sábado, 11 de enero de 2025

Te ofrezco mi tristeza

José Luís Nunes Martins



Hay quien, por estar triste, cree que no sirve, menos aun para dar a alguien. Porque eso podría implicar, según piensa, el sufrimiento del otro. ¿Ahora bien, si alguien me revela su vulnerabilidad, como puedo yo no ver en eso el amor con que se confía a mí?


¿Qué puede ofrecer alguien si no tiene si no su tristeza? ¡Esa misma tristeza!


Lo que importa nunca es lo que se da, sino aquello que lo hace dar. El motivo por el cual se da. Si doy a alguien todo cuanto tengo, será porque lo amo. Y nada hay más valioso que el amor.


Las almas más generosas son las que cargan con heridas vivas y cicatrices de aquellas que, entre tanto, el tiempo ya ha remediado.


Algunos de los sentimientos más profundos parece que destruyen las armaduras con que los corazones se defienden. Y así expuestos, se vuelven más sensibles al bien y a los males. Tanto los dolores como la bondad.


Un corazón sufrido sabe, mejor que cualquier otro, como no hacer sufrir a otro. Un gran dolor se ahonda hasta bel punto de no dejarse ver desde afuera. A veces, cuando alguien la presiente, aquel que la carga la revela. Pero hay pocas personas capaces de querer ir al encuentro de los que sufren, menos aún de acoger sus dolores.


Y a los dolores que existen se suman la soledad en que tantos las tienen que soportar.


¿Qué te doy además en todo este tiempo?

- Estar solo mientras me dolía.


Ofréceme tu tristeza, me sentiré honrado si me dejas mirar adentro de lo que eres… el sufrimiento que te escava por dentro tal  vez haya hecho de tu corazón una magestuosa catedral. Un monasterio donde se lucha para llegar al cielo. Un castillo donde se ama, a pesar de todo.


Si me crees digno de uno de los más bellos gestos de amor del que alguien sea capaz… Ofréceme tu tristeza, que yo te ofreceré la mía, si eso fuera la única cosa que te puedo dar.

sábado, 4 de enero de 2025

¿Por quién darias la vida?

José Luís Nunes Martins

Un padre mira a su hijo recién nacido y pasa a tener alguien por quien debe morir, si fuera necesario. Y el mundo, en ese caso, no le reconocerá gran heroísmo, solo porque de esa forma cumple su obligación, no haciendo más de lo que se esperaba.


Tal vez lo más extraño es que sea así por amor. Un amor por alguien que no se escoje. El padre escoje amar, sin condiciones en relación a lo que el hijo sea o pueda hacer. Un padre ama al hijo y, por eso, es necesario, dar la vida por él. Sin heroísmo, solo y solamente porque lo ama.


Si amo, y lo hago de verdad, ahí encuentro el valor absoluto de mi existencia, en cualquier momento, por malo que sea. ¿Mas, qué sentido tendría mi vida si no tuviese por quién morir? Desgraciado  aquel que no tiene siquiera por quien llorar.


Por amor soy capaz de ir a rescatar a quien amo en medio de una tempestad en un mar distante, entrar en una casa en llamas si allí estuviera, o hasta descender a un infierno cualquiera para de allí rescatarlo y elevarlo a las puertas del cielo.


El amor es mayor que esta vida. Hay quien ama solo con el corazón, una emocionalidad enorme y una agitación que parece que nos lleva al cielo, pero que, de la forma extraña como llego, también pasa y desaparece… y muere.


Y hay quien ama con alama, que, por ser de sustancia divina, es eterna, así también el amor que de ella emana. La muerte es impotente frente a cualquier amor de esta naturaleza.


Dar la vida es mucho más que morir. Es, sobre todo, darme, empleando mi tiempo, mis fuerzas y mi talento al servicio del bien de quien amo.