sábado, 25 de enero de 2025

Viaje al fondo de nosotros mismos

José Luís Nunes Martins



Tal vez dediquemos poco tiempo a profundizar en el conocimiento que tenemos sobre nosotros mismos. Pocos son los que se disponen para la aventura de ir en busca de aquello que existe en lo más profundo de nuestro ser.


Es preciso superar todas las superficialidades, no solo por la cantidad, sino también por la enorme resistencia que ejercen. Esas barreras fueron alimentadas por nosotros como forma de proteger nuestra intimidad de las posibles agresiones del mundo. Otras veces,  surgen para evitar que revelémosla algo que podría parecer  chocante a los otros. Una barrera resistente evita esas posibilidades con resultado más dudoso y, por eso, más indeseables.


Pasada esa barrera nos sumergimos en un mar denso donde se siente mucho más que se ve o escucha. Las emociones nos tocan y parece quieren envolvernos, se alternan las buenas y las malas, los deseos más puros en relacional al mañana con las heridas abiertas por duros golpes de pasados más o menos distantes…


El tiempo aminora el paso, como si hubiese resuelto parar para descansar n poco. Todo parece quedar en suspenso y se percibe poco, mas hay algo que nos desasosiega, una raíz firme que podémoslos admirar y que, por ligarnos a algo aun más firme, nos da la certeza de que no somos un sin sentido.


Ninguno de nosotros es extraño a sí mismo, por más que evite visitarse. Tal como un viejo amigo que, incluso después de décadas, nos mira y reconoce de una forma tan penetrante, simple y desconcertante que llega a parecer un misterio sin explicación! 


Entrar y conocer la casa de alguien ayuda mucho a conocerlo. Poner rumbo a la fuente de la vida que hay en nuestro corazón es una de las más bellas peregrinaciones a que estamos convidados.


Mi fondo no es muy diferente del tuyo. Conociéndome, te conozco, de la misma forma que descubro mucho de mí cuando consigo ver el fondo que hay  detrás de tu mirada y le da brillo o hace llorar.

viernes, 24 de enero de 2025

GUILLERMO


Aunque nuestra amistad nos cogió ya jubilados, no por eso fue menos intensa, al contrario, no teníamos prejuicios de tiempos pasados, tal como éramos en ese momento. Y coincidieron nuestros intereses y nuestros objetivos, de modo que nos enriquecimos mutuamente y no fuimos egoístas, porque vivíamos para mejorar nuestras vidas y sobre todo las de los demás, especialmente las de quienes tenían dificultades para vivir con normalidad. 

Fue un feliz encuentro, oportuno, provechoso. Tu ofrecimiento como voluntario en el programa de Personas sin Hogar de Cáritas, donde yo llevaba tiempo, esperando que llegara algún compañero estable, fue una decisión acertada, ya que dos pueden hacer más que uno. Efectivamente, tardamos muy poco en congeniar y así pudimos ayudar más y mejor. Tu llegabas a los que yo tenía menos capacidad de acceder, ya que no es siempre fácil ayudar a personas con problemáticas muy complicadas, respetando su situación, sin juzgar ni discriminar. Lo hacías muy bien, y me ayudaste a mí también a mejorar.

Personalmente tengo mucho que agradecerte, porque me ayudaste cuando necesite ayuda material y comprensión. Bueno, eras igual con todos, lo que honra y te hace merecedor a tantas amistades.

Algún defecto tenías, como yo y cualquier persona desde luego, por eso también discutíamos, siempre por culpa de la política…lo cual jamás impidió que estuvieras pendiente de cualquiera que entrara, de servir más café, unas galletas o las rosquillas que había hecho tu mujer, y se acababa la discusión. Otras veces protestabas por determinadas cosas o actitudes o normas, y amenazabas con dejarlo e irte, pero te duraba muy poco, porque eras humilde y amistoso con todos.

Siempre llegaba el primero, le gustaba llegar temprano para servir su primer café a quienes habían dormido en la calle, y aunque el día anterior se hubiera despedido…no fallaba. Los enfados le duraban poco.

Todo esto mientras la salud te lo permitió, luego te fuiste yendo poco a poco, habiéndote ganado el descanso verdadero, para siempre en paz y felicidad. 

Jamás te olvidaremos, hombre generoso, amigo, compañero, padrazo, ¿has visto cuantos hemos acudido a despedirte, y nadie está triste? gracias por tu amistad, ya eterna.



sábado, 18 de enero de 2025

¡Nunca te vengues!

José Luís Nunes Martins



La venganza siempre incluye un juicio que casi nunca es acertado. ¿Cuántos de nosotros somos capaces de colocarnos en lugar del otro? ¿Es que hay alguien capaz de comprenderme en  profundidad, cuando ni yo mismo lo consigo?


Juzgar a otro es fácil y no aporta nada bueno,  a no ser para convencernos de que somos justos y bondadosos, lo que, si somos jueces de otros, es mentira!


No te arriesgues a una venganza. Has de ser responsable ante una injusticia. Es muy difícil de aceptar, pero siempre será mejor sufrir un mal que ser el autor.


La venganza es un acto de tal forma salvaje que nunca compensa de hecho el mal que se pretende remediar. Jamás consuela y, al final, acaba por perderse aun más. A veces incluso se pierde gran parte de la dignidad.


Todos sentimos injusticias, pero no todos tenemos que ser autores de ellas, o por lo menos, somos capaces de evitar muchas de ellas.   


Un alma que quiere ser fuerte busca soportarlo todo, hasta la crueldad. Los héroes son justos y no hay venganzas justas. Un gran alma deja la maldad con los malos y eso ya es, a su tiempo, un gran castigo.


Construye el futuro. Estás aquí para hacer que las cosas buenas enganche lugar.


Concéntrate en el mañana y usa tu presente para buscar los sueños que deseas realizar. Evita centrarte en las pesadillas, m pues se vuelven tanto mayores cuanta más atención tuya reciban. No las matarás, y acabarás por entregarles, sin necesidad, tu preciosa paz.



Procura comprender a los otros, también a aquellos que no consiguen comprenderse a sí mismos.


¡Perdona y olvida!


Nunca nadie se arrepintió de perdonar a alguien, tan grande es la paz que se desprende de esa forma de amar.

sábado, 11 de enero de 2025

Te ofrezco mi tristeza

José Luís Nunes Martins



Hay quien, por estar triste, cree que no sirve, menos aun para dar a alguien. Porque eso podría implicar, según piensa, el sufrimiento del otro. ¿Ahora bien, si alguien me revela su vulnerabilidad, como puedo yo no ver en eso el amor con que se confía a mí?


¿Qué puede ofrecer alguien si no tiene si no su tristeza? ¡Esa misma tristeza!


Lo que importa nunca es lo que se da, sino aquello que lo hace dar. El motivo por el cual se da. Si doy a alguien todo cuanto tengo, será porque lo amo. Y nada hay más valioso que el amor.


Las almas más generosas son las que cargan con heridas vivas y cicatrices de aquellas que, entre tanto, el tiempo ya ha remediado.


Algunos de los sentimientos más profundos parece que destruyen las armaduras con que los corazones se defienden. Y así expuestos, se vuelven más sensibles al bien y a los males. Tanto los dolores como la bondad.


Un corazón sufrido sabe, mejor que cualquier otro, como no hacer sufrir a otro. Un gran dolor se ahonda hasta bel punto de no dejarse ver desde afuera. A veces, cuando alguien la presiente, aquel que la carga la revela. Pero hay pocas personas capaces de querer ir al encuentro de los que sufren, menos aún de acoger sus dolores.


Y a los dolores que existen se suman la soledad en que tantos las tienen que soportar.


¿Qué te doy además en todo este tiempo?

- Estar solo mientras me dolía.


Ofréceme tu tristeza, me sentiré honrado si me dejas mirar adentro de lo que eres… el sufrimiento que te escava por dentro tal  vez haya hecho de tu corazón una magestuosa catedral. Un monasterio donde se lucha para llegar al cielo. Un castillo donde se ama, a pesar de todo.


Si me crees digno de uno de los más bellos gestos de amor del que alguien sea capaz… Ofréceme tu tristeza, que yo te ofreceré la mía, si eso fuera la única cosa que te puedo dar.

sábado, 4 de enero de 2025

¿Por quién darias la vida?

José Luís Nunes Martins

Un padre mira a su hijo recién nacido y pasa a tener alguien por quien debe morir, si fuera necesario. Y el mundo, en ese caso, no le reconocerá gran heroísmo, solo porque de esa forma cumple su obligación, no haciendo más de lo que se esperaba.


Tal vez lo más extraño es que sea así por amor. Un amor por alguien que no se escoje. El padre escoje amar, sin condiciones en relación a lo que el hijo sea o pueda hacer. Un padre ama al hijo y, por eso, es necesario, dar la vida por él. Sin heroísmo, solo y solamente porque lo ama.


Si amo, y lo hago de verdad, ahí encuentro el valor absoluto de mi existencia, en cualquier momento, por malo que sea. ¿Mas, qué sentido tendría mi vida si no tuviese por quién morir? Desgraciado  aquel que no tiene siquiera por quien llorar.


Por amor soy capaz de ir a rescatar a quien amo en medio de una tempestad en un mar distante, entrar en una casa en llamas si allí estuviera, o hasta descender a un infierno cualquiera para de allí rescatarlo y elevarlo a las puertas del cielo.


El amor es mayor que esta vida. Hay quien ama solo con el corazón, una emocionalidad enorme y una agitación que parece que nos lleva al cielo, pero que, de la forma extraña como llego, también pasa y desaparece… y muere.


Y hay quien ama con alama, que, por ser de sustancia divina, es eterna, así también el amor que de ella emana. La muerte es impotente frente a cualquier amor de esta naturaleza.


Dar la vida es mucho más que morir. Es, sobre todo, darme, empleando mi tiempo, mis fuerzas y mi talento al servicio del bien de quien amo.