JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
Sólo las cosas que son buenas pueden ser usadas mal.
Es la mala utilización de una cosa lo que acaba por hacernos
daño, siendo que nunca son los instrumentos los responsables de los perjuicios
que causan, sino los que los usan con mala intención o sin la noción del poder
que dan. Quien, por falta de conciencia del mal que puede hacer, o hace, es
responsable en parte del acto, pero de forma integral por la ignorancia que
impone a sí mismo.
El uso de la palabra tiene cuatro virtudes asociadas a
cuatro tentadores males.
No debemos ofender. La falta de respeto hacia el otro es,
sin excepción, condenable, pues nadie tiene derecho a condenar a otro solo con
base a una voluntad interesada solo en sí misma. Una injuria acaba siempre por
deshonrar más a quien la hace, que a quien es blanco de ella.
Las palabras no deben provocar discordia. Hay quien cree que
nos entendemos mejor cuando conversamos, pero hay momentos en que pasa lo
contrario: es por abusar de las palabras por lo que surgen los desencuentros.
Los que alimentan guerras quieren solo arrastrar a los otros a sus propias
tinieblas.
No se debe mentir. La verdad es algo precioso, que
perfecciona a quien la escoge en detrimento de las tentaciones de suavizar, enmascarar
u ocultar la realidad. Tal vez el mundo que tenemos no sea tan bueno como sería
posible, pero será siempre peor cada vez que alguien lo falsea por causa de los
egoísmos, en provech0 de su orgullo y a fin de encubrir sus faltas. No hay
medias mentiras ni medias verdades, eso son solo formas mentirosas de cómo la mentira
dice la verdad a su conveniencia. Una mentira, sea ella mayor o menor, es
siempre y solo una mentira. Algo malo es simiente para el futuro. La verdad
puede causar dolor, pero nunca tanto como una mentira
Las palabras no deben alimentar futilidades. Quien llena aquello
que cree que son tiempos vacíos de su vida con palabras sueltas y desenraizadas
acaba siempre por hablar de más –porque dice lo que no debe, y de menos- porque
no dice lo que debe, quedándole después poco tiempo, atención y fuerza para
construir algo bueno.
Quien escoge el misterio del silencio encuentra en el más
paz, fuerza y luz que cualquier discurso, por más bello que parezca.
El silencio es una de las mejores armas contra el mal, que
así nunca encuentra forma de atacarnos con eficacia.
La palabra es una espada afiladísima. Usada de forma inconsciente
será casi un milagro que no hiera a alguien, una simple palabra tiene un poder
capaz de envenenar la credibilidad de otro, las relaciones humanas y la propia
dignidad de quien la dice.
El silencio es siempre la última palara.
(ilustração de Carlos Ribeiro)
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