JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
En todo lo que decimos o hacemos, buscamos siempre la
verdad, el bien y la belleza del mundo. A pesar de que las encontramos siempre
unidas, no siempre comprendemos que son una sola cosa.
El mundo está lleno de belleza. Pero para admirarla es
necesario salir de nosotros mismos para encontrarnos así más ricos –de aquella
riqueza que importa. ¿Cuántos consiguen sentir, pensar y admirar la belleza a
su alrededor? ¿Quién se deja tocar, enternecer y conmover por los brillos del
verdadero bien que se esconde y revela en el mundo?
La belleza nos abre el corazón y quiere habitar en nosotros
como una luz invisible, que ilumina lo que tenemos de auténtico: bueno,
verdadero, bello. En el fondo de nuestro corazón existe un pedazo de eternidad,
que despierta cada vez que ponemos atención en algo bello del mundo que nos
rodea.
La belleza de una música puede ser suficiente para
arrancarnos de la miseria en que tantas veces tememos vivir. La belleza nos
revela lo invisible que está en la raíz de todas las realidades. Quien solo ve
las apariencias no ve la verdad, la bondad y la belleza que existen incluso
detrás de la miseria, del hambre y de la tristeza. Quien solo ve apariencias
solo ve ilusiones.
Cada uno de nosotros es lo que es, no lo que parece. No
debemos juzgar nada ni a nadie con base en las apariencias, o, menos aún, en
las opiniones de los que solo piensan y dicen lo que oyen decir a los otros.
Hay un silencio sublime... bueno, verdadero y bello.
Un largo camino por el cual acabaremos por descubrirnos a
nosotros mismos... si seguimos adelante, llegará el momento en que admiremos la
verdad que hay en todo cuanto existe.
Encontrar lo esencial es descubrir el sentido de la vida.
(ilustração de Carlos Ribeiro)
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