domingo, 2 de septiembre de 2012

Reflexión inevitable





Van encajando las piezas en mi mente de manera espontánea y se van encendiendo pequeñas luces de alerta que me descubren el camino hacia el nuevo cisma europeo, impregnado de marxismo, por tanto de odio y de humanidad a secas, del imperio de la ley del más fuerte, del desenfreno moral porque no hay más  juez que el hombre mismo.

Es el "neomarxismo" o "neocomunismo" que recoge los restos de ideologías caducas empezando por la suya, la de los cristianos con prisa que quieren acabar con la pobreza a la fuerza o la llamada teología de la liberación; y van sumando otras más modernas como la ecología catastrofista que culpan al hombre de todos los males que sufre la naturaleza y más concretamente al capitalismo (como si el comunismo no hubiera contaminado…el medio ambiente y las conciencias…); hace suya y se envuelve en la tolerancia para dar cabida en pie de igualdad a todas las religiones, creencias y opiniones…Y en este río revuelto ¿quién creen que se va a llevar la ganancia? Pues los nuevos apóstoles de la sociedad nueva, se arrogan la categoría de salvadores, y algunos se atreven a compararse con Jesucristo que vino a cambiarlo todo, según ellos como un revolucionario.

Así han empezado una lucha sin cuartel, muy selectiva, atacando a los obispos, al Papa, a quienes representan a la Iglesia, queriendo dar la imagen de que tienen a la Iglesia dominada, que no dejan pensar libremente a los fieles, que no respetan la democracia interna en la iglesia, como si en la iglesia no mandara el Espíritu Santo desde siempre, y en vez del voto no rigiera el respeto a la voluntad de Dios. Quieren hacer una Iglesia de hombres solos, con un Dios creado a su imagen y semejanza, despreciando la verdadera doctrina cristiana que dice justo lo contrario, que Dios nos hizo a su imagen y semejanza, y que sin Él no conseguiremos la verdadera felicidad.

Esas Redes Cristianas que forman parte de este movimiento se me antojan como unos nuevos soviets que no acierto a calificar, si “soviets de la nueva iglesia”, o “soviets anticlericales”, su corazón está con los que se oponen a la Iglesia que suelen ser izquierdistas radicales defensores de no sé qué igualdad social y de las dictaduras comunistas que aún quedan. Sin duda recogen el viejo e indómito anticlericalismo decimonónico que se resiste a desaparecer y confunde churras con merinas; jamás han pedido perdón las izquierdas por los crímenes cometidos contra los curas y católicos de a pie a lo largo de la historia, desde la Primera Internancional hasta la segunda República, en España, fuera de ella son innumerables las víctimas.

Su táctica es eficaz, implacable, han sembrado todas las instituciones de saboteadores, especialmente la justicia y la policía (ZP, algunos jueces del tribunal constitucional y del Supremo, Garzón, Bermúdez, altos mandos policiales que impiden se esclarezcan atentados o crímenes siniestros, el juez de vigilancia penitenciaria, etc); con la iglesia no podrán, pero con las instituciones y el régimen que las sustentan ya lo creo que han podido, les han bastado cuatro conceptos y sobre todo el uso y abuso de la palabra tolerancia y de lo políticamente correcto para intentar sofocar a quienes han venido denunciando las verdaderas intenciones de este movimiento plasmadas en el régimen de ZP.

No puedo evitar ver lo que he descrito, que hay una trama y un plan, las noticias revelan los hechos, los avances y el alcance de dicho movimiento. Las piezas del puzle van encajando, pero hasta que no esté hasta la más pequeña en su sitio no podrán decir que han ganado, lo peor es si el puzle se descompone, y entonces sí tienen la oportunidad de justificar su revolución. Una revolución mundial, contando con la ONU para implantar una constitución universal basada en los Derechos Humanos, ampliada con los derechos de “nueva generación”: al aborto, la eutanasia, etc., adornado todo esto con una iglesia universal sincrética y silenciosa.

Quizá el declive de Obama, su gran pantalla, signifique el declive del movimiento, aunque me temo que no parará, hay ya demasiados interesados, alianzas y pactos, los modales internacionales son cada vez más ofensivos, la complacencia mundial con tantos crímenes en tantos sitios es humillante y desesperanzadora. Una sensación de indefensión se va dejando sentir a flor de piel en todos los niveles, en todos los rincones. Es como cuando se barrunta una calamidad y no se sabe qué hacer o a donde ir porque no hay un sitio seguro. Siento ser tan apocalíptico, pero no puedo remediarlo, ni callarlo.

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