sábado, 28 de octubre de 2017

En busca de una fe sincera


Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


Aquel día, dejo todas las cosas del pasado, con la esperanza de, por medio de ese despojo, ser más.

Estaba dispuesto a ir hasta el fin del mundo si allí pudiese purificar su sentir. Pero gran parte de los males que sentía, se los debía a sí mismo... durante demasiado tiempo se alimentó de mentiras, historias retorcidas y sueños vacíos. Su corazón latía por debajo de aquel enorme monte de basura.


Decidió despojarse.

Aquel día, dejo todas las cosas del pasado, con la esperanza de, por medio de ese despojo, ser más. Expulsaba el mal de sí mismo, para ponerse a descubrir el bien que presentía lo acompañaba siempre, desde siempre, pero que hacía mucho tiempo sofocaba.
Las lágrimas y los gemidos de su sufrimiento le daban fuerza.

Sin nada en las manos y con todo el camino por delante, sintió un alivio que ninguna palabra puede explicar. Sin tener nada, se quedó con lo más importante: poder de darse y, entregándose al mundo y a los otros, contaba, de esa forma, reconquistar un corazón puro.
Caminaba muchas veces con los ojos cerrados, la boca cerrada, inspirando y exhalando el aire de forma profunda.

El camino era duro, cada paso adelante era una conquista de la luz a las tinieblas, de la eternidad a la muerte, del amor al egoísmo. La resistencia era firme y permanente. Un solo descuido y la tragedia sería segura.

Se arrepintió y se perdonó.

Amar no es estar presente en momentos aislados. Es estar presente, siempre. Es el coraje de creer de forma honesta, aún contra toda la historia, las evidencias y las previsiones.

Encontró la fe sincera que buscaba siguiendo el rumbo de sus pasos. No es un destino ni un paraje, es un recorrido personal en dirección a lo eterno.

Ilustración Carlos Ribeiro


sábado, 21 de octubre de 2017

¡El infierno ha pasado por aquí!

P. Gonçalo Portocarrero de Almada


No basta que un gobierno no robe, ni mate, porque también por omisión puede faltar gravemente a sus deberes, si no hiciere lo que debía haber hecho.

Un periodista preguntó una vez al cardenal Lustiger, ya fallecido, si creía en la condenación eterna. El entonces arzobispo de París respondió afirmativamente, como era de esperar de un católico coherente, pero después, soprendentemente, explicó ¡que creía en el infierno porque ya lo había visto! Perplejo, el entrevistador le preguntó donde lo había visto, a lo que el prelado, de origen judío, respondió: en Auschwitz, Treblinka, Dachau, etc. Si fuese hoy, el cardenal parisiense podría aumentar lugares, como Pedrógão Grande, Mação y todas las otras poblaciones portuguesas que fueron pasto de las llamas en estos últimos meses.

Después de la tragedia de Pedrógão, todos pensamos: ¡Nunca más! No todos, mejor dicho: el primer ministro dijo que los fuegos iban a continuar, la entonces ministra de administración interna, a quien corresponde la tutela de ese área de gobierno, aconsejó resiliencia a las poblaciones y un secretario suyo de Estado hasta se permitió el lujo de recomendar a los ciudadanos una actitud más pro activa... Ante esta indiferencia y conformismo gubernativo, no sorprenderá mucho que, en un solo día, se hayan declarado más de medio millar de incendios, que causaron la muerte de cuatro decenas de personas indefensas, destruyeron por completo los bienes de muchas familias, diezmaron varias poblaciones y consumieron extensas zonas de vegetación. En menos de medio año, hay ya más de una centena de vidas humanas que lamentar, por manifiesta negligencia de las autoridades, cuya incompetencia solo es comparable a su descoordinación técnica y eficacia operativa, no obstante los heroicos esfuerzos de los bomberos y de las poblaciones.

Un atentado terrorista, o un terremoto, no son previsibles; un huracán o un tsunami, solo pueden ser detectados con algunas horas de antelación; pero estos incendios ocurrieron precisamente en la época en que todos los años, desgraciadamente, acontecen y por eso, más que previsibles, serán ciertos, si nada se hiciese para extinguirlos. También se supo, con anticipación, que este mes de octubre sería excepcionalmente caliente, por lo que nadie -mucho menos el gobierno o protección civil- puede ahora alegar cualquier imprevisibilidad, ni desconocimiento, o la excepcionalidad de las circunstancias meteorológicas, además comunes a otros países.

Ante la manifiesta incompetencia del ejecutivo, siempre más atento a los sondeos sobre su popularidad, pero alejado de las desgracias que afligen al país, el Jefe de Estado protagonizó, por el contrario, una actitud notable. No solo canceló todos sus compromisos protocolarios, sino que se puso en camino a las zonas más afectadas, para prestar a las poblaciones, aún en estado de choque y justamente indignadas, un apoyo urgente del que carecían. Tal vez algunos puedan pensar que esa manifestación de aprecio por las víctimas de los incendios es meramente sentimental, pero la verdad es que el presidente de la República se expuso a ser incomprendido por los que tanto sufren por la incuria del Estado del que él es, al final, el máximo representante. Coraje que, a lo que parece, le faltó al primer ministro, a la dimisionaria ministra de la administración interior o a sus secretarios de Estado … Pero el presidente de la República no se quedó en una actitud meramente afectiva: haciendo uso de sus prerrogativas constitucionales, habló a la nación; responsabilizó al gobierno, al cual exigió que pidiera disculpas por su negligencia culpable; y comprometió al parlamento en la urgencia de una solución que sea una respuesta rápida y eficaz a esta tragedia. En términos personales e institucionales, el jefe del Estado no podía haber hecho más y, por eso, merece el reconocimiento nacional por este inestimable servicio que prestó a Portugal.


No es por casualidad que, en la Biblia, la condenación eterna es muchas veces representada por el flagelo del fuego. En la predicación de Jesucristo, es recurrente la comparación del infierno con la geena, la escombrera de Jerusalén donde eran quemados los detritos (cf. Mt 5, 29-30; 10, 28). Tomás de Aquino afirma que la imagen del fuego puede que no sea meramente simbólica, en la medida en que traduce de forma realista el inmenso sufrimiento de los condenados.

Es significativo que, en la parábola del juicio final (Mt 25, 31-46), no son los asesinos, los idólatras, los adúlteros, los avarientos o los ladrones los que son excluidos del cielo. ¿Quienes son, entonces, los condenados al infierno?! No son los que hicieron el mal, sino los que no hicieron el bien que podían y debían haber hecho: los que no dieron de comer ni de beber a los hambrientos y sedientos; los que no recibieron a los peregrinos; los que no vistieron al desnudo; los que no visitaron a los presos, y enfermos. No se condenaron por el mal que practicaron, sino por el bien a que estaban obligados y que omitieron.

Se ha hecho ahora pública la acusación contra el anterior primer ministro socialista, por más de treinta crímenes supuestamente cometidos en el ejercicio de sus funciones. Quiero creer que el actual jefe de gobierno no incurra en las supuestas culpas de su predecesor y correligionario, de quien fue, por ironía del destino, ministro de administración interior. Pero no basta que un gobernante no robe, ni sea corrupto: tampoco puede faltar gravemente a sus deberes públicos por omisión de lo que debía haber hecho y no hizo. Si tal negligencia fuera responsable de las más de cien víctimas mortales ya verificadas, es ciertamente criminosa.

El mundo no soy yo


Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


El sufrimiento invita al cambio en el sentido de que estamos más atentos a los otros. Con todo, a muchos solo los vuelve más distantes, fríos o indiferentes. ¿Pero cómo puede alguien tener paz sabiendo que hay otros, semejantes a él, que no la tienen?

La realidad es mucho mayor y muy diferente de lo que solemos creer. Hay mucha gente muriendo de hambre, así como hay personas que dan lo mejor de sí al mundo y marcan la diferencia, incluso aunque nadie les reconozca eso. Sin embargo, nadie es imprescindible, tampoco nosotros mismos.

La humanidad es rica en diversidad, compuesta por pueblos innumerables que fueron adaptando la vida y su vida a las condiciones de los lugares donde fueron construyendo sus casas. En todo tiempo y lugar hay vida. Cada uno de nosotros es a penas una ínfima parte de este movimiento de la vida que quiere vivir.

Algunos, sin embargo, se creen superiores, o por el poder, o por el dinero, o por cualquier otra cosa. Claro, todos tenemos dones que nos diferencian en algo concreto, pero también tenemos otros puntos en que somos más débiles que nuestros semejantes.

Por más que comprenda nuestra conciencia, cuando somos tocados por una tragedia o atañe a uno de nosotros, todo cambia. Consideramos que la realidad altera todo su sentido y se concentra solo en lo que nos acontece aquí y ahora. También en los buenos momentos tendemos a aislarnos de los demás y del mundo, como si... fuésemos la única cosa importante. O sea, raras veces conseguimos pensar de forma adecuada a nuestra posición relativa en el mundo y en la vida.

El sufrimiento invita al cambio en el sentido de que estamos más atentos a los otros. Con todo, a muchos solo los vuelve más distantes, fríos o indiferentes. ¿Pero cómo puede alguien tener paz sabiendo que hay otros, semejantes a él, que no la tienen?

Vivimos solamente en un pequeño trozo del mundo, pero tenemos inteligencia suficiente para comprender que existen otros cuya vida podemos y debemos mejorar, a través de simples gestos que comienzan por no ignorarlos.

Tal vez una de las perores cosas que hacemos sea no agradecer la vida considerando que ella es mala, que somos unos desgraciados y que nada tiene importancia... La verdad es que tal vez el mundo quede mejor sin gente así, que solo sabe mirar para sí mismo.

También nosotros somos otros, en un horizonte donde existimos todos. Iguales en dignidad, pero donde quien se olvida de su prójimo la pierde, por completo, a pesar de las apariencias.

Ilustración Carlos Ribero


miércoles, 18 de octubre de 2017

El milagro del sol que no danzó...


P. Gonçalo Portocarrero de Almada


Algunos creyentes quedaron decepcionados con esta explicación pero, si el milagro supusiese una imposibilidad física, no sería posible su explicación científica.

Ante un acontecimiento extraordinario, le escéptico pura y simplemente niega el hecho, mientras que le creyente -cuyo lema sería la máxima “creo, porque es absurdo”- no admite que el misterioso acontecimiento pueda ser racional. Entre estas dos actitudes extremas, que contraponen la fe a la razón, cabe una posición intermedia, que es la católica: el milagro, no obstante su carácter extraordinario, puede tener una explicación científica. La teología, por tanto, reconociendo la emergencia de lo sobrenatural y la incomprensibilidad de Dios, no se abstiene, con todo, de intentar una justificación racional – como conocimiento científico que es- de los fenómenos de origen trascendente.

¿Qué se puede decir, científica y teológicamente, sobre el milagro del sol, que aconteció en la última aparición mariana, el 13 de octubre de 1917? Hay quien niega que ocurriera algo extraordinario, a pesar del relato unánime de 50 a 70 mil testigos oculares, de todas las edades y condici0nes. Alguno de estos testimonios, como entonces publicó el Observador, fueron ahora publicados por el Engº Bernardo Motta, en su excelente trabajo sobre esta cuestión (El milagro del sol según los testimonios oculares, Lucerna 2017). También hay quien pretende que el sol bailó exactamente delante de aquella multitud. Claro que, si así hubiese sido, habría sido visto en todo el mundo en que, a esa hora, el sol era visible, ya que el astro rey no es exclusivo de aquel lugar, provincia, país o continente.

Sí, en Cova da Iría, pareció que el sol danzaba, pero en el resto del mundo no consta que se hubiese desviado de su órbita natural, se podría admitir que se trató de una alucinación colectiva. Pero esa suposición no es creíble, porque el fenómeno fue verificado también en otros lugares, principalmente en Minde, Alburitel, Sao pedro de Moel -por el poeta Alfonso Lopes Vieira- y hasta Leiria.

Que toda aquella multitud hubiese tenido una visión simultánea, a pesar de sus diferentes actitudes -había creyentes, pero también incrédulos y ateos- y diversas localidades, tampoco parece razonable: fenómenos místicos de esta naturaleza no son experimentales por una multitud tan grande y variada.

Queda la explicación científica de este fenómeno extraordinario. El profesor Gonçalo Xavier de Almeida Garrett, testigo ocular del milagro y profesor catedrático de la Universidad de Coimbra, fue el primero en proponer una interpretación meteorológica para 'la danza del sol'. Pero fue el profesor Diogo Pacheco de Amorim quien formuló la hipótesis de que aquel hecho óptico pudiera haber sido consecuencia de una lente de aire. Este es también el parecer del científico y teólogo Padre Stanley Jaki , doctorado en teología sistemática por el Instituto Pontificio de San Anselmo, en Roma, y en física, por la Universidad de Fordham, en Nova Iorque; galardonado con los premios Lecomte du Nouy, en 1970; y Templeton, en 1987. Es autor de 'God and the Sun at Fátima’ (Port Huron, Michigan 1999, Real View Books), una extensa investigación de cerca de 400 páginas sobre el milagro del Sol; ‘The Sun’s miracle or of something else’ (Port Huron, Michigan 2000, Real View Books, 32 págs.); y todavía el artículo sobre el ‘Milagre do sol’, na notável ‘Enciclopédia de Fátima’ (Principia, Estoril 2007, págs. 355-358).

Según Jaki, “la explicación está en el hecho de dos corrientes de viento que se encuentran en un ángulo podrían hacer que una masa de aire entre en movimiento rotativo. En el caso de que haya una inversión de temperatura, esa masa no solo rotará sino que también será empujada hacia arriba y hacia abajo, y muy probablemente siguiendo una órbita elíptica. El tamaño de tal lente de aire puede variar entre pocos metros y 30 0 más metros. Sí, dijo además, si se llena de partículas de hielo, puede fragmentar la luz del sol en varias, o por lo menos algunas, colores del arco iris, tal como fue observado en Fátima. Un fenómeno semejante ocurre cuando la formación de tornados”.

Tal vez algunos creyentes queden decepcionados con esta explicación científica de lo que sucedió en Cova da Iria en el día 13 de octubre de 1917, pero peor sería si el milagro supusiera una imposibilidad física, en cuyo caso no sería posible su comprensión racional. Pero la fe, aunque sobrepasa la razón, no la contradice: nunca lo sobrenatural es absurdo. Como decía Chesterton, “lo sobrenatural es natural”. “Si consideramos que aquello que fue observado en aquel día memorable en Cova da Iria -explica Jeki- fue una lente de aire, tendremos a mano la posibilidad de encararlo como un milagro físico sin ninguna imposibilidad evidente. Entre las imposibilidades estaría un cambio súbito de la posición del sol, para no hablar ya de su aproximación a la superficie terrestre.

¿Quiere esto decir que, al final, no hubo milagro alguno en la última aparición mariana en Cova da Iria?! Claro que hubo, como pedirá Lucía el 13 de julio, para que todos creyesen en las apariciones, y que la Señora más brillante que el sol se comprometió para su última aparición. Como aclara Jaki, un científico que es también un hombre de fe -dos atributos que no solo no se contradicen sino que se complementan- “el carácter milagroso de esa lente de aire debe ser entendido en la formación que se creó sobre Cova da Iria y en la previsión del momento hecha por Lucía meses antes, así como el hecho de que la lente de aire, siendo tan frágil, se hubiera mantenido durante más o menos 15 minutos después de describir dos o tres recorridos elípticos en dirección a la tierra. La explicación del acontecimiento por medio de una lente de aire da cuenta, de forma satisfactoria, de un complejo cúmulo de sucesos que son milagrosas en la medida en que son imprevisibles y muy raras”.

¡En ningún caso la vidente, o cualquier otra persona, podría producir artificialmente aquel acontecimiento, ni siquiera preverlo, con noventa días de anticipación, el día y la hora exactos en que tan raro y anómalo fenómeno meteorológico iba a ocurrir, precisamente en Cova da Iria! ¡Además, fue porque era público y notorio que ocurriría un milagro, por lo que acudirían entre 50 y 70 mil personas! La madre de Lucía, temiendo que nada de extraordinario sucediese y peligrase la vida de su hija, la acompañó. ¡Que la vidente tenía previsto y anunciado, con tres meses de anticipación, lo que todos, creyentes e incrédulos,verían, es, de hecho, un gran milagro!

Dios, al crear el mundo, lo dotó de leyes, que son la partitura que explica, científicamente, la armonía universal. Pero, como no se ha agotado su divina inspiración, de vez en cuando nos sorprende con un imprevisto que, sin contradecir las leyes de la naturaleza, desafía nuestra razón y nos interpela. ¿No será esto, al final, el milagro?

http://observador.pt/opiniao/o-milagre-do-sol-que-nao-dancou/

viernes, 13 de octubre de 2017

¿Cuál es la mayor aventura de tu vida?


Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


Hay noches que duran meses y otras que duran años. Pero siempre hay una luz que, brillando, vencerá las tinieblas, el frío y el abandono.

En el silencio donde vivo hay una luz que rompe la noche y hace nacer el día. Muchas veces, no le doy importancia, pues al final es algo tan frecuente que parece vulgar. Pero, a veces, la noche es oscura y el brillo de una luz, que comienza muy pequeña, me hace comprender que la vida es al final sublime, un milagro que se renueva y fortalece cada día y cada noche.

Hay noches que duran meses y otras que duran años. Pero hay siempre una luz que, brillando, vencerá las tinieblas, el frío y el abandono.

En nuestro interior hay una luz que nunca se extingue, solo ella nos permite distinguir lo que es precioso de lo que no pasa de ser el truco de una apariencia . Es un milagro sutil e incesante que no se apaga, por mayor que sea nuestra desconfianza.

La mayor aventura de mi vida es haber llegado hasta aquí y estar lleno de voluntad para ir más lejos. Mucho más allá. Más allá de las fuerzas que creo tener y de la felicidad que soy capaz de soñar.

Las aventuras son caminos íntimos y peligrosos en la medida en que, aunque limitados por nuestras circunstancias, no podemos nunca desistir de querer ser más...

Debemos tener siempre la maleta hecha y unas botas preparadas, ninguno de nosotros es de aquí y en cualquier momento puede ser tiempo de que partamos para ir más lejos...

¡En la maleta, debemos llevar solo lo esencial de lo que tenemos, que es muy poco!

¡En las botas, debemos llevar lo esencial de lo que somos, que tampoco es mucho!

Pero aún así solo las debemos llevar en una parte del camino. La aventura es para hacerla con los pies descalzos y las manos abiertas. Sí. Para que aprendamos a escoger bien todos los pasos de nuestro camino... y donde colocar el pie en cada paso.
Ilustración Carlos Ribeiro


http://rr.sapo.pt/artigo/95673/qual_e_maior_aventura_da_tua_vida

sábado, 7 de octubre de 2017

El deseo de poder es una debilidad



Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


A los hombres se les conoce más y mejor cuando tienen poder. Su valor (o carencia de él) es más evidente cuando no tienen grandes presiones exteriores. Si queremos conocer el interior de alguien, basta fijarse en sus decisiones y sus obras cuando tienen a su disposición muchas posibilidades.

Los juegos de poder no son batallas donde disputamos de verdad. Se busca , de varias formas, alcanzar una posición de dominio de donde, casi siempre, creemos ser capaces de definir la verdad. La verdad es solo una y no depende de lo que se diga de ella.

Algunos construyen torres con las cuales quieren llegar al cielo, pero en poco tiempo su misma ambición las hace caer de tan ciegos como quedan. Porque el poder alimenta aún más el deseo de poder. Quieren someter a todo el mundo, pero al ceder a las tentaciones se vuelven esclavos de sus apetitos más rastreros.

La voluntad de poder no es una fuerza, es, más bien, una flaqueza, que, sin humildad, se esfuerza por parecer lo que no es.

A los hombres se les conoce mejor cuando tienen poder. E valor 8o la falta del mismo) es más evidente cuando no se tienen condicionamientos exteriores. Si queremos conocer el interior de alguien, basta fijarse en sus decisiones y sus obras cuando tienen su disposición muchas posibilidades.

Las mentiras explotan siempre las posibilidades de manipular la opinión ajena. La falsedad se arraiga hasta tal punto que algunos de sus protagonistas no son capaces de distinguir lo real de lo que no lo es.

La verdad no depende del poder, no tiene relación con las mayorías o las minorías. La verdad no es democrática. Por eso, poco importa si son muchos o pocos los que comparten nuestra posición. Lo importante es que seamos capaces de descubrir y actuar de acuerdo con la verdad, y cuando eso no fuera posible, entonces que tengamos el coraje de continuar buscando.


Ilustración Carlos Ribeiro