domingo, 25 de septiembre de 2016


Las tragedias detrás de las sonrisas



José Luís Nunes Martins

Vivimos en un mundo extraño. A veces creemos que los otros son todos felices y los únicos desgraciados en el mundo somos nosotros!

El deseo de no desilusionar, ni incomodar a nadie, nos lleva a  no compartir nuestras angustias y desesperanzas. Esbozamos una sonrisa que parece obligatoria y sufrimos solos.

Nuestra cultura es una especie de dictadura de un optimismo ridículo. Nadie parece estar dispuesto a escuchar historias reales y tristes de boca de otras personas. Es mejor escucharlas en la televisión o verlas en Internet donde siempre se puede volver la cara, cambiar de canal o pasar página y poner la atención en algo mas animado.

Lo mismo cuando alguien nos pregunta como estamos, nunca debemos responder con honestidad, pues nos arriesgamos a que nos den la espalda de inmediato. Desde muy temprano aprendemos que estás preguntas se hacen , pero no para ser respondidas.

Hay quien tiene muchos amigos solo porque nunca los importunó.

Hoy también se concede mucho valor a aquello que llaman creatividad y desobediencia. Después, con hipocresía, a nadie se le perdona que vaya contra el pensamiento de la multitud o que se atreva siquiera a violar una sola de las leyes de la opinión general, que cambia más deprisa que cualquier otra moda… aunque sean prejuicios más arraigados que los peores vicios.

Un resumen simple de lo que se nos exige: parecer siempre bien, por muy mal que nos sintamos ; Sonrisa en la cara para agradar a todos y no incomodar a nadie; ser atrevido y desobediente, pero solo de acuerdo con las normas e innumerables modelos que existen de eso y de los límites de la moda del momento.

Frente a este contexto, es importante y urgente que tengamos el coraje de ser auténticos, de ser hombres y mujeres de carne y hueso, con alegrías y tristezas, llenos de gracias y desgracias. Dispuestos a ser la mitad de un abrazo para los que quieren ser como nosotros: verdaderos.

martes, 20 de septiembre de 2016

Bancos impios


El Señor perdono la deuda del administrador astuto porque le suplicó … pero el, que fue perdonado, exigió con violencia a su deudor lo poco que le debía. Así nos pasa ahora con los bancos, que después de haberlos rescatado con dinero de todos, no muestran la mínima piedad con los pobres a quienes sus ingresos no les alcanzan y, condenados como están a cobrar por el banco, se ven amenazados continuamente por alguna pequeña deuda con el banco, un descubierto de un céntimo, o porque tuvo que pedir un anticipo por un imprevisto.

Y no digamos ya cuando se trata de cantidades mayores, alguien que emprendió un negocio y ha fracasado, este banco que concede el crédito se desgañita, por teléfono a todas horas del día, amenazando por medio de unos servicios jurídicos serviles con embargos o  con multas imposibles de llevar a cabo por la insolvencia más absoluta del pobre deudor.

Deudor que se ve impotente, y se desespera porque no puede cuidar de su familia, o porque no puede vivir por su cuenta y tiene que recurrir a  la caridad. Hoy la caridad se entiende mejor como Misericordia, que expresa mejor la enorme distancia, el abismo que se agranda cada día entre los que tienen para vivir y aún podrían dar de comer y trabajo a otros, y los que no poseen nada. La Misericordia es esa actitud divina que da sin medida, sin cansarse, sin mirar a quien, igual que sale el sol para todos, que paga a todos el mismo salario, aunque su jornada haya sido diferente. La misericordia da porque es infinitamente generosa, incluso da cuando no tiene nada que dar, de algún sitio saldrá la ayuda necesaria, en algún momento que no esta previsto, y si no llega, o parece que no llega, es que esta generando la fuera necesaria, o está llamando o está, con seguridad, denunciando el egoísmo de los que pudiendo no remedian el do!or, la humillación, el hambre, la tristeza, el desamparo.

Que sociedad estamos creando entre todos!? Los bancos, los gobernantes incapaces de defender el bien común, los ciudadanos egoístas y ciegos, que no ven más allá de sus narices, que haciendo mal uso de su libertad malgastan su vida perjudicándose ellos mismos y a cuantos le rodean.

Bancos impios


El Señor perdono la deuda del administrador astuto porque le suplicó … pero el, que fue perdonado, exigió con violencia a su deudor lo poco que le debía. Así nos pasa ahora con los bancos, que después de haberlos rescatado con dinero de todos, no muestran la mínima piedad con los pobres a quienes sus ingresos no les alcanzan y, condenados como están a cobrar por el banco, se ven amenazados continuamente por alguna pequeña deuda con el banco, un descubierto de un céntimo, o porque tuvo que pedir un anticipo por un imprevisto.

Y no digamos ya cuando se trata de cantidades mayores, alguien que emprendió un negocio y ha fracasado, este banco que concede el crédito se desgañita, por teléfono a todas horas del día, amenazando por medio de unos servicios jurídicos serviles con embargos o  con multas imposibles de llevar a cabo por la insolvencia más absoluta del pobre deudor.

Deudor que se ve impotente, y se desespera porque no puede cuidar de su familia, o porque no puede vivir por su cuenta y tiene que recurrir a  la caridad. Hoy la caridad se entiende mejor como Misericordia, que expresa mejor la enorme distancia, el abismo que se agranda cada día entre los que tienen para vivir y aún podrían dar de comer y trabajo a otros, y los que no poseen nada. La Misericordia es esa actitud divina que da sin medida, sin cansarse, sin mirar a quien, igual que sale el sol para todos, que paga a todos el mismo salario, aunque su jornada haya sido diferente. La misericordia da porque es infinitamente generosa, incluso da cuando no tiene nada que dar, de algún sitio saldrá la ayuda necesaria, en algún momento que no esta previsto, y si no llega, o parece que no llega, es que esta generando la fuera necesaria, o está llamando o está, con seguridad, denunciando el egoísmo de los que pudiendo no remedian el do!or, la humillación, el hambre, la tristeza, el desamparo.

Que sociedad estamos creando entre todos!? Los bancos, los gobernantes incapaces de defender el bien común, los ciudadanos egoístas y ciegos, que no ven más allá de sus narices, que haciendo mal uso de su libertad malgastan su vida perjudicándose ellos mismos y a cuantos le rodean.