Por Pablo
Garrido Sánchez
Isaías 42,1-4.6-7
/ Salmo 28 /
Hechos 10,34-38 / Lucas 3,15-16.21-22
La alborada del Evangelio
La Navidad termina con el Bautismo de JESÚS en el Jordán por
medio de Juan el Bautista. Este momento señala
la manifestación de la LUZ verdadera, en la que reside la VIDA (Cf. Jn
1,9). Ahora hace su aparición en la
tierra de Israel la encarnación de la
PALABRA, que es DIOS mismo (Cf. Jn 1,1); cumpliendo de esa forma las
múltiples profecías de una intervención personal de DIOS en la historia de los
hombres.
Por otra parte, la
PALABRA, encarnada en JESÚS, existe desde antes de la encarnación y “ha sido y
es la LUZ que alumbra a todo hombre que viene a este mundo” (Cf. Jn 1, 9). … la LUZ, en este caso, coincide con la
CONCIENCIA pura, personal y eterna.
La pregunta por el MESÍAS
… la inquietud por su llegada se respiraba en el ambiente de
aquel momento. Juan manifiesta una característica del MESÍAS que no ofrecerá
duda alguna: “el MESÍAS bautizará en el
ESPÍRITU SANTO y con fuego” (Cf. Jn 1,26-27). El que tenga la potestad de
ungir a los hombres con la acción del ESPÍRITU SANTO, ese es el verdadero
MESÍAS, al que hay que escuchar y seguir.
El bautismo que ofrece Juan … tiene por objetivo conducir a sus coetáneos
al arrepentimiento y la conversión. El objetivo llevado a cabo por Juan no es
de orden menor, pues cualquier giro o cambio en la vida personal que acerque a
DIOS es un logro muy importante …
“Vino a su casa...” (Cf. Jn
1,11)
… la PALABRA, que “desde siempre estaba junto a DIOS, y era
DIOS” (Cf. Jn 1,1). La PALABRA, que es
la LUZ, “ilumina a
todo hombre que viene a este mundo” (Cf. Jn 1,9), sin distinción de
raza, religión o clase social; la
PALABRA, al encarnarse en la persona de
JESÚS de Nazaret, excede todas las expectativas de los hombres de aquel momento
histórico, … Tras la Revelación de la PALABRA en JESUCRISTO estamos en
condiciones de llegar a la propia plenitud en la relación con DIOS.
El bautismo de JESÚS
El evangelio de Lucas, nos dice: “En un bautismo general, JESÚS
también se bautizó” (Cf. Lc 3,21). De modo sencillo, Lucas corrobora
la doctrina expresada en el himno de la carta
a los Filipenses: “CRISTO actuó
como un hombre cualquiera” (Cf. Flp 2,7) … este credo de Filipenses
resuelve lo que la Fe de las primeras comunidades profesaban en torno a JESÚS: su excepcionalidad incluía la solidaridad
con todos los demás hombres.
En esta versión de Lucas quien identifica a JESÚS es
directamente el PADRE: “Y mientras oraba, JESÚS, se abrió el cielo, descendió
el ESPÍRITU SANTO en forma de paloma, y se oyó una voz que decía, este es mi
HIJO amado, mi predilecto” (Cf. Lc 3,21-22). Por otra parte, el evangelio de
Juan, pone en labios del Bautista: “El que me mandó a bautizar me dijo: Sobre
quien veas descender el ESPÍRITU SANTO,
ese es” (Cf. Jn 1,33)
Una acción simbólica
El bautismo de JESÚS en el Jordán es una acción simbólica
con carácter profético, que precisa para su comprensión una trayectoria …
La inmersión de JESÚS en el Jordán es un anticipo de la
inmersión en la Muerte; lo mismo que en la Cruz JESÚS murió recitando el Salmo
veintiuno, así también en las aguas del Jordán rodeado de la multitud que
confesaba sus pecados, JESÚS también oraba. La teofanía del Jordán, en que se manifiesta el ESPÍRITU SANTO revelando
al HIJO, y atrayendo sobre ÉL la voz del PADRE, es un anticipo de la Resurrección,
momento en el que el HIJO queda confirmado como SALVADOR de todos los
hombres.
… es plausible decir, que JESÚS se sumergió en las aguas del
Jordán para cargar con los pecados de todos los hombres representados por los
allí presentes.
Ahora adquieren una
mejor comprensión los “Cánticos del Siervo de YAHVEH” contenidos en el libro de
Isaías, de los que la liturgia nos ofrece hoy el primero de ellos.
“Mirad a mi SIERVO” (Is 42,1)
La revelación contenida en los textos sagrados es suficiente
para que después de veinte siglos sigamos contemplando el interrogante sobre JESÚS.
Nuestra Fe mantiene su vigor en la misma
medida que obtengamos alimento y contenido de la palabra sobre JESÚS en el
Nuevo Testamento.
El gran prólogo, que constituye el Antiguo Testamento,
pudiera sintetizarse en esa breve frase: “Mirad
a mi SIERVO”. Él tiene el encargo de traer a las naciones el derecho que
parte de DIOS. Un nuevo orden humano,
que esperan las personas de buena
voluntad; y para ello este SIERVO provisto de la unción del ESPÍRITU SANTO “no
va a vocear ni gritar por las calles” en tono amedrentador, ni amenazador, … “la
caña cascada no la quebrará y el pábilo vacilante no lo apagará”. ... El ESPÍRITU del que va a estar dotado
este SIERVO va a ser capaz de recuperar
al que está considerado como desecho moral, en la imagen del pábilo vacilante;
y al que la vida lo ha machacado hasta el punto de no dejarle parte ilesa
alguna.
… Este Siervo de YAHVEH, amado, predilecto, ungido por el
ESPÍRITU SANTO; … tiene poder para llegar a las regiones más profundas del
abismo humano y liberar a los hijos de DIOS de los más bajos estadios del Mal.
También en el abismo se dobla la rodilla ante el SIERVO que adquirió “el Nombre
sobre todo nombre” (Cf. Flp 2, 9-10)
“La cosa empezó en Galilea” (Hch 10,37)
… como dice Pedro, en casa de Cornelio, “la cosa empezó en
Galilea”; Y lo que allí dio comienzo, continúa hoy en nuestros días con un Bautismo que supera
del todo al que Juan realizaba: “Yo bautizo con agua, pero el que viene detrás
de mí es más fuerte que yo. Ese os bautizará con ESPÍRITU SANTO y fuego” (Cf. Jn 1,26-30 )
Si la Iglesia hoy puede seguir ofreciendo la unción del
ESPÍRITU SANTO es gracias a que JESÚS de Nazaret le fue otorgado “el ESPÍRITU
SANTO sin medida” (Cf. Jn 3,34); y ÉL se lo confiere a su Iglesia. Gracias a la
presencia del ESPÍRITU SANTO permanecen el Bautismo y la Eucaristía entre
nosotros para darnos una vida que no es de este mundo, sino del venidero, pero
se nos da ahora por gracia en este mundo.
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