domingo, 22 de abril de 2018

La Buena Nueva, los rumores y las “fake news”


El Evangelio es, etimológicamente, la buena nueva, pero no faltan personas que piensan que es un rumor sin fundamento o, peor aún, una “fake news” más.
El Evangelio es, etimológicamente, la buena nueva, pero más de dos mil años después de la resurrección de Jesús de Nazaret, todavía hay quien piensa que esta buena noticia es más una “fake news” o, por lo menos, un rumor sin fundamento.
En verdad, la primera referencia a la Pascua cristiana fue un falso rumor. Cuando un periodista de investigación, María Magdalena, fue a hacer un reportaje donde el cuerpo de Jesús había sido sepultado la antevíspera, verificó que el sepulcro estaba vacío. Regresó entonces precipitadamente a Jerusalén, donde dio la noticia como una bomba: “¡Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto!” (Jo 20, 2).
Era cierta la ausencia del cadáver, pero no la suposición de que había sido robado, aunque pareciera ser esa la única explicación posible para su misteriosa desaparición. Por otro lado, la reportera y su equipo, ignorando donde estaba el cuerpo ausente –“no sabemos dónde lo han puesto”- suponen, equivocadamente, que alguien lo había llevado a un lugar desconocido. Aunque fuese lógica su deducción, se precipitan en la conclusión. Es este, además, un vicio muy común en cierto periodismo: concluir a partir de una apariencia ilusoria.
Pedro y Juan no creyeron la sorprendente noticia que les fue transmitida por María Magdalena y, por eso, decidieron ir con ella al sepulcro... Sólo cuando vieron que era el mismo sepulcro y que el cadáver, efectivamente, no estaba allí, la creyeron, pero no en la resurrección. Como Juan aclara, “aún no entendían la Escritura, según la cual Él debía resucitar de entre los muertos” (Jo 20, 9).
La Iglesia debe tomar una actitud crítica en relación a cualquier rumor de algo aparentemente sobrenatural. En principio, es de la más elemental prudencia no creer, aunque sea dicho con la mejor buena fe. Pero también sería imprudente negar esa posibilidad, “porque a Dios nada le es imposible” (lc 1,37). ¿Qué hacer entre tanto, cuando surge el rumor de una supuesta aparición, o de un supuesto milagro? Lo que Pedro y Juan hicieron: analizar los hechos. Sólo si fueran dignos de crédito, pueden ser después reconocidos, por la Iglesia, como señales extraordinarias de la providencia divina.
No obstante las tres veces que Jesús de Nazaret había profetizado su pasión, muerte y resurrección al tercer día, los apóstoles resistieron lo más que pudieron a esta buena nueva. De hecho, el día que aconteció la resurrección, no creyeron a María Magdalena, ni a las otras mujeres que, como ella, habían ido al sepulcro, ni a los discípulos que, de camino a Emaús, tuvieron un encuentro sorprendente con el resucitado. Sólo creyeron cuando lo vieron con sus ojos. Pero como, aún viéndolo, permanecían en la duda, Cristo no sólo los invitó a tocar sus manos y sus pies, sino también comió, en su presencia, un trozo de pescado asado (Lc 24, 42-43). O sea, la resurrección de Jesús pasa de mero rumor a verdadera fe cuando, después de vencida la duda persistente de los apóstoles, gana la consciencia de un hecho, o sea, de una evidencia incontrovertible.
Pero, ni todos los rumores de aquel tiempo se confirmaron. San Juan da cuenta de que entre los primeros cristianos corría el rumor de que, el discípulo que el Señor amaba, no moriría: “corría entonces entre los hermanos que aquel hermano no moriría. ¿Jesús, por el contrario, no dice a Pedro: ‘No morirá’, pero ‘si quiero que él quede hasta que venga, qué te importa?” (Jn 21, 23) ¡O sea, el mismo que da cuenta del rumor es también el que lo desmiente! Moral de la historia: el cristiano debe tener una fe inteligente y, por eso, no debe ser crédulo, ni ingenuo.
Más allá de los rumores, a lo que es preciso oponer un espíritu razonablemente crítico, también hay también las fake news’, que son noticias falsas puestas en circulación a propósito por quien tiene el poder. Tampoco faltaron hace dos mil años…
Es Mateo quien dice: “Algunos de los guardias fueron a la ciudad e informaron a los príncipes de los sacerdotes de todo lo que había sucedido. Habiéndose reunido ellos con los ancianos, después de reunirse en consejo, dieron una gran suma de dinero a los soldados diciéndoles: ‘Decid: sus discípulos vinieron de noche y, mientras estábamos dormidos, lo robaron (…)’. Ellos, recibido el dinero, hicieron como les habían indicado. Y esta noticia se divulgó entre los judíos y dura hasta el día de hoy” (Mt 28, 11-15) Comenta, a este respecto, San Agustín: “¡Astucia miserable! ¿¡Presentan testimonio dormidos!? Verdaderamente estás durmiendo tú mismo, al imaginar semejante explicación” (Enarrationes in Psalmos, 63, 15).
Es significativo que esta noticia falsa sea el resultado de “una gran suma de dinero” porque, también ahora, los grupos económicos que controlan los medios de comunicación social, ‘compran’ ‘fake news’ a periodistas menos escrupulosos, tal vez incluso con la velada amenaza del despido. Algo semejante ocurre en las redes sociales: Mark Zuckerberg reconoció, en su reciente audiencia por el congreso norteamericano, que facebook había cometido un error, al bloquear un anuncio de un curso de teología católica en la universidad franciscana de Steubenville. En esa ocasión, el senador republicano Ted Cruz lo confrontó también con el hecho de que  más de dos docenas de páginas católicas habían sido suprimidas por facebook. Puede ser que su supresión se debiera a un problema técnico y no a una actitud premeditada contra la Iglesia católica, incluso porque millones de cristianos usan, sin restricciones, esa sede social, principalmente para compartir su fe.
Las ‘fake nws’ no son solo noticias falsas, son también noticias asesinas, porque aquel que es mentiroso y padre de la mentira es también homicida (cf Jn 8, 44): cuando no puede matar por la guerra, por el aborto o por la eutanasia, mata por la mentira, como el marxismo y la ideología de género. Por el contrario, el Evangelio no es solo una noticia verdadera, es también y principalmente una buena nueva liberadora: solo la verdad nos hará verdaderamente libres (cf Jn8, 32).
https://observador.pt/opiniao/a-boa-nova-os-boatos-e-as-fake-news/


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