JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
El amor exige alguien que me
lleve a olvidarme de mí. Alguien para el que mi existencia sea su felicidad.
Supone el sacrificio de mí mismo en nombre de la felicidad del otro... y de la
mía, al hacerlo feliz.
Sólo podemos realizarnos en
el encuentro con el otro. El egoísmo es un veneno para la felicidad, un enemigo
de la paz y una enfermedad del espíritu. Para ser quien soy necesito salir de
mí. Superarme, querer ser más. Creer en
lo que puedo ser, pero aún no soy.
Quien existe cerrado al
encuentro pierde la riqueza de entregarse al otro... Quien vive para sí, muere.
Quien ama, vive para siempre.
Uno de los mayores castigos
de los egoístas es que el paraíso que buscan se les escapa siempre.
Despreciar al otro es una
locura. Una ceguera. Hay quien pasa buena parte de su tiempo juzgando a los
otros, considerándose por encima de ellos. Todos tenemos flaquezas. Todos. Es
difícil asumir las nuestras y luchar contra ellas, al mismo tiempo que
perdonamos a los otros... tal como a nosotros nos han sido perdonadas nuestras
flaquezas. Quien ama, perdona. Hasta cuando no comprende. Quien perdona,
olvida. Aunque el egoísmo luche para que quede algún resto.
Para ser feliz es necesario hacer
frente a la posibilidad del absurdo que hay en el amor. Quien va por donde no
hay suelo se arriesga a caer. Si. Pero a costa de tanta prudencia es por lo que
hay tanta felicidad.
Uno de los pilares del
egoísmo es la idea de que yo debo amarme en primer lugar a mí y, después, tal
vez y sólo entonces, a otro... Pero, en verdad, el amor no tiene antes ni
después... es el principio y el fin.
Ilustração de Carlos Ribeiro
http://rr.sapo.pt/artigo/58059/ninguem_se_ama_a_si_mesmo
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