José Luís Nunes Martins
Ser fiel a la palabra dada es una las misiones más
difíciles que somos llamados a cumplir. Las palabras no son vanas ni huecas, pueden
hacer bien o mal, más por lo que prometen que por ellas mismas.
La verdad es que, cuando alguien asume un compromiso,
gana fuerzas para cumplirlo que no había sentido antes… y surgen oportunidades
que tampoco existían.
Cualquier acuerdo supone ceder. Ahora bien significa renunciar
a algo que sería bueno, cambiándolo por otra cosa que, en principio, valdrá el
sacrificio. Si la obligación es una decisión a dos uno para con el otro,
entonces significa que cada uno es llamado a asumir que los derechos del otro
son sus deberes y al contrario también.
¡Sin concesiones no hay vida en común, con nadie! Y aunque
es más difícil porque no hay, ni debe haber, contabilidad organizada respecto a
las cesiones.
¡Siempre que se alcanza un escalón de gratitud, se consigue
la paz y la felicidad profunda que nace de la certeza de saber que alguien es
feliz y nosotros somos la causa de ello!
Todos los problemas conllevan soluciones de
compromiso. Tenemos que pagar un precio para alcanzar un bien mayor o un mal
menor.
Un compromiso de amor permite que dos imperfecciones
pasen a formar parte de algo perfecto, pero solo si alcanzan el trabajoso
equilibrio entre la independencia de cada uno y la dependencia recíproca. Cediendo.
Cediendo mucho. Cediendo siempre.
Cuando dos personas deciden amarse, su compromiso es
un puente para el cielo, pero solo en cuanto perciben que están del mismo lado…
caso contrario, la certeza del miedo vencerá siempre a la de la felicidad.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario