martes, 13 de diciembre de 2011

De la reconciliación y la paz a la confianza.





Estas palabras las escribía yo mismo hace unos días:

¡Qué duro se hace vivir a veces! ¡Qué duro se hace ver cómo viven algunas personas sin recursos, o peor, a expensas de los otros! Unas veces su vida es un eterno acto de agradecimiento, otras adoptan un disfraz de buenas formas para acallar la rebelión interna o la desesperación; en casos extremos, cuando la mente se descontrola, caben desde la incapacidad más absoluta o la huida,  hasta el resentimiento sistemático, cerrando las puertas a una solución deseable.

De estas palabras me sirvo para escribir algo sobre J., que esta mañana se quedó algo decepcionado porque yo había escrito sobre muchos compañeros y a él no le había dedicado unas palabras, a pesar de que viene a diario por nuestra oficina a lo largo de algunos meses.
Ya he dicho de él algunas cosas en otros escritos, como en la crónica del día de los sin techo, en la que le agradezco la buena comida que nos preparó, de acuerdo con Alfonso. Efectivamente es una prueba de que J., está dispuesto a trabajar en lo que sabe, que lo hace bien y este día lo hizo estupendamente, contribuyendo al feliz resultado de la convivencia del día de los sin techo de este año.

Sin embargo, amigo J., yo te veo más en ese grupo de los que adoptan un disfraz de buenas formas para acallar la rebelión interna, por eso a veces no puedes evitarlo y abusas un poco de las bromas. Yo creo que no has asumido del todo tu situación, aunque nos digas que tú tienes lo que te mereces, que no quieres volver con tu familia para no hacerles daño, y aunque sabes que lo están pasando mal; por eso pienso que no te has aceptado del todo, y por eso no cambias tu manera de ser, ni buscas una vida diferente a la que te condujo a tu situación actual, sino que quieres recuperar la misma situación que tenías y no supiste conservar.

Es posible que me equivoque, pero sí te tengo que decir que si no me ha surgido antes la inspiración para dedicarte unas palabras es que no he visto claro, o no he relacionado tus problemas con otros que afectan a muchos. J., a veces cuesta expresarse con naturalidad, y cierta humildad, porque uno mismo no se ve, ni acierta con el sendero estrecho por el que ir hacia una salida segura y luminosa. En cualquier caso es preferible no dejar enquistarse dentro de uno rencores, agravios o dudas, las cuales nos hagan desconfiar de nosotros mismos o de los demás. Sólo la confianza nos facilita el camino hacia una relación tranquila y nos pone en situación de aceptar nuevas ideas, nuevos proyectos, o lo que es lo mismo, nos permitirá cambiar de vida siendo los mismos.

De veras, J., eso es lo que te deseo: paz contigo mismo y confianza en ti y en los demás.

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