domingo, 21 de julio de 2024

La perfección no es de este mundo

José Luís Nunes Martins



Casi todos nosotros tenemos ambiciones, siendo que algunos desean  precisamente la perfección, como si fuese un premio que les gusta exhibir a todos. ¡Ahora bien, esta lucha para no tener faltas es, solo una preocupación extrema por lo que los otros piensan!


Siempre que defino objetivos demasiado ambiciosos para mi vida estoy condenando a la frustración por no alcanzarlos. Después comenzaré a pensar que no tengo valor, porque no consigo llegar a aquello que me he propuesto.


Hay una gran diferencia entre querer mejorar y desear que nos admiren.


Ninguno de nosotros es los resultados que alcanza. Nuestra identidad no depende de los éxitos o de los fracasos de ella, mucho menos a corto y medio plazo.


Quien se concentra solo en los resultados deja de ser capaz de vivir y disfrutar de los caminos de cada día, por donde siempre se puede experimentar, aprender y crecer.


No hay personas perfectas. Tamar a alguien es aceptarlo con todas sus imperfecciones, amando cada una de ellas. No es amor si depende de la forma como se compota el otro y si eso corresponde, o no, a la idea que tenemos de la perfección.


Hay criaturas que son educadas bajo esta presión. Son amables solo cuando se portan bien, o mejor, de acuerdo con lo que los adultos en casa entienden que es lo perfecto. Caso contrario, quedan solas y sin amor, porque al final son… feas.


El perfeccionismo es un fardo, un abuso que nos causamos a nosotros mismos. Destruye relaciones, limita nuestra productividad, creatividad, inspiración y alegría, causando sufrimiento injusto e innecesario.



Hay incluso quien no lega a comenzar una tarea y desiste, tal es el miedo de no conseguir hacerlo todo bien. ¡Pero solo quien se arriesga a ser idiota es el que llega a ser feliz!


Si me preocupo demasiado  de la mirada ajena, dejo de ser yo. Y si quien aparece no soy yo… entonces la verdad es que me estoy escondiendo, no apareciendo. Y de aquí se generan ansiedades concretas y muchos otros problemas que corroen nuestra paz. 


No hay mal en querer ser mejor, pero querer ser perfecto es un infierno.


El secreto tal vez sea ir aprendiendo con los errores, sin dejar de cometerlos, sin dejar de errar, sin dejar de aprender.


¡La perfección no es de este mundo, aquí solo hay personas normales, llenas de faltas más o menos bellas, que no deben tener miedo de ser felices!

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