domingo, 15 de mayo de 2016

¡Superhombre y mujer maravillosa: pareja perfecta!



Para un cristiano, el ‘superhombre’ y la ‘mujer maravilla’ no son figuras legendarias o mitológicas, pero sí los santo como los que, siendo casados, fueron siempre fieles a su compromiso matrimonial y fe.

¡En los siguientes términos aeronáuticos ha sido insistentemente anunciada la nueva colección de superhéroes DC: “Vuele hasta un banco para no perder Superhombre y mujer maravillosa: par perfecto!”

Es curioso que, en estos tiempos en que muchos no creen en la santidad matrimonial y familiar, que les parece una utopía irrealizable, en los circuitos comerciales no se desiste, a lo que parece, del ideal del ‘par perfecto’. El del anuncio es solo un producto de la fértil imaginación de Charles Soule, autor del argumento, y de Tony S. Daniel, que realiza los diseños. Pero hay un ‘par perfecto’, histórico y verdadero: el de José y María, la madre de Jesús.  

Es verdad que esta sagrada familia era muy peculiar, no solo porque, según la fe cristiana, María fue generada sin pecado original y concibió virginalmente del Espíritu Santo su divino hijo, sino también porque José, su marido, tuvo conocimiento de la filiación paterna del hijo de María por una revelación sobrenatural, por la cual también se le hace saber que, como esposo que era de la madre de Jesús, debería asumir el papel de padre del hijo de María.

Si no faltaron acontecimientos de orden trascendente en tan especial familia, también es verdad que, no obstante la eminente santidad de José y de maría, no le fueron ahorradas las crisis matrimoniales por las que pueden pasar las familias humanas.

¡Por eso, este santísimo matrimonio estuvo dispuesto al divorcio! José no solo ponderó la hipótesis de repudiar a María, o sea, divorciarse de ella, sino que llegó a tomar esa decisión. La razón de esa ruptura era clara y parecía muy legítima: ¡su mujer estaba en cinta de un hijo que no era de él! De tres verdades incontestables –  que María estaba casada,  que estaba en cinta, y  que el hijo no era de su marido – cualquier mortal sacaría la conclusión obvia: la de la infidelidad de la esposa de José. No así su marido que, siendo justo, no la quiso difamar, prefiriendo repudiarla en secreto, o sea, sin divulgar la razón por la que se divorciaba de ella. Propósito que no llegó a cumplir solo porque, in extremis, fue  esclarecido sobre el origen divino del hijo de María.

Igualmente después de saber, por un ángel, que su mujer concebiría del Espíritu Santo, José podría haberse sentido ofendido por su esposa al haber aceptado aquella concepción extramatrimonial sin su conocimiento. Lo mismo que María pudiera entender, como era razonable, que la voluntad divina no debía ser condicionada por la aquiescencia de José,  podría con todo haberlo informado sobre lo que había ocurrido en ella, como más tarde hizo con su prima Isabel, la madre de Juan el Bautista. Que no lo hubiese hecho, causando así tan gran malestar a José, al extremo de sentirse tentado de dejarla, parece haber sido, por parte de María, una grave infracción de los más elementales deberes conyugales. 

Era, por tanto, razonable que el marido ‘engañado’ por ella se separase. También era comprensible que José no estuviese dispuesto a fingir una paternidad ficticia, que no había sido consentida por él, ni conocida.

¡La forma extraordinaria como José cumplió su misión de esposo de María y padre adoptivo de Jesús permite considerarlo, sin exageración, un verdadero superhombre, como también María es, sin hacerle favor, una verdadera mujer maravillosa! Pero, como ellos, hay en el mundo, desde hace dos mil años, innumerables parejas de superhombres y mujeres maravilla. Como dice G.K. Chesterton, nada hay más extraordinario en el mundo que una familia: un hombre no extraordinario casado con una mujer no extraordinaria y sus hijos no extraordinarios.

Si María y José fueron, como tantos otros matrimonios cristianos, una ‘pareja perfecta’, no fue porque no tuviesen imperfecciones -¡todos los seres humanos las tienen!- sino porque supieron superar todas las crisis matrimoniales y familiares. Los casados unidos no son los que no tienen problemas, sino los que los supieron superar por amor, manteniendo la unidad conyugal familiar.

Para un cristiano, el ‘superhombre’ y la mujer maravillosa’ no son figuras legendarias o mitológicas, sino los santos, principalmente los que, estando casados, fueron siempre fieles a su compromiso matrimonial, proeza que solo es posible con la caridad. Este ‘super-amor-maravilloso’ es el tema de la reciente Exhortación Apostólica post sinodal Amoris Laetitia, donde el Papa Francisco escribió: “para evitar cualquier interpretación tendenciosa, recuerdo que, en modo alguno la iglesia debe renunciar a proponer el ideal pleno del matrimonio, el proyecto de Dios en toda su grandeza” (307). Un ideal de amor conyugal y familiar que solo un amor cristiano puede realizar porque, como dice San Pablo, la caridad ‘todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta’ (1Cor 13, 7)

http://observador.pt/opiniao/super-homem-mulher-maravilha-par-perfeito/


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