sábado, 7 de noviembre de 2020

Andamos llorando con prisa

 

José Luís Nunes Martins


¿Qué le sucederá mañana a quien no tiene tiempo para digerir las pérdidas de hoy?

 El mundo parece cada vez más indiferente a las angustias personales. Como si no formaran parte de la vida o fuesen una señal de que no sabemos vivir. Somos invitados a compartir con los otros solo nuestros éxitos, porque nadie quiere saber de las desgracias, mucho menos las ajenas.

 No tenemos tiempo para nada. Pasamos el día ocupados, pero, por más que hagamos, aún queda siempre mucho por hacer. Trabajamos mucho, pero la verdad es que parece que no hacemos nada. No somos máquinas, y cuanto más intentamos serlo, más lejos estamos de la perfección.

 Entonces, cuando la soledad nos atrapa, no nos queda sino cerrar la puerta y, ahí, lejos del mundo, nos susurramos las verdades que callamos durante el resto del tiempo.

 Pero no tarda en aparecer la idea de las obligaciones que nos quedan por cumplir, que nos esclavizan a cambio de dar una cierta sensación de utilidad a nuestra vida.

 La pérdida deja marcas permanentes, y no solo en el caso de la muerte de alguien cercano. El desempleo involuntario, la traición de alguien que creíamos leal, la desilusión por una promesa que hicimos y no conseguimos cumplir, una oportunidad que no aprovechamos o las enormes cantidades de tiempo que desperdiciamos sin darnos cuenta.

 Todas las pérdidas dejan cicatrices mucho más profundas de lo que creemos, porque sin tiempo para hacer el luto intentamos curar la herida solo escondiéndola.

 Vale la pena asumir nuestros fracasos. Incluso corriendo el peligro de hacerlo ante personas equivocadas. Al final, lo que más importa es que seamos capaces de ser verdaderos con nosotros mismos, si no asaremos la vida mintiendo a los otros tal como lo hacemos con nosotros mismos.

 Quien ha perdido necesita hacer luto. Necesita hablar y ser escuchado, sin condiciones, sin voluntad ninguna de oír… sólo necesita compartir y librarse del dolor, así haya alguien dispuesto a escucharlo.

El silencio es una de las formas más sublimes de expresar el amor.

 La presencia es una de las formas más bellas del amor

Elija yo estar presente y ofrecer mi tiempo a quien necesita de mí.



 https://agencia.ecclesia.pt/.../andamos-a-chorar-a-pressa/

1 comentario:

  1. Efectivamente, necesitamos tiempo para el luto. Es imprescindible sentir el dolor de esa mala experiencia, reflexionar sosegadamente, cuando estemos preparados para ello y discernir con todas las consecuencias con que parte de esa experiencia nos quedamos. El dolor de la tradición por ejemplo, guardamos ese rencor dentro de nuestro corazón, perdonamos y si es posible volvemos a darle otra oportunidad, perdonamos pero no olvidamos, olvidamos o no perdonamos...
    En cualquier situación adversa es fundamental, como bien explicas, el luto, tiempo para introducirnos en lo más profundo de nuestro ser y dejar sin vacilaciones todos esos sentimientos.

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