lunes, 12 de abril de 2021

Domingo de la Misericordia


 Homilía del P. Luis Palomino,

Después de la misa, varias personas hemos felicitado al padre Luis por su homilía, tanto por el contenido, por el tono, por su sinceridad, por su llaneza y cercanía.

Además de la octava de Pascua celebramos el Domingo de la misericordia, del perdón, así introducía su homilía, entrando de lleno en el evangelio.

Se detuvo primero en el pasaje del miedo de los discípulos, y sobre todo en las palabras de Jesús: “no tengáis miedo”. Los apóstoles tenían miedo, nosotros también tenemos muchos miedos, a la muerte, la enfermedad, a un futuro incierto, etc. Para reforzar estas palabras de Jesús “no tengáis miedo” recurrió el Padre Luis a su querida santa Teresa de Ávila: “Dios siempre se pone de parte de los valientes”  

Otro momento del evangelio de gran trascendencia, en que nos podemos ver representados muchos hoy en día, fue cuando Jesús le dice a Tomás “…no seas incrédulo sino creyente… ¿Porque me has visto has creído?... Bienaventurados los que sin haber visto han creído”. Aquí entramos todos nosotros. Todos, sin duda hemos visto la mano de Dios en algún momento y de diferentes maneras, unas veces a través de personas que nos han dado testimonio de Él con su conducta o ayudándonos en momentos críticos, otras veces nosotros mismos hemos experimentado su presencia a través del arte, la naturaleza.

Pero, sobre todo, tenemos a “ese otro yo” que nos habla en lo interior de nosotros mismos, con el que estamos en permanente conversación, en un monólogo interno, y nos hace recapacitar en lo que hemos hecho a lo largo del día. Aquí recurrió a otro de sus santos, San Ignacio, el cual recomienda hacer una recapitulación al final del día para conocernos como somos en realidad.

Insistió mucho aquí en que debemos esforzarnos en huir de la negatividad, ya que el mal se vuelve contra el que lo practica y además perjudica a otros. Para ayudar a rectificar el mal en nosotros nos recomendó la confesión, al menos una vez al año o en peligro de muerte, porque la iglesia tiene poder para perdonar, en virtud de las palabras de Cristo y en su sacrificio por todos en la cruz.

Terminó exhortándonos a no tener miedo, y en todo caso solo tener miedo a ser malas personas.

P. Luis, párroco de la parroquia de la Divina Pastora, de San Fernando



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