Ayer fueron los acogidos los que
me hicieron fácil la acogida, y no fue precisamente sencilla ni corta, además eran nueve contra uno. No sé bien por donde
empezar, por eso empiezo agradeciendo a los acogidos su extraordinaria
colaboración; cuando llegué a la oficina había un grupo de cinco adultos y tres
niños en entretenida charla con el Director, no creí que todos vinieran juntos
para ser acogidos. Sin pérdida de tiempo me senté y pedí que eligieran a uno
como cabeza de familia para empezar la acogida con el mayor orden posible, lo
cual hicieron instantáneamente.
Comencé la entrevista recogiendo
los datos personales del cabeza de familia,
de la vivienda, nivel de estudios; hasta que llegamos a los apartados
complicados: situación laboral y estado de salud de cada uno. Son tres parejas
en paro, la del cabeza de familia, los padres de la misma y un hermano, también
casado; falta un adulto, precisamente el único que trabaja y que sostiene a
todos, bueno, algo ayuda el padre, que sufrió un infarto cerebral y padece una hemiplejía,
por lo que va en silla de ruedas, pero él está cobrando una ayuda por
desempleo, que se le termina en breve. Con el sueldo de uno y la ayuda del otro
pagan el elevado alquiler y aún les queda algo para los pagos mensuales, pero
para alimentar a diez personas, siete adultos y tres niños, francamente lo
tienen muy difícil.
Hasta aquí todo más o menos
normal en los tiempos que corren, pero la sorpresa, la causa de que yo diga que
tengo que comenzar agradeciendo la colaboración de los acogidos para aclararme
de la situación y las relaciones entre ellos es la alegría que muestran desde
el primer momento, la armonía y buen
entendimiento entre todos ellos. Son un modelo de familia y de solidaridad
frente a la adversidad. El único que vivía aquí de manera estable era el hijo
que trabaja, y es militar, por si esto nos puede sugerir algo. Él es el que ha
llamado a sus padres y hermanos a medida que se han ido quedando en paro y la
situación se prolonga. Los padres habían emigrado a Suiza, pero al mes tuvieron
que venirse y al poco tiempo le viene el infarto.
Una nota curiosa es que todos
tienen nombres compuestos, y a veces poco corrientes, por lo que tenía
dificultad para escribir los nombres, pero lo hicimos con buen humor y así pude
enterarme de otras cosas de Ecuador, y alguna importante como lo del corralito que
padecieron hace algunos años al estilo de Argentina, que los arruinó y los
obligó a salir de su país. Además venían con todos los papeles encima, por lo
que pudimos completar la acogida hoy mismo.
No he tenido una entrevista más
cómoda, con tan buen humor, y con una despedida tan optimista, nadie mejor que
el padre desde su silla de ruedas para demostrar lo que digo; enormemente
agradecido por la atención que le habíamos prestado, expresa además su
confianza en que en un año dejará la silla de ruedas y podrá ponerse a
trabajar, bien en el extranjero, o bien en España si por suerte estuviéramos
remontado la crisis.
Sobran las palabras, no oí una
sola queja, no oí una mala palabra, es que se sienten seguros, apoyándose unos
en otros, y eso les da esperanza de que tarde o temprano irán solucionando sus
problemas.
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