José Luís Nunes Martins
Hay hombres que pasan sus días con muy poco miedo y casi sin fe. El tiempo para ellos es una especie de tirano que aprenden a ignorar. Viven en los límites, algunos incluso más allá de los mismos, ampliándosela así lo que se creía sería posible. Sufren lo que a muchos les bastaría para dejarlo todo, pero continuan aqui. Algunos hasta consiguen sonreír, como si no viviesen en los infiernos de este mundo. ¿Pero que les hace continuar?
La vida quiere vivir. La esperanza vivir en la raíz de nuestro ser y nos ofrece un sentido, un rumbo y, por encima de todo, es ella misma una fuérzanos que nos lleva hacia adelante.
Es preciso que cada uno de nosotros suéneles, o que por lo menos crea que hay un futuro aún no cierto, que depende de alguna forma de lo hiciéramos ahora. Para algunos, el simple resistir al paso del tiempo ya es una lucha heroica. Creen, aunque puede que no tengan conciencia de ello, que su oportunidad llegará más tarde.
La esperanza es esencial a la creación. Nadie hace nada bueno si no cree que es capaz de hacerlo. La esperanza no es suficiente, pero es imprescindible.
Solo quien abre su corazón y se permite ser tocado por a verdad de loque es posible puede darse a sí mismo un mañana mejor.
La peor existencia es la de aquellos que ya no esperan nada, ni en sus sueños hay algo por lo que valga la pena resistir al tiempo agreste. Son los que ya no lloran, los que han pedido el miedo a la vida y a la muerte.
Que seamos capaces de abrirnos a la esperanza y de mantenernos fieles a ella, más aún cuando todo lo que hubiéramos esperado se desmorona, porque, en ese momento, como siempre, si aún no somos felices, es porque la historia todavía no ha acabado.
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