sábado, 19 de enero de 2019

Un método sencillo para ahorrar (mucho) tiempo en decidir


 José Luís Nunes Martins

Forma parte de la vida sentirnos perdidos en ella. Cada día nos entregamos, con más o menos tranquilidad, al misterio absoluto de la existencia, a la incertidumbre de lo que está por venir.

Cada decisión que tomamos nos transforma. Cada indecisión que se prolonga nos retrasa.

Tal vez siempre haya tiempo para corregir una decisión equivocada, pero para una indecisión no.

Algunas personas buscan razones para decidir, cuando, en verdad, lo que buscan es solo disculpas en caso de que su elección salga mal, razones para no sentirse culpables.

Otras personas acaban por ser solo el resultado de las influencias que hacen de ellas un fantoche. Se sienten prudentes, pero son impotentes porque, de tanto dudar, no hacen nada por sí mismas. Algunas creen haber decidido, pero no tienen coraje para concretar su resolución.

La verdad es que la decisión solo es decisión en el momento en que se produce la primera acción en ese sentido.

La mayor parte de nosotros pasa la vida lidiando con decisiones serias y difíciles respecto de uno mismo, de los otros y del mundo. Pero hay una forma simple de resolver grande parte de estas cuestiones: Decidir los principios de su identidad.

¡Si alguien fuese capaz de decidir que no sería infiel, entonces, hace frente a cualquier futura oportunidad de serlo, la decisión ya está tomada! No se pierde el tiempo ni se pasa ningún tipo de angustia.

En realidad muchos de nosotros casi consiguen ser lo que antes hayan decidido ser, pero es en ese casi donde está la diferencia, pues si cada vez que se me presenta un nuevo dilema, me pongo a analizar si es el caso en que debo aplicar la regla o hacer una excepción, entonces la existencia de la regla es solo una forma en que la propia persona se convence de que no es… ni una cosa ni lo contrario.

¿Finalmente, por qué extraña razón algunas personas se pasan el día cuestionándose si deben o no decir la verdad? ¿Si deben ser honestas en esta o aquella situación? ¿Si deben amar a este prójimo o solo al otro?

¡Decida yo los pilares de mi identidad, asumiendo que, al decidirlos, me ahorro ahí la decisión posterior de tener que decidir donde los aplicaré. A partir de ahí, en la mayor parte de mis noches me acostaré en paz y luego dormiré!



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