domingo, 17 de julio de 2016

Los ‘esses jotas’ e os ‘ex-jotas’




Hay políticos que hicieron de la militancia en una juventud partidista su única escuela. ¿Cómo pueden estos ex jotas promover una educación de calidad, si ellos mismos la preterirán en beneficio del poder?

El pasado día 9 de julio, el patriarca de Lisboa, D. Manuel Clemente, confirió el sacramento del orden, en grado de presbiterado, a cuatro diáconos portugueses jesuitas. La ordenación de estos nuevos padres tuvo lugar en la bellísima iglesia de San Roque, que en tiempos fue de la Compañía de Jesús. 
Ahí yace el cofundador portugués de esta congregación religiosa, el P. Simão Rodrigues sj (él es ‘esse jota’ y son las iniciales, en latín, de la Compañía de Jesús; los jesuitas se identifican por el uso de esta sigla, después del nombre).

Se da la feliz coincidencia de esta festiva celebración coincide con el pleno año santo de la Misericordia en un tiempo jubilar, muy oportunamente asentado en la parte alta de la calle de la Misericordia de Lisboa. Pero una curiosa coincidencia: en este año tiene lugar el tercer centenario de la fundación del patriarcado olisiponense y es, en la iglesia de San Roque, donde yace el primer patriarca de Lisboa, D. Tomás de Almeida.

Más allá de este apunte histórico, importa subrayar que no es frecuente que una institución católica portuguesa reciba, en el mismo año, esta cuádruple bendición. Cualquier vocación sacerdotal es una gracia de Dios para la iglesia y para el mundo, ¡pero cuatro, en el mismo año, es casi un milagro!
En este caso, hay también otras circunstancias dignas de señalar. La primera es que los cuatro religiosos, ahora ordenados presbíteros, sin ser vocaciones tardías, son más viejos y maduros de lo que es habitual, porque todos tienen más de treinta años.

¡También llama la atención el carácter cosmopolita de sus orígenes y de su formación: Ninguno de los cuatro nuevos padres tuvo una vida y aprendizaje ceñida a un único país, ni a un único saber!

Andreas, de origen alemán, estudiante de teología en Roma y, de momento, profundiza sus conocimientos filosóficos y teológicos en parís. Antonio, hizo sus estudios primarios y liceo en Estrasburgo, se licenció en Derecho por la Universidad de Lisboa, estudió filosofía en Braga, teología en Madrid y, en la actualidad, está especializándose en derecho canónico en la Universidad Gregoriana, en Roma. Bruno, ya doctorado en física cuando entró en la Compañía de Jesús, cursó después filosofía y teología, se licenció en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica Portuguesa y, tras cuatro años de teología, en Boston, se prepara ahora para hacer un post doctorado en filosofía, en la Universidad Estatal de Río de Janeiro. Por último, Francisco, después de estudiar derecho en Lisboa hizo Filosofía en Braga y, más tarde, de nuevo en Lisboa, el máster en ciencia política; en Maputo, ayudó a fundar la Universidad Católica de Mozambique, habiendo iniciado después sus estudios teológicos en Londres, que ahora prosigue en Boston.

En un mundo globalizado es cada vez más necesario que los sacerdotes tengan una solida preparación científica y diversa experiencia sociocultural. ¡Ahora bien, gracias a Dios y a la instrucción recibida, estos cuatro ‘esses jotas’ no sólo tienen una excelente formación científica y teológica, sino también ‘tienen mundo’!
Es verdad que este caso no es único porque, cada vez más, llegan a los seminarios diocesanos candidatos con estudios superiores, algunos ya licenciados y con experiencia profesional. También en otras instituciones eclesiales se procura dar una formación más intensa a los futuros presbíteros. Es el caso, por ejemplo, de la Prelatura del Opus Dei, de la que formo parte, en la que se exige a todos los Padres, además de los estudios filosófico teológicos indispensables para la ordenación sacerdotal, una licenciatura civil y un doctorando en filosofía, teología o derecho canónico.

La formación humana y científica no es, para un padre, la más importante: ¡Jesucristo, el carpintero, no tenía ninguna licenciatura, y el primer papa era pescador! Pero, la preparación filosófica y teológica es esencial para quien, como escribió San Pablo, debe ser “capaz, no solo de exhortar a la doctrina, sino también de refutar a los que la contradicen” (Tit 1, 9). No es por casualidad que las universidades fueron creadas por la Iglesia católica y que, después de la expulsión de los jesuitas, la educación nacional sufrió una de las peores crisis de su historia.

Felizmente, en la política portuguesa hay quien brilla por su formación académica, como es el caso del actual presidente de la República. Pero también hay dolorosas excepciones: aún está en la memoria de todos la atribulada vida académica de un destacado ex primer ministro, así como la licenciatura, que al final no era, de un ministro del antepenúltimo gobierno. Por eso, si hay políticos procedentes de las juventudes de sus partidos que tienen un excelente currículo académico y profesional, también los hay que optaron por hacer de la militancia de cualquier “jota” partidaria su única escuela. ¿¡Cómo pueden estos “ex jotas” promover, al ser investidos de responsabilidades gubernativas, una educación de calidad, si ellos mismos la preterirán, en beneficio del ejercicio del poder?! Debe ser por eso que son contrarios a la enseñanza de excelencia que, a bajo costo, tantas escuelas católicas, especialmente  jesuitas, ofrecen públicamente, sobre todo a la población más necesitada.

Decididamente, la diferencia de educación, humana y científica, entre los ‘esse jotas’ y algunos ‘ex jotas’ es mucho mayor que la semejanza de los términos podría llevar a creer...


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