José Luís Nunes Martins
Solo hay amor si quien lo elige lo hace en libertad y no condicionado por una pasión arrebatadora. Es un compromiso que se asume con una intención personal y clara, frente a una realidad que tiene muy poco de previsible.
Amar es lanzarse a un vacío rumbo a una felicidad que depende más de las acciones que de los resultados.
Solo hay amor si quien lo elige respeta la libertad del otro a quien ama. La verdadera bondad que es amar implica hacer lo que se ha propuesto, aun cuando el otro no corresponda como se imaginaba o no corresponda de forma alguna.
Quien ama buscando ser correspondido no ama como debe. La libertad pura con que se debe amar es igual a la libertad con que aceptamos ser amados o no. A veces, el amor nos exige que querámoslas el bien de quien no nos quiere. Hay quien habla en la incondicionalidad del amor, pero no consigue siquiera imaginarla.
Amar es ser más. Siempre más. Superándoselas el propio entendimiento. No es lógico. Es un salto de fe.
Respetar a quien amamos es una decisión que puede implicar ir en contra de muestra voluntad, en el caso de, por ejemplo, el no nos respete ni siquiera nos tolere cerca.
Quien ama no se aparta, pero tampoco se impone. Permanece tan firme como es posible a la frágil voluntad humana.
Podemos y debemos amar siempre, eligiéndotelos y queriendo lo que sea mejor para el otro. Y este contraegoísmo sucede y habita el mayor de los misterios del amor, que se esconde y revela cada uno de los dos mil años que es preciso decir, y cumplir, para que se realice el sí que un día dijimos y que para siempre queremos ser.
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