José Luís Nunes
Martins
La honra es una virtud muy diferente porque no se tiene que
conquistar, somos honrados de salida. Lo que se pide a cada uno de nosotros es
que sea capaz de mantenerla intacta. Si es difícil no herirnos en nuestra
propia honra, la verdad es que después de ser atacada es casi imposible recuperarla.
La honra no depende de lo que dicen o hacen los otros, sino
que está ligada de forma íntima a lo que pensamos, decimos y, en especial, lo
que hacemos. Nuestras elecciones la preservan o la destruyen.
Como la humildad y el recato son esenciales a alguien
honrado, no es de esperar que los que lo rodean lo reconozcan y premien la
virtud de su honra. Con todo, la simple voluntad de buscar la fama de ser
virtuoso es ya, en sí, un serio golpe a la honra.
Nada puede tener más valor que el bien que hacemos sin
espectadores. Además, cuando una virtud es recompensada, es razón para comenzar
a dudar si será pura virtud.
La libertad es el más valioso y peligroso de todos los
dones. Nuestra existencia nos convoca a decidir y a decidirnos. Somos libres y,
por eso, debemos estar a la altura de las respuestas que nos serán exigidas a
propósito de la razón de nuestras elecciones. Eso es responsabilidad.
Algunos, más conscientes del poder real de su libertad,
llegan a creer que es preferible no haber sido condenados a tener que elegir su
vida cada día, a tener que irse definiendo a cada momento. Otros, son tan
irresponsables no se dan cuenta del peso
de las consecuencias que sus elecciones y decisiones tienen en los demás y en
sí mismos.
Y la honra es tan fácil de destruir…
La nobleza de nuestra existencia depende solo de nosotros.
No de las circunstancias ni de aquellos que nos rodean.
La buena suerte no es riqueza, ni pobreza es mala suerte. La
mayor herencia que podemos recibir de alguien es su ejemplo vivo de rectitud. A
pesar de todo lo que haya pasado.
Por mejor o peor que sea el contexto en que vivamos, jamás
dejaremos de estar obligados a ser rectos.
http://www.agencia.ecclesia.pt/portal/a-virtude-que-nao-se-ganha-apenas-se-perde/