sábado, 17 de noviembre de 2018

¿Quién puede darte la paz que crees merecer?




 José  luís Nunes Martins




Nuestra vida mejoraría mucho si en muchas horas de nuestra existencia estresada fuésemos capaces de tener algunos minutos de sosiego. Un silencio de todo, por algunos segundos, es suficiente para que una quietud pura inunde todas las urgencias aparentes e insufle en nosotros un soplo de vida.

Hoy se debate mucho sobre la importancia del equilibrio entre la vida profesional y la familiar, olvidando  que es esencial que cada uno de nosotros tenga tiempo para dedicarse a sí mismo. No por cualquier egoísmo, sino para recuperar y crecer, para prepararse y orientarse. Para detenerse y decidir por uno mismo. Con el fin de no ir nunca a donde no se quiere ir, solo porque todo nos parece que fluye y empuja hacia sí.

Hoy, los que no tienen prisa parece que no se adecuan a este mundo de eficacias y eficiencias, de presencias, objetivos y lucros. El que tiene más paz parece poco comprometido con los resultados comunes. Como si hacer más fuese hacer mejor. Como si trabajar más horas fuese más productivo.

Un día, a una hora concreta, llegará el momento de despedirnos de esta existencia. ¿Cuánto bueno habremos hecho en todas las horas que se nos han dado? ¿De cuántos sueños no realizados nos tendremos que olvidar, solo porque empleamos mal nuestros días y noches, yendo tras de rutinas e ideas sin mucho sentido?

¿Cuánto tiempo hace que no tienes una conversación honesta contigo mismo?

Habrá quien se vea forzado a ir abandonando sus aspiraciones porque nunca se detuvo en serio para encontrarse y dar sentido a su vida de acuerdo con su voluntad íntima, lejos de la presión de lo que interesa a los otros, a lo que muchas veces llamamos destino.


¿Cuántos sueños has dejado morir? ¿No eran importantes? ¿Eran simples fantasías sin sentido ni contribuyeron a tu felicidad?

Un paseo de una hora hacen muy diferentes al corazón, las ideas, la voluntad y los apetitos. Es descanso. Reposo que debíamos tener por obligación. No por el bien que hace al cuerpo, sino por la paz que da al espíritu.

Quien no quiere perder tiempo puede, con facilidad, perder la vida en esa carrera incesante. ¿De qué nos sirve hacer todo lo que es urgente si fallamos en el cumplimiento de lo esencial?


Estás haciendo cualquier cosa, detente por un minuto, ponte en camino, sepárate de ti… a lo  lejos vas a verte mucho mejor. Demórate ahí. Retorna después a tu vida, que tal vez no esté adonde estabas antes.



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