José Luís Nunes Martins
El alma de cada uno de nosotros es mayor que nuestro
cuerpo, nos envuelve como un vientre materno. ¡Nos llegó a través de un soplo
más bello que cualquier viento, y traía en sí un trozo de otra alma que se dio
por amor, para que pudiéramos existir!
Tal vez por eso yo sienta que hay un espacio en torno a
mi alma por el que aún soy yo, siendo que, cuando alguien o alguna cosa entra
en él contra mi voluntad, yo me siento peor aún que invadido. Un abrazo es
mucho más que aquello que parece ser… casi un solo corazón protegido por cuatro
brazos.
Solo yo puedo hacer mal a mi alma. Nada ni nadie la puede
manchar, sin mi sí a eso.
Lo que hacemos confiesa lo que sentimos y pensamos, por
más que tratemos de esconderlo. Nuestros actos dependen siempre de lo que vive
en nuestro corazón. Hay quien quiere parecer lo que no es, pero no siempre lo
consigue.
La paciencia es un camino para la verdad, así como la
prisa es compañera del engaño. Dejemos que el tiempo pase y deshaga las
mentiras… Pero cuidado, porque, de cualquier forma, no nos toca a ninguno de nosotros
juzgar a los otros, menos aún sus almas.
Cuando luchamos por el bien, y eso implica tener que
sufrir, es el alma la que hace de esa tristeza una alegría, así nuestra
voluntad se impone a los miedos.
¡El alma es un fragmento perfecto de vida que, aunque
ínfima, es mayor que el universo!
Cada uno de nosotros es un misterio de fuego.
Deja que tu alma incendie el mundo a través de ti,
transformando en luz y calor todo por donde pasa.
Tu alma no es tuya. Es dios contigo.
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