sábado, 17 de agosto de 2019

Desconocemos nuestra ignorancia



José Luís Nunes Martins



Tendemos a creer que sabemos todo lo que necesitamos. Mientras tanto, basta pensar un poco con honestidad para encontrar nuestros vacíos de saber. Son, en ciertas zonas de nuestra comprensión, desiertos sin fin.

Peor, actuamos llenos de certeza hueca de que somos sensatos. Siendo que la ignorancia en acción es una máquina muy eficaz de producir desastres. Comenzando por la vanidad que produce en quien la gobierna.

Los verdaderos ignorantes son siempre arrogantes. Siempre. Aquellos que conocen los límites de su saber están ya libres de la locura del orgullo.

Ser capaz de escuchar a los otros y  lo que saben es un aprendizaje tan eficaz o más que leer una biblioteca entera. Porque si en los libros todo parece pensado y rumiado, los intercambios de miradas mientras se comparten verdades concretas de vida les confiere la fuerza del mar y la firmeza de las rocas.

La imaginación y el descaro acaban por ser instrumentos muy utilizados por los verdaderos analfabetos para vivir en su ignorancia y convencer a otros de que saben muchas cosas sobre lo que, al final, no existe sino en la oscuridad de su insensatez.

La humildad de reconocer que nos falta mucho por saber es el primero y más difícil de los pasos en el buen camino.

El ignorante no es inocente. Es culpable de su insensatez. Cuánta sabiduría tienen los que saben que saben poco…

¡Es una aventura increíble intentar ser prudente en este mundo de locos!

La existencia es un misterio que sobrepasa por completo nuestras capacidades. Creer que todo tiene que tener sentido para mí, so pena de no tener sentido, es una estupidez. Somos demasiado pequeños y pobres de entendimiento para que podamos abarcar todos los contornos del significado de nuestra vida y de todo lo que nos rodea.

Pero hay una sabiduría esencial, aquella que no consiste en saber muchas cosas, sino en saber cuando es tiempo de sonreír, tiempo de llorar, tiempo de descansar y tiempo de luchar. Aquella precisa sabiduría que nos garantiza que amar es el camino.

¿De qué le vale saber leer y escribir a quien no sabe perdonar y pedir perdón?




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