Lo que nos distingue es
superficial. Igual que en el teatro, cada uno representa un papel para el cual
se viste de una determinada forma.
Algunos se confunden y
creen que son lo mismo y solo aquello que ven en el espejo… En algún punto de
su futuro han de sentir un vacío abismal, porque se han olvidado de que, más
que tener un corazón, son un corazón, el resto solo es superficialidad sin
valor alguno.
Nuestra existencia terrena
está marcada por estas indumentarias que nuestros corazones tienen que usar,
pero el sentido de nuestra vida no está en ellas.
La felicidad supone que
seamos capaces de hacer que nuestro yo llegue al mundo. Entre los ropajes y a
pesar de ellos. Como pasa una luz a través de las vidrieras.
Somos una luz interior que
debe dar color al mundo, a través de los cuerpos con que nos vestimos.
Lo que importa no es lo
que puede ser visto y escuchado, sino más bien lo invisible y silencioso que
está por dentro de todo y de cada cosa.
En primer lugar, es
preciso aprender a mirar y ver más allá de las capas de apariencias que nos
distinguen. La tendencia natural es por aproximarnos a los que son amables y
bellos, a los que son parecidos a nosotros.
El otro tiene inmensos defectos,
sí. También nosotros.
Perdonar al otro es
perdonarse a sí mismo
https://agencia.ecclesia.pt/…/somos-coracoes-vestidos-de-c…/
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