José Luís Nunes Martins
No nacemos confiados. Nos volvemos más confiados, a medida que vamos arriesgando, y nos disponemos a aceptar, con la misma naturalidad, tanto el éxito como el ridículo.
Puedo ser competente, tener inteligencia, fuerza, voluntad de aprender y experiencia, pero si me falta la confianza no consigo poner a rendir ninguna de las virtudes anteriores.
El miedo a loa opinión de los otros es algo que crece a medida que le vamos dando espacio. La verdad es que no hay ni una sola persona en la faz de la tierra que no cometa errores, que no haga cosas ridículas, que no tenga ideas estúpidas. ¡Sin embargo, como todos nos esforzamos para que no se vea esa cara nuestra, hay muchos que creen que son los únicos ridículos del mundo! Llenos de vergüenza por el juicio ajeno, esconden sus talentos asta a sí mismos.
¡La verdad es que nadie es norma! Y eso es algo fantástico,
Es difícil imaginar que aquellos que admiro en el día a día teniendo los mismos problemas que yo. Desde los más comunes a los más complicados. Como si fuesen perfectos, y yo no.
Tendemos a no considerar a aquellos con quien vivimos… una vez que hemos conocido sus defectos y vicios, tenemos la certeza de que no son dignos de ser apreciados como aquellos otros que nos maravillan, cuando estos, en verdad, tal vez dejasen de tener esa consideración si los conociésemos un poco más.
La madurez que debemos alcanzar es un nivel de comprensión en que no consideremos a nadie perfecto ni miserable.
Cada uno está llamado a lanzarse a la construcción de la historia. De su historia y la de todos. Eso se hace con los talentos que ya tenemos y con la confianza con la que nos decidimos a construir.
Exige de ti la paz de confiar en tus talentos.
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https://agencia.ecclesia.pt/portal/de-que-serve-o-talento-se-nao-houver-confianca/
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