sábado, 16 de noviembre de 2024

El pan nuestro de cada día

JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS




Nadie se basta a sí mismo. Esta vida implica que la alimentemos cada día, que seamos capaces de encontrar todo cuanto es necesario para mantenerla. Sea agua, comida, descanso…todos tenemos las mismas necesidades que, si no fueran satisfechas durante algo, supondrían la muerte.


¿Pero es que debe ser cada uno por sí mismo? ¿Hay pan para todos y tenemos que repartirlo de forma justa? ¿O la escasez de los bienes de primera necesidad implica una guerra escondida entre todos los que viven en el mismo tiempo?


¿El pan que tengo ahora en las manos es mío o es nuestro? ¿Tengo algún tipo de obligación de repartirlo? ¿Hasta qué punto la vida de los otros es también mía? ¿Y que mi bienestar es también un deber de los otros?


Si aquí escribo estas líneas, eso significa que nunca me faltó el pan de cada día. ¿Por mérito mío? ¡No! Porque formo parte de varios grupos, unos más abiertos, otros más estrechos, que no solo conviven sino que se ayudan mutuamente. Yo soy parte de varios, en los cuales soy tan responsable de otros que me siento en la obligación de darles prioridad en algunas cuestiones como, por el ejemplo, del pan…


Cuando pido el pan nuestro de cada día, ¿pienso en aquellos que lo suplican gritando, y que sufren todavía más porque nadie los escucha? ¿Son verdaderamente mis hermanos? ¿Y los niños que tienen a su cuidado, valen menos que mis hijos?

 

La propia oración del Padre Nuestro comienza con una afirmación clara: Soy hijo De Dios, pero no soy hijo único.


Es importante que yo tenga muy claro que seré juzgado por la forma como he administrado el pan, que nunca fue solo mío, sino de todos aquellos que tengo, o debería tener, como hermanos.




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