martes, 18 de septiembre de 2012

Educación para la ciudadanía






(Durante el curso del año 2003 me tocó exponer ante los compañeros del colegio el tema de la Educación para la ciudadanía, como no sabía muy bien como hacerlo decidí hacer un recorrido por la historia basándome en el concepto de "ciudad". Como todavía se sigue hablando del tema voy a reproducir la última parte de aquella reflexión muy personal, nada científica ni documentada, desde luego, porque hay personas más capacitadas que yo para hablar del tema, pero quiero aportar mi granito de arena, desde mi experiencia como profesor).

En el llamado “Mundo de nuestros días” los logros son innumerables en todas las facetas de la vida humana. Proliferan las ideas, que van desde el absurdo, porque la vida vale muy poco, hasta las más sensatas y coherentes, en un mundo que se recupera por obra de las nuevas tecnologías y el desarrollo de las democracias y el Estado del Bienestar.
Se suceden numerosas etapas: la Guerra Fría, Los Bloques, la Distensión y la Coexistencia, el Desarme y las conversaciones de paz. La ONU se vuelca en el Desarrollo de los pueblos y la difusión de los Derechos Humanos. Nace la Unión Europea. Etc.
Pero el inconformismo es creciente, por las desigualdades, el miedo a perder lo conseguido, y por tantas y tantas cosas, que todos sabemos y vivimos. Parece que no sabemos muy bien qué hacer con la libertad. Cierto que también, ante las crecientes desigualdades e injusticias, por la incapacidad de los gobiernos (tanto de los países ricos como de los pobres), surgen las ONGs.
Hoy estamos ante un gran cambio, ¿una nueva revolución? Se habla de globalización, de ciudadanía europea, de ciudadanía universal, por no mencionar el progreso desbordante, tantos y tantos adelantos que muchos ni los conocemos, y otros muchos somos incapaces de utilizarlos, o no podemos siquiera adquirirlos.
Las dos grandes revoluciones históricas, Renacimiento e Ilustración, se basaron en las anteriores, y alumbraron grandes progresos. ¿En qué nos apoyamos hoy para lograr un mundo mejor?
No hay ciudades sin ciudadanos esforzados, cultos, que dan lo mejor de sí por su ciudad, con la que se sienten identificados
La Historia no ha terminado, hoy se necesita nuevas ideas que alumbren un futuro más seguro, feliz y próspero para todos. Pero no podemos dejar que otros piensen por nosotros, hemos de contribuir al triunfo de las ideas mejores. Hay un peligroso vacío para ser ocupado por nuevos césares complacientes.
¿Se puede o se debe enseñar ciudadanía como una asignatura más? ¿No será más bien la expresión del fracaso de una sociedad que no ha logrado sus propios objetivos, que no ha hecho sociedad; y que se ve abocada a un futuro próximo demasiado imprevisible?
A los niños, desde luego, no les corresponde tamaña responsabilidad de arreglar los problemas que los mayores no son capaces de resolver. ¿Quién enseña “ciudadanía”? indudablemente cualquier ciudadano honrado enseña ciudadanía, con sus ideas y con su trabajo, por tanto todas las ideologías tienen cabida y ningún gobierno está legitimado para decir qué se enseña y qué no, qué es bueno y qué no, si lo hiciera estaríamos ante el adoctrinamiento propio de una dictadura.
Ante todo debiéramos proteger la escuela de la ignorancia, evitar que entren en ella las malas prácticas de una sociedad insegura, violenta o maleducada.
Llevamos “educando en valores” desde 1982, y hemos cosechado un fracaso escolar estrepitoso, ¿irreversible?
La educación es un valor en sí mismo y suficiente, integra todos los valores, valores universales que ya están en las primeras culturas, y nuevos valores que se han ido incorporando laboriosamente generación tras generación.
A los niños hay que dejarlos ser niños, así no nos “odiarán” por enseñarles cosas aburridas, incomprensibles para ellos porque su corta edad y su propia historia personal no se lo permiten.
Si el objetivo principal de la educación sigue siendo la formación integral de la persona y su capacitación para la vida social, ha de aportar diferentes perspectivas a los alumnos, una mirada al pasado, crítica pero agradecida, una mirada al futuro desde un presente inteligente, culto, con la mirada a un lado y a otro, para que nadie se quede rezagado o discriminado. (Me ha salido una cruz, y el modelo es Cristo, que asume el pasado para abrirnos la puerta a un futuro integrador, a costa de su propia vida, dando lo mejor de sí, ¡y es Dios mismo hecho hombre!. ¡Qué misterio tan atrayente! (El Hombre Eterno).
En cuanto a la ciudadanía universal contamos con una institución mundial, la ONU, que promueve y ampara el cumplimiento de la carta mundial de LOS DERECHOS HUMANOS, que inspiran la novedosa idea de ciudadanía universal (mundial, mejor). Pero la ONU cada día está más desprestigiada y su reforma sigue pendiente, algunos ya quieren sustituirla por otra cosa.
Hemos fabricado un mundo de derechos, muy ambicioso, a lo mejor los árboles ya no nos dejan ver el bosque. Y ante tal complejidad y ante tanta impaciencia, nuevos césares acechan, son líderes de masas, no de individuos libres y formados. Es urgente liberar la enseñanza de ideologías, y enseñar la historia del hombre desde el principio, paso a paso; el pasado no lo podemos cambiar, si lo conservamos tal como fue, sin falsificaciones ni alteraciones, nos servirá de fuente de inspiración y para evitar errores. “…la única forma de continuar una historia es seguir contándola” (Federico Jiménez Losantos).


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