sábado, 31 de octubre de 2020

Los vacíos del corazón

 José Luís Nunes Martins


Solo cuando nos vaciamos de nosotros mismos es cuando abrimos espacio para que los tesoros que nos esperan puedan entrar. Como si nuestro interior estuviese ocupado y secuestrado por un conjunto de cosas sin valor que lo llenan e imposibilitan para vivir de forma plena.

Es cierto que nuestra vida está compuesta de momentos de inspiración y de expiración, ahora más vacíos, ahora más llenos. Pero siempre será mejor que, antes de que nos llenemos de lo que es bueno, nos purifiquemos de todo lo malo que -como higiene - pueda temer quedar en nosotros.

Hay vacíos que duelen porque en ellos reinan y excavan las tinieblas, al contrario de otros en que la luz transforma el espacio interior en alegría. El dolor y el amor no pesan, pero pueden ocupar todo el espacio de nuestra intimidad.

El deseo, cuando al respecto de algo vano, nos debilita, porque abre agujeros innecesarios que hieren nuestra integridad. Esto, al contrario de las aspiraciones más nobles, que buscan revestirnos de algo que promueva lo que (ya) somos.

La fe implica confiar en lo que no se ve, convencido de la certeza de lo que se espera.

Cuando vivimos en la búsqueda del bien, la duda y las tentaciones provocan, a través de algunos miedos, una inestabilidad que nos perturba, pero hace frente a lo que debemos hacer. ¡Tal vez nos pueda animar la simple verdad de que nel mal solo seduce a quien está fuera de él, o sea, solo es tentado quien está en el camino acertado!

No hay mayor pasión que la fe, porque ella es la certeza de que no estamos solos.

 


http://agencia.ecclesia.pt/portal/os-vazios-do-coracao/

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