sábado, 7 de octubre de 2017

El deseo de poder es una debilidad



Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


A los hombres se les conoce más y mejor cuando tienen poder. Su valor (o carencia de él) es más evidente cuando no tienen grandes presiones exteriores. Si queremos conocer el interior de alguien, basta fijarse en sus decisiones y sus obras cuando tienen a su disposición muchas posibilidades.

Los juegos de poder no son batallas donde disputamos de verdad. Se busca , de varias formas, alcanzar una posición de dominio de donde, casi siempre, creemos ser capaces de definir la verdad. La verdad es solo una y no depende de lo que se diga de ella.

Algunos construyen torres con las cuales quieren llegar al cielo, pero en poco tiempo su misma ambición las hace caer de tan ciegos como quedan. Porque el poder alimenta aún más el deseo de poder. Quieren someter a todo el mundo, pero al ceder a las tentaciones se vuelven esclavos de sus apetitos más rastreros.

La voluntad de poder no es una fuerza, es, más bien, una flaqueza, que, sin humildad, se esfuerza por parecer lo que no es.

A los hombres se les conoce mejor cuando tienen poder. E valor 8o la falta del mismo) es más evidente cuando no se tienen condicionamientos exteriores. Si queremos conocer el interior de alguien, basta fijarse en sus decisiones y sus obras cuando tienen su disposición muchas posibilidades.

Las mentiras explotan siempre las posibilidades de manipular la opinión ajena. La falsedad se arraiga hasta tal punto que algunos de sus protagonistas no son capaces de distinguir lo real de lo que no lo es.

La verdad no depende del poder, no tiene relación con las mayorías o las minorías. La verdad no es democrática. Por eso, poco importa si son muchos o pocos los que comparten nuestra posición. Lo importante es que seamos capaces de descubrir y actuar de acuerdo con la verdad, y cuando eso no fuera posible, entonces que tengamos el coraje de continuar buscando.


Ilustración Carlos Ribeiro

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