José Luís Nunes Martins
Casi siempre
preferimos quedar como estamos. Todos los cambios nos parecen desagradables.
Pasamos la vida quejándonos de infelicidad y ante una elección que puede
implicar un cambio…nos resistimos mucho, como si ya fuésemos felices.
Es importante que
cada uno de nosotros sea capaz de mirar por su bien, encontrar tres o cuatro
defectos que son la causa de la mayor parte de nuestras angustias y
preguntarse: ¿Prefiero que siga siendo así o arriesgarme a ser feliz?
Los pecados que
cometemos contra nosotros mismos no son nada originales. Son comunes a tanta
gente que llegan a parecer inevitables. Pero, en verdad, no los son. Es preciso
mirarlos bien, y comprender la estupidez y lo innecesarios que son.
¿Quieres
continuar entonces siendo así? ¿sí? ¡Mírate otra vez!
No bastan las
palabras y la buena voluntad. Hay quien prefiere encontrar disculpas para sus
males que por curase de ellos. El reconocimiento es el primer paso, pero no
basta.
Es necesario que
tengamos el coraje de caminar hacia dentro del vacío de aquello que nos es
desconocido. Que osemos ser diferentes, mejores. El terreno pude parecer
desconocido y tal vez lo sea, pero es por ahí por donde llegaremos al cambio
que precisamos.
Aprende a ser
humilde y acepta tus flaquezas. Despierta de ese sueño que te hace rehén de una
mediocridad innecesaria, levántate y anda. Haz o que fuere necesario para ser
mejor, para ser feliz. Aunque eso suponga un gran desconcierto o sufrimiento
propio de quien se ve apartado de aquello que le es habitual. Por malo que sea…
Mira para ti.
Encuentra lo que te perjudica. Líbrate de so. Vas a necesitar mucho esfuerzo y
paciencia.
Sólo hay una
razón que justifica no querer cambiar: ser feliz donde se está.
Tal vez consideres
que es mejor de lo que crees. O eso sea nada más que una disculpa. La verdad es
que es, porque acomodarse a una debilidad, no una fuerza.
Nadie es feliz
sin luchar mucho por serlo.
https://agencia.ecclesia.pt/portal/nao-me-apetece-acordar/
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