sábado, 29 de septiembre de 2012

“Si no os hiciereis como niños…”




Esta semana ando un poco atropellado y casi no he tenido tiempo de poner en orden los acontecimientos y menos las ideas. Hay tantas iniciativas, tantos movimientos en marcha, que no hay personas para todos, porque unos están trabajando, afortunados ellos; otros están ocupados buscando trabajo, otros tienen bastante quehacer como para además meterse en líos. Algunos, en cambio, se multiplican, y están en varios sitios a la vez, pero como esto es imposible, unas veces falta en uno o en otro compromiso, como creo que es mi caso, la buena voluntad nos puede a veces y…

La verdad es que las cosas por la oficina han ido bastante tranquilas, pero no quería dejar pasar por alto algunos datos y alguna anécdota. Un dato que nos pareció revelador de cuánto avanza la crisis es que llegó un joven cántabro, y Cantabria, no se oye mucho por aquí, se la asocia más bien con las comunidades ricas del norte.

Otro asunto, casi doméstico, ya que D. en poco tiempo se ha hecho habitual, y por su carácter pacífico y conversador parece que haya estado por aquí siempre, no le sale un plan para regresar a las islas afortunadas, donde el clima es más amable con los que viven en la calle y se va acomodando a San Fernando.

Tiene un problema de artrosis en un brazo que le hace casi imposible cargar con la mochila, así que le preocupa tener que dormir en la calle ya que ha concluido su período de estancia en el albergue, además con la que está cayendo estos días.

Otro día llegó A., un mujer muy especial, que viene de vez en cuando a ver a Blanca, la trabajadora social; es una “niña grande”, juega con las pinturas…mientras sigue la conversación de los “mayores”, y de pronto comienza a hablar, o mejor a expresar sus sentimientos humanitarios y religiosos como un niño, sin prejuicios ni pelos en la lengua. Llegó nuestro amigo D., y al escuchar ella sus quejas y temores, con la que está cayendo estos días, saltó de pronto: “este hombre no puede dormir en la calle. Vamos, que este hombre hoy no duerme en la calle, duerme en mi casa”. A mí, que le había caído bien porque apoyaba sus ideas religiosas, me insistía que tenía que hacer algo, que no podíamos consentir que “este hombre durmiera en la calle hoy”.

Confieso que me vi apurado, algo avergonzado al no poder convencer a An. para que dejara que otros decidieran y que el mismo D. solucionara su problema. De cualquier modo, su espontánea manifestación  de bondad me impresionó, ¡Cuánta bondad hay en la pobreza, o en la inocencia de un niño, a veces, claro, pues si todos los pobres tuvieran estos mismos sentimientos, ser pobre sería una auténtica bendición y un estado de vida feliz y envidiable, libre de preocupaciones y de estrés, siempre comprendido!

Ahora viene lo complicado, cuando nos dice Jesús: “si no os hiciereis como niños…” Entonces, qué debemos pensar, es difícil no dejarse seducir por semejantes muestras de bondad, que bien pudieran ser la interpretación de estas palabras de Jesús. Debiéramos tenerlas en cuenta, como mucho sonreír, y después hacer posible, si se puede, un sueño; seguir el espíritu de los Reyes Magos, del payaso, hacer felices a los niños  y a los que nada tienen, y así ser feliz uno también: dando lo mejor de sí, saliendo un poco de la rutina y el entorno cómodo que nos hayamos creado.

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