sábado, 20 de octubre de 2018

La fe es más fuerte que la fuerza


José Luís Nunes Martins

Los caminos de nuestra vida son largos, llenos de curvas y revueltas. Sin fe no se da un solo paso, porque es esencia creer que lo de allí es mejor que lo de aquí. Que el cambio es para mejor, aunque pueda no parecerlo a nuestros ojos.

También es importante saber que nuestra vida es un diálogo con el mundo, que no siempre es tan propicio como podía en relación con lo que creemos y queremos.

Hay personas llenas de certezas, pero la vida está hecha de muy pocas. Hay que vivir en la verdad de la incertidumbre, en la certeza del misterio. La fe es esencial.

Si es importante creer cuando se sueña, también es importante creer mientras se espera en el tiempo exacto de actuar. Sí, ya que la vida está hecha de muchas esperas. La esperanza es eso mismo, aquello que nos alimenta mientras esperamos por el momento cierto.

Cuando llega la hora de actuar, el instante crítico de la decisión en que de las ideas se pasa a lo concreto, el punto en que todo camba en el mundo, o se tiene fe o entonces le faltará al movimiento lo más importante, aquello que lo sostiene: la confianza interior de que es cierto. Sin ella, hasta puede ser bueno, pero no es nuestro, no somos nosotros.

¿Es preciso creer después de la acción? Sí. El misterio del por qué y del para qué no desaparece. ¿Habrá sido lo más correcto? ¿Habremos soñado lo mejor para nosotros o sólo lo más agradable? ¿Cuál será el próximo paso? ¿Hacia dónde deberemos ir?

Casi siempre el resultado de nuestras decisiones no es aquel que esperábamos. No solo porque la realidad es rica en detalles y secuencias de causa efecto, sino también porque hay que contar con la libertad de los otros.

Creer que somos capaces de algo es bueno. Creer que depende solo de nosotros es un error.

Nuestras fuerzas no son suficientes para la felicidad que buscamos. Para descubrir y conquistar necesitamos de la fe. Mucha fe.


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