Out 18, 2019 - 15:06
José Luís Nunes Martins
Pasamos parte de la vida esperando que la solución a nuestros problemas y a angustia suceda con la llegada de algo o de alguien que venga a iluminar las oscuridades y llenar los vacíos de la existencia.
Después, como eso nunca sucede, nos dejamos abatir por la desesperanza y, sin paciencia, pasamos a creer que ni la primavera, que siempre llega, no es para nosotros.
Hartos de ilusiones y desilusiones, comenzamos a ver la vida y a sentir el mundo de una forma más pura. No buscando algo, sino admirándolo todo.
Como si hubiésemos nacido otra vez, comprendemos que nuestros días siempre se sucederán con una secuencia lógica, que aunque no podamos comprenderla, sabemos que existe.
La vida tiene sentido. No será lo que muchos desean, porque no saben desear. No será lo que muchos piensan, porque no saben que el sentido también es para sentir.
Es preciso abrirnos al otro y al mundo. Dejar de creernos el centro del mundo y los otros meros figurantes o, como mucho, actores secundarios.
La vida son nuestras elecciones frente a las opciones de que disponemos y nuestra respuesta a lo que nos sucede. Nacemos diferentes y en contextos diferentes, tenemos talentos y flaquezas distintos. Pero todos somos libres y la libertad implica actuar. Mi vida está hecha de lo que yo sea capaz de crear en torno a mí y en mí.
Es extraño que tantas personas afirmen querer ser felices, pero después no quieren recorrer el camino que las lleva a la más verdadera de las alegrías.
¡Como si quisiesen ser felices, pero no de la única manera posible!
La felicidad te llama todos los días. Si no la quieres, todos los días tienes que repetirle tu ‘no’. No se trata de una oportunidad que se puede perder por alguna razón, sino de algo que está siempre a tu alcance.
Puede suceder que un día de estos yo decida nacer de nuevo, y que, al contrario de tantas veces, haga lo que es preciso para que eso suceda en mí.
Llegará entonces alguien que no espero: un nuevo yo para ser, un amor que me llevará y dará a los otros y al mundo y, por fin, a pesar de todo el sufrimiento que exige, una vida feliz.
Y el cambio comienza con un silencio en que percibo que aquello que tengo y soy no es para mí.
¡Soy una ‘obra-prima’ para ofrecer! No a quien un día llegará, sino a los que están próximos a mí.
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