Opinión
de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
A los hombres se les conoce más y mejor cuando tienen poder. Su valor (o carencia de él) es más evidente cuando no tienen grandes presiones exteriores. Si queremos conocer el interior de alguien, basta fijarse en sus decisiones y sus obras cuando tienen a su disposición muchas posibilidades.
Los
juegos de poder no son batallas donde disputamos de verdad. Se busca
, de varias formas, alcanzar una posición de dominio de donde, casi
siempre, creemos ser capaces de definir la verdad. La verdad es solo
una y no depende de lo que se diga de ella.
Algunos
construyen torres con las cuales quieren llegar al cielo, pero en
poco tiempo su misma ambición las hace caer de tan ciegos como
quedan. Porque el poder alimenta aún más el deseo de poder. Quieren
someter a todo el mundo, pero al ceder a las tentaciones se vuelven
esclavos de sus apetitos más rastreros.
La
voluntad de poder no es una fuerza, es, más bien, una flaqueza, que,
sin humildad, se esfuerza por parecer lo que no es.
A
los hombres se les conoce mejor cuando tienen poder. E valor 8o la
falta del mismo) es más evidente cuando no se tienen
condicionamientos exteriores. Si queremos conocer el interior de
alguien, basta fijarse en sus decisiones y sus obras cuando tienen su
disposición muchas posibilidades.
Las
mentiras explotan siempre las posibilidades de manipular la opinión
ajena. La falsedad se arraiga hasta tal punto que algunos de sus
protagonistas no son capaces de distinguir lo real de lo que no lo
es.
La
verdad no depende del poder, no tiene relación con las mayorías o
las minorías. La verdad no es democrática. Por eso, poco importa si
son muchos o pocos los que comparten nuestra posición. Lo importante
es que seamos capaces de descubrir y actuar de acuerdo con la
verdad, y cuando eso no fuera posible, entonces que tengamos el
coraje de continuar buscando.
Ilustración
Carlos Ribeiro
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