José Luís Nunes Martins
Estamos hechos de tiempo y nos hacemos en él, por medio de las obras que somos capaces de realizar.
El tiempo pasa como el viento, sin que nos demos cuenta. Lejos de nuestra voluntad. El que no toma su tiempo para sí, siempre tendrá muchas cosas que le ayuden a desperdiciarlo.
Si la felicidad acorta el tiempo, la tristeza lo alarga. Pero solo en lo que es una lectura superficial. En verdad, la felicidad llena de vida pura cada minuto de nuestras horas, al tiempo que la tristeza las vacía de todo…
Nadie escapa a la tristeza, pero la vida en sí no es triste, solo tiene algunas horas más amargas. Peor es aquella tristeza que, gota a gota, se prolongan en el tiempo, como si quisiesen entrañarse en nuestra alma.
Las mayores tristezas nos vuelven mudos, en un estado en que dormir no es muy diferente de morir, como si nuestro tiempo solo fuese un lugar de suplicio del cual desearíamos ser librados.
Es importante que el corazón aprenda a estar tranquilo, mirando para atrás y para adelante. Comprendiendo la verdad que hay en cada momento, sin perder la noción de que está de viaje. Todo pasa, incluso lo que teme que no va a pasar. Tenemos el don del olvido, que nos permite desligarnos de los dolores del pasado.
Que seamos capaces de saber encontrar la alegría en la tristeza y la tristeza en la alegría, porque cada una de ellas es solo la mitad de la verdad. Ningún día es igual a otro. Todo es siempre nuevo, aun cuando se repite.
Sin fe no hay esperanza, porque es necesario creer en aquello que se espera. No hay esperanza sin paciencia, pues, a veces, mientras se espera es preciso resistir las adversidades inesperadas que siempre suceden.
Fe, esperanza y paciencia luchan, cada día, contra el tiempo. Una tristeza es señal de una disputa perdida. La vida es un largo desafío.
En un solo gesto podemos darnos de forma plena. Una hora basta para que conquistemos la felicidad sin fin.
El tiempo sigue delante, sin parar ni volver atrás. Todos los días nos acercan al fin de esta vida, pero también al principio de aquella que ha de venir.
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