazón. Déjese iluminar, calentar y orientar por esa luz

No se deje engañar: la repetición del mal no lo atenúa: nos vuelve cada vez peores. La repetición del bien no lo disminuye: ¡nos vuelve cada vez mejores!

¡Abra nuevos caminos dentro de sí, cada vez más derechos, rumbo al bien, a la paz y al cielo!
Ame y luche por el amor, en cualquier circunstancia... cueste lo que cueste. La felicidad está en esa lucha.

Obrigado.



                                                    (ilustração de Carlos Ribeiro)

http://rr.sapo.pt/artigo/70570/o_tempo_corre_a_favor_da_verdade

lunes, 5 de diciembre de 2016

LO QUE NOS ESPERA III

Pablo Garrido Sánchez

Como se puede comprobar estas cosas del más acá y del más allá son complejas y están todas relacionadas. Nosotros decimos creer, cuando recitamos el Credo, en la resurrección de los muertos o en la resurrección de la carne. Ambas expresiones vienen a decir lo mismo con matices diferentes en los que no vamos a entrar. Pero, una vez más tenemos que señalar la diferencia de nuestra Fe con otras creencias. El destino del cristiano es nacer y morir una sola vez (Cf.Hb 9,27).  Esto tiene que ser así, ateniéndonos a los hechos: ¿Quién se muere? El que muere es una persona que vivió en un cuerpo dotado de una singularidad y personalidad. Esa persona, revestida de una corporeidad gloriosa,(Cf Flp 3,21) ¿puede volver a reencarnarse en otro cuerpo? Si esto fuera posible ¿tendría la Redención  traída por la muerte y resurrección de JESUCRISTO un carácter universal? Por supuesto no es cuestión de discutir con nadie sobre sus creencias, pero me parece  oportuno apuntar estos extremos pensando en los que un día fuimos bautizados, recibimos distintos sacramentos, y sobre todo participamos de la Eucaristía: “El que como mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y YO lo resucitaré en el último día” (Jn 6,54).

Otra cuestión inquietante cuando pensamos en la muerte y lo que nos pueda pasar, gira en torno al juicio . Entonces  diferenciamos entre juicio particular y juicio final. Nos preocupa el proceso judicial que se nos pueda abrir pasado el umbral de la muerte. Al dramatismo del hecho en sí, me refiero a la muerte, añadimos el episodio de un juicio del que en un primer momento no tenemos seguridad de salir indemnes o absueltos.  Dos miedos se nos pueden juntar, y si un miedo ya es malo, que se junten dos miedos la cosa empeora. Algo tendremos que hacer, y lo mejor es tomar alguna precaución. En primer lugar hemos de precisar bien ¿quién nos va a juzgar?; ¿de qué se nos va juzgar?; y uno mismo tiene que formularse ¿quién va a ser juzgado? Lo último parece obvio, pero la reflexión sobre el dato puede dar mucho de sí. ¿Qué concepto tengo de mí?. Una lectura atenta de los evangelios, ahora, mientras vamos de camino por esta vida; y de forma especial el Sermón de la Montaña (Mt 5, 6 y 7º; y su paralelo en san Lucas, el Sermón de la llanura (cp 6), nos servirán de espejo en el que mirarnos. Esto  lleva días, meses y años; y al final, ¿cómo nos vemos? Este ejercicio hay que realizarlo bajo la mirada amorosa de DIOS, porque el perfil personal que vamos a obtener nos va a resultar más o menos deforme y el balance deficitario, porque nuestra condición humana soporta un pesado lastre. Pero JESÚS pagó por nosotros y resolvió nuestro déficit y nos ungió con su ESPÍRITU para otorgarnos una fisonomía espiritual adecuada. Pero todo ello hay que valorarlo, es preciso agradecerlo con una conciencia clara de quiénes somos.

¿Se puede hablar de juicio sin hacer mención a la posibilidad de la condenación? Cuando JESÚS  nos enseña  el  Padrenuestro, en la versión de san Mateo, incluye  la petición al PADRE para que nos libre del mal. Atendamos  a su significado: en la versión de san Mateo se designo  de modo personal al Malo, y se dice “líbranos del Malo”. Este no es otro que “el padre de la mentira (Jn 8,44). La mentira en este caso es mucho más que la falta moral de mentir, aunque la trasgresión continua de la verdad abra puertas y ventanas a la mentira esencial que se identifica con Satanás y su mundo. La gran mentira que arruina al hombre es creerse dios y no precisar de DIOS. Creo que es difícil llegar al punto de un rechazo total de DIOS y aceptar la gran Mentira de Satanás para siempre, pero la posibilidad no se puede eliminar en función de nuestra condición de personas libres con todos los matices que queramos ponerle a la libertad personal.


Pero lo más importante de todo es, ¿quién nos va a juzgar? De manera rápida, pero inapelable tenemos que afirmar: Nos va a juzgar el que nos quiere salvar a toda costa. Nos va a juzgar el que ha soportado el juicio severo que podría recaer sobre cada uno de nosotros. Nos va a juzgar el que pensó en nosotros  desde toda la eternidad, nos llamó a una existencia  histórica y concreta, nos ha hecho justos no por nuestra propia justicia, sino por la muerte de JESÚS y nos piensa glorificar, es decir, llevar al cielo a la propia gloria del HIJO: “A los que predestinó los llamó; a los que llamó los justificó; y a los que justificó los glorificó” (Rm 8,30).

LO QUE NOS ESPERA II

Pablo Garrido Sánchez

Preguntas que son comunes: ¿A dónde van los que mueren? ¿Se establece un juicio absolutorio o condenatorio? ¿Qué es exactamente la resurrección de los muertos? ¿Existe el infierno? ¿Es lo mismo el cielo que la asamblea de los innumerable bienaventurados? ¿Qué hacemos con el purgatorio? ¿Qué pasa con nuestro cuerpo? Ante estas y otras muchas preguntas no podemos abandonar y concluir que no podemos saber nada. Bueno, algo se puede decir, aunque ciertamente la fuente de esclarecimiento que es la Escritura se muestra muy parca en respuestas. También nuestro Catecismo oficial aporta elementos valiosos y firmes. Pero la investigación teológica sobre este campo apasionante no ha cesado y hay cuestiones que precisan iluminación no para satisfacer la curiosidad, sino para fortalecer la Fe. Nosotros rezamos en el Credo que creemos en la resurrección de los muertos, y no simplemente en la pervivencia de los espíritus.


JESÚS nos dice que sólo ÉL conoce al PADRE (Cf Mt 11,27); y podemos añadir que en ese conocimiento están incluidos los grandes designios del PADRE (Cf Jn 3,12) sobre los hombres. Y nos añade que tal conocimiento lo da a conocer a  quien ÉL quiere, por lo que hacemos bien en volver la mirada hacia la Escritura donde se encuentran las palabras de JESÚS al respecto de la vida eterna.

Nos dice: “Os conviene que me vaya, pues así os prepararé sitio; para que donde YO esté estéis también vosotros”(Jn 14, 3). Con lenguaje humano hay que hablar de las cosas del cielo, y  eso precisa de alguna relectura. ¿Es que JESÚS va a preparar una mansión, casa o habitáculo para después ser ocupados? Cuando decimos a una persona que tiene un sitio en nuestro corazón, ¿le estamos diciendo que tenemos un corazón parcelado y en una de sus divisiones lo hemos albergado? Entendemos, en este último caso, que a esa persona le estamos ofreciendo una relación de amistad personal, aunque utilizamos lo del “sitio” como simple metáfora. Será muy provechoso para nosotros que en el cielo no haya sitios, sino estados y relaciones personales derivados de dichos estados. Por eso encontramos en san Pablo de forma repetida que para él lo importante es “estar con CRISTO” (Cf Flp 1,23). El evangelio de Juan recoge expresiones similares:  “y estuvieron con ÉL todo el día” (Cf. Jn 1,39). El cielo, por tanto no es el “sitio” nuevo, sino la nueva relación con JESÚS resucitado, que adquirirá previo paso por la muerte en la Cruz. ÉL mismo lo reafirma: “para que donde YO esté, estéis también vosotros”; pues la vida eterna está en el conocimiento amoroso del PADRE y del HIJO: “La vida eterna consiste en que te conozcan a ti, PADRE, y a tu Enviado, JESUCRISTO” (Cf Jn 17,3).

Otro aspecto que promueve interrogantes e inquietudes es lo de con cuerpo o sin cuerpo en el cielo. En el capítulo quince de  la primera carta a los Corintios, san Pablo, señala aspectos  interesantes. Indicando la diversidad corporal de las distintas criaturas llega a decirnos que resucitaremos con un cuerpo glorioso a semejanza del propio cuerpo glorioso de JESÚS resucitado. Y añade que el cuerpo actual es como una semilla para la inmortalidad (Cf 1Cor 15,35-53;Flp 3,21). Siendo nuestro cuerpo templo del ESPÍRITU SANTO” (Cf. 1Cor 3), se puede entender en el momento preciso que este cuerpo ceda el paso a otro cuerpo gestado en esta vida, pero distinto para acomodarse a las condiciones del mundo espiritual. ¿Tendrán algún efecto los sacramentos que recibimos en esta vida en la constitución del cuerpo glorioso que aparecerá una vez dejado este mundo? Si nos atenemos a lo que nos dice san Juan en su capítulo seis, la recepción del “pan de vida” repercute en la “resurrección del último día”. La expresión “último día” es polivalente, y tenemos que aplicarla a la muerte personal y al contexto general y final. El gran día de la manifestación del SEÑOR tiene lugar de forma particular en el momento de nuestra muerte, pues DIOS es capaz de aplicar todo su amor a cualquier hijo singular y particular. Todo esto no resta un ápice a la mirada universal que procura alcanzar la manifestación al final de los tiempos, que se incardina en el misterio de DIOS.

Tenemos el horizonte personal con el límite de nuestra vida, y sin una precisión milimétrica podemos afirmar que en un periodo de unos años, ochenta o noventa en el mejor de los casos,  acontecerá de forma particular el “gran Día del SEÑOR”, pero la irrupción cósmica, en que todo el universo quede transformado y elevado a la categoría de universo celestial, es algo que escapa a cualquier cálculo. Porque, ni la destrucción  del propio planeta, ni la desaparición de la vida humana del mismo supondría la Manifestación Final Universal, sino el fin del género humano. Y tal cosa podría darse bajo el efecto de una tormenta solar cuya bola de fuego rodease el planeta y absorbiese toda la atmósfera. Y, ¿esto último es posible?  La ciencia actual tiene la respuesta, a nosotros nos importa acogernos a la Providencia divina.

sábado, 3 de diciembre de 2016

LO QUE NOS ESPERA I


Pablo Garrido  Sánchez

('esperemos que "lo que esperamos" le interese a los lectores, aunque estemos en Adviento. Un abrazo Pablo'. A mí me ha interesado y no sólo, me parece un texto precioso, útil, sugerente. Me he tomado la libertad de dividirlo en tres partes, para facilitar la lectura. Después, quien lo desee podrá leerlo seguido y junto, porque merece la pena). 

Vivimos en la esperanza, porque en esperanza hemos sido salvados (Cf 1Pe 1,3). Proyectamos cosas, esperamos acontecimientos y recordamos lo que ha sucedido con la finalidad de afrontar mejor el futuro. Pero es preciso añadir algo más: Alguien nos está esperando siempre más allá de aquí. Le ponemos nombre a los que nos esperan en la vida de los bienaventurados: en primer lugar DIOS mismo, y en segundo lugar todos aquellos con los que en esta vida hemos construido fraternidad. En este grupo tenemos a los familiares y amigos, sin olvidarnos nunca de nuestro ángel custodio y nuestro santo patrono. La fe, la esperanza y la caridad perviven más allá de aquí (Cf 1Cor 13,13), aunque juegan un papel fundamental en el paso por este mundo. Aunque sea obvio, es preciso señalar que la espera  principal es la de DIOS mismo, y haremos bien en traer a la memoria con frecuencia la parábola del Hijo pródigo, o del Padre misericordioso (Cf. Lc 15,11-32), que sale diariamente al camino a ver si llega su hijo, que reconoce al instante aunque lo reciba hecho un adefesio y haya que vestirlo de nuevo para dejarlo presentable. 


También en el tiempo litúrgico de Adviento, no hay inconveniente en reflexionar sobre nuestro destino en el más allá. Nunca vamos a agotar el tema, pero algunas cuestiones podemos afirmarlas basándonos en la Escritura. Una primera consideración incómoda es que nos tenemos que morir, pues el estado de vida presente viene marcado por la biología con el factor de la mortalidad, y nuestras células están acompañadas del correspondiente marcador biológico que determina el envejecimiento y la muerte final en un tiempo determinado, salvo algún suceso que anticipe la propia muerte. Este hecho incómodo, por decirlo suavemente, nos acompaña con más o menos claridad en todas las decisiones de la vida adulta: sabemos que vamos a morir, aunque no sepamos exactamente ni el cómo, ni el cuándo, ni el dónde; aspectos que pueden añadir un poco más de intranquilidad a este hecho. En esta tesitura podemos afrontar de forma cristiana la muerte o dejarnos embargar por la anestesia del rechazo a un planteamiento transcendente. Es cierto que optar por esta última vía puede conducir a un estado interior muy poco recomendable, que en el fondo nada tranquiliza.


Nosotros, como apuntamos, vamos a aproximarnos al hecho de la muerte y de la vida eterna, partiendo de la Escritura y de nuestra experiencia religiosa. Es muy reconfortante, y de tener en cuenta, el haber acompañado a un amigo o familiar en los últimos días o momentos previos a su fallecimiento, y haber sido testigos de la paz y serenidad que acompañaron el tránsito de la muerte al otro lado de la existencia vedado para los que permanecemos en esta orilla de la vida. La muerte es el acto más serio, importante y decisivo del ser humano en este mundo, y DIOS así se lo toma. Los chascarrillos que formulamos sobre la muerte y los difuntos pueden rebajar algo la tensión que el tema suscita, pero se pueden decir verdaderas tonterías. Nadie en su sano juicio desearía volver de la edad adulta a la infancia, salvo que se padezca una patología regresiva; lo mismo sucede con aquel que ha entrado en la otra vida salvo patología se desengancha de esta vida, porque la existencia continúa en estadios muy superiores.

La belleza es fuente de felicidad


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


En todo lo que decimos o hacemos, buscamos siempre la verdad, el bien y la belleza del mundo. A pesar de que las encontramos siempre unidas, no siempre comprendemos que son una sola cosa.

El mundo está lleno de belleza. Pero para admirarla es necesario salir de nosotros mismos para encontrarnos así más ricos –de aquella riqueza que importa. ¿Cuántos consiguen sentir, pensar y admirar la belleza a su alrededor? ¿Quién se deja tocar, enternecer y conmover por los brillos del verdadero bien que se esconde y revela en el mundo?

La belleza nos abre el corazón y quiere habitar en nosotros como una luz invisible, que ilumina lo que tenemos de auténtico: bueno, verdadero, bello. En el fondo de nuestro corazón existe un pedazo de eternidad, que despierta cada vez que ponemos atención en algo bello del mundo que nos rodea.

La belleza de una música puede ser suficiente para arrancarnos de la miseria en que tantas veces tememos vivir. La belleza nos revela lo invisible que está en la raíz de todas las realidades. Quien solo ve las apariencias no ve la verdad, la bondad y la belleza que existen incluso detrás de la miseria, del hambre y de la tristeza. Quien solo ve apariencias solo ve ilusiones.

Cada uno de nosotros es lo que es, no lo que parece. No debemos juzgar nada ni a nadie con base en las apariencias, o, menos aún, en las opiniones de los que solo piensan y dicen lo que oyen decir a los otros.

Hay un silencio sublime... bueno, verdadero y bello.

Un largo camino por el cual acabaremos por descubrirnos a nosotros mismos... si seguimos adelante, llegará el momento en que admiremos la verdad que hay en todo cuanto existe.

Encontrar lo esencial es descubrir el sentido de la vida.




                                                          (ilustração de Carlos Ribeiro)