sábado, 26 de enero de 2019

Resistir a lo que otros quieren


José Luís Nunes Martins


El mundo nos grita cada vez más alto sus órdenes. Notificaciones, mensajes pasionales y de grupo, correos electrónicos, agendas cargadas de compromisos, noticias de última hora y ataques de publicidad cada vez más personalizados. Todo esto nos aleja de nosotros mismos y de nuestra preciosa paz, de donde podían nacer cosas mucho más bellas e importantes que reacciones y respuestas a los requerimientos del mundo y de los otros.

Parece que siempre hay alguien concreto que está esperando que hagamos cualquier cosa… Todos parecen reclamar nuestra atención de forma que no admite sino que obedezcamos. Así, la mayoría de nosotros vive esclavizado por voluntades ajenas a la nuestra.

Nunca como hoy tuvimos tantas herramientas para trabajar y nunca la concentración fue tan difícil.
Cuando, cerca del final del día, disponemos de algún tiempo para nosotros, ya estamos exhaustos.

Tal vez sea importante que repensemos ahora no lo que hacemos, sino nuestra estrategia para enfrentarnos con aquello que nos piden y con aquello que nosotros mismos soñamos.

Nuestros vicios y hábitos forman parte de nosotros, pero siempre es posible cambiarlos.

Quien espera el sitio, el momento y el ánimo seguros, nunca hace nada. Trabajar en serio en algo grande implica hacerlo cuando no apetece, en lugares y tiempos que no son los más adecuados. Quien se rinde a las circunstancias nunca podrá elevarse por encima de ellas.

Ocupados y preocupados con las pequeñas cosas, acabamos sin tiempo para las grandes, aquellos sueños que están esperando que los realicemos, cuando tuviéramos tiempo y concentración.

Nada grande y bueno se concreta sin que tengamos que empeñarnos en ello durante más y más horas, renunciando a cumplir montones de otras exigencias, que aunque siempre sean urgentes, solo raras veces tienen alguna importancia.

Es verdad que buena parte de nosotros prefiere una excelente disculpa para no ser protagonista en la lucha contra todas las tentaciones que hacen flaquear nuestra voluntad de hacer que suceda.

Hay quien es capaz de concretar pequeños proyectos, pero no es capaz de lanzarse a uno grande. Tal vez sea por miedo al compromiso. Las grandes empresas nos comprometen, exponiéndonos a las criticas justas e injustas de otros respecto de lo que hacemos y de lo que somos. Pero, lanzarnos a una gran aventura implica que tengamos que asumir el trabajo de cada día, saber lo que debemos hacer hoy y mañana… y hacerlo, todos los días.

¡Todos tenemos fuerzas y flaquezas diferentes, y una sensibilidad propia. No hay una solución perfecta para todos. Cada uno debe conocerse, crear filtros para distinguir lo que le importa de lo que le perturba, asumir el gobierno de los tiempos de que dispone y no dejar de hacer realidad un gran proyecto propio. Por imposible que todo esto pueda parecer!



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