sábado, 31 de diciembre de 2016

¿Quién tiene miedo a las pesadillas?


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

¡Las ideas que formamos a cerca de las cosas pueden atormentarnos mucho más que las propias cosas, por malas que sean!

Nuestra racionalidad llena los espacios vacíos del conocimiento con creaciones de la imaginación. Pero el resultado nunca es bueno, cuando se termina por confundir lo imaginario con lo real. La imaginación tiende a deformar la realidad, presentándonos como peor lo que no es tan malo, o mejor, lo que no es tan bueno.

Cuando se imagina lo mejor es más sublime, el riesgo de desilusión aumenta de forma brutal, al punto de bastar un instante de realidad para que la catedral que construimos se reduzca a una mera sombra de polvo que se posa sobre las ruinas.
Cuando la imaginación se deja guiar por el mal, crea desgracias de tal forma trágicas que nos hacen sufrir más que si fuesen reales.

Por eso, es necesario tomar una cierta distancia entre la realidad y la representación que de ella nos hace la imaginación.
Ya es preocupación suficiente intentar resolver los problemas reales de hoy, no perdiéndonos en hipótesis más o menos creíbles. ¿De qué vale huir de los males de hoy rumbo a lo que nos parece ser un sueño si, en realidad, estuviéramos metiéndonos en una verdadera pesadilla?
Lo que es más cierto es lo incierto y es necesario aprender a vivir con ello, a pesar de los miedos y de las ilusiones.

Cada uno de nosotros es también una obra hecha de sueños y pesadillas. Pero somos más, mucho más. Somos lo que ningún sueño o pesadilla consigue ser: somos vida. Una vida concreta, irrepetible y auténtica.
Lo peor de los sueños es que pasan; lo mejor de las pesadillas es que pasan también.
El bien parece siempre tardar y después volar lejos; el mal parece empeñarse en quedarse... pero cada uno de nosotros escoge lo que quiere dentro de sí y lo que sale fuera de su corazón.


(ilustração de Carlos Ribeiro)



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