domingo, 1 de septiembre de 2024

El tiempo pasa


Daniel Medina Sierra


Hace mucho quedo escribo en este humilde blog y, aunque han pasado muchas cosas desde entonces, ya no ví necesario volver a expresarme más y seguir mi camino sin mirar atrás.

Os pondré, si me lo permiten, en contexto. Fui un viejo acogido de Cáritas, que, como todos los que transcurrimos por aquel pequeño local, estábamos perdidos y desorientados buscando un poco de comprensión.

Pasé por mil batallas, todas ellas interiores, perdí muchas de ellas y aprendí a volver a levantarme de cada una de ellas.

Fueron tiempos difíciles, tiempos oscuros. Muy pocas luces se vislumbraban en la lejanía, tiempos de grandes hombres lanzando salva vidas para quien quisiera, al menos, un poco de paz temporal o consuelo.

El tiempo pasa inexorablemente y muchos quedaron varados, o peor aun, ahogados en esa palabra prohibida que es la depresión profunda causada por ser pobre, pobre sí, excluido social si os parece más popular o académico. Una depresión tenaz, profunda y sin consuelo, no hay consuelo para quien lo ha perdido todo.

Como todos esos hombres y mujeres anónimas no voy a relatar lo que es solo el mundo infernal de cada individuo, tampoco el mio al que vencí hace mucho, pero si me gustaría regalaros a todos los que leéis este blog unas pequeñas pero intensamente fuertes reflexiones acerca de como vencí al demonio que habitaba en mi interior, de ahora en adelante lo llamaremos depresión.

Me enfrenté a él, con toda la crudeza y tan despiadadamente como lo haría el propio demonio. Sabia que sería un lucha encarnizada ya que te enfrentas contigo mismo, mi  peor juez y al que no puedes engañar por mucho tiempo. Asumí mis errores y dejé marchar al rencor y el resentimiento que tanto amargaba la existencia. Fui positivo, tenía que serlo, y cada día, por muy mal que me fueran las cosas, tenía que serlo.

Volví a escuchar, a reflexionar y a disfrutar de las pequeñas cosas; un café caliente, buena compañía y, por que no, incluso algunas risas.

Quien fui alguna vez murió, si lo tuve que matar, porque ese yo jamás volvería y su recuerdo solo me arrastraba a la incertidumbre, al caos y la desolación.

El tiempo pasó y salí victorioso de esa batalla, agradecido por cuantos me apoyaron y cuantos me dieron la espalda, a cada uno de una forma distinta claro, pero gracias a todos ellos soy el hombre que soy hoy.

No hay camino fácil, no hay gratificación sin esfuerzo y tenacidad, no hay perdón si no eres capaz de perdonarte. El tiempo pasa, sí y el tiempo que nos quede aqui tenemos que disfrutarlo y amarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario