domingo, 27 de diciembre de 2020

PARECER LOCO, PERO SER SABIO

 

José Luís Nunes Martins


 

¿Qué es más fácil, hacer algo grande o algo bueno?

 

¿Qué es más fácil, conquistar algo, o defenderlo después?

 

¿Si sabemos que nadie es lo que parece, por qué nos dejamos engañar? ¿Por qué insistimos en desear lo que nunca es lo que parece?

 

Ser feliz no es así tan difícil, el problema es que queremos ser más felices que los demás, o mejor, que los otros parecen ser. Y es en este pequeño detalle donde tropezamos sin cuenta.

 

¿Pero cuál es la razón de nuestro error? Tal vez nuestra decisión tiene demasiado en cuenta lo que creemos que los otros piensan sobre nosotros.

 

Es necesario tener coraje para mirar hacia todo sin dejarse engañar. El mundo está hecho de falsas promesar. Seducciones de gente que se pierde y, sin motivo aparente, quiere arrastrar a muchos más hacia los fallos de la existencia donde caerán. Opiniones que cambian todos los días, sin ninguna certeza sino la de elogiar siempre a quien las hace o expone.

 

Ser feliz pasa por tener la valentía de escoger una forma y un rumbo de vida que sean rectos, aunque parezca locura o estupidez.

 

¡Ser insensato a los ojos de una multitud salvaje es, tal vez, una buena señal!

 

El sabio sabe escoger, a pesar de todo.

 

¿Pero y si eso implica una vida llena de contrariedades?

 

La adversidad es tantas veces mejor que la prosperidad… La pobreza nos da algo que la abundancia no tiene: ¡una noción de lo que es la existencia!

 

Lo esencial es vivir la única vida que tenemos, la nuestra.

 

Luchemos por defender nuestra paz y no perturbar nunca a los otros.

 

¿Qué importa el resto si conseguimos llegar al punto donde somos siempre felices?



sábado, 19 de diciembre de 2020

¡Ofrece tu casa!

 José Luís Nunes Martins


 

¿Qué harías si hoy, a la hora de comer, llamase a la puerta una joven embarazada de nueve meses en compañía de su marido y te pidiesen pasar la noche en tu casa?

 

Tal vez dijeses que tenías mucho gusto, pero que, con mucha pena, no era posible, por no tener sitio.

 

Rechazados o, por lo menos, ignorados, tendrían que buscar otro lugar posible…

 

¿Qué lugar tenemos, dentro de nosotros mismos, para el deseo de ser feliz? ¿La acogemos en nuestro día a día? ¿O andamos tan ocupados que no tenemos espacio ni tiempo para pensar en nada que no sea cómodo?

 

La felicidad exige paz. Ahora bien, la paz es difícil porque exige que alejemos de nosotros lo que no es importante verdaderamente. Al contrario, andamos muy ocupados con cosas banales que sirven para mantenernos lejos de la verdad.

 

Gastamos mucho tiempo y energías intentando cambiar lo que no conseguimos controlar, al mismo tiempo que no nos concentramos en mejorar lo que está a nuestro alcance.

 

La paz depende de decidirnos a dejar fuera muchas cosas. Decidirnos a no avanzar más con demasiados proyectos. Para que haya oportunidad de preocuparnos con lo que nos es posible cambiar y es importante para nosotros.

 

Es importante descansar, bastante. La verdadera productividad no es una cuestión de tiempo, sino de energía. Habrá quien en media hora haga más y mejor que muchos en varios días de trabajo. Eso depende mucho de la forma en como descansa y se concentra.

 

Es preciso que seamos capaces de abrir la puerta a una vida más feliz, aunque sea más incómoda y audaz que aquella a la que estamos habituados.

 

Y un instante de Navidad es cuanto basta para que todo cambie.

 

La Navidad es un tiempo de cambio. Tiempo para encontrar espacio para que algo divino nazca en nosotros. No es el lugar lo que hace la Navidad. No es preciso que estemos inmaculados, solo que seamos capaces de arriesgarnos a escoger algo tan desconocido como maravilloso… ¡Nuestra felicidad!

 


https://agencia.ecclesia.pt/portal/oferece-a-tua-casa/?fbclid=IwAR1qIv09ZioH9ahe18dDVMuDWMfdymIiiypqKRrs-JxrP0Bb8QujwBf9QU8

sábado, 12 de diciembre de 2020

¿Dónde está mi alma?

José Luís Nunes Martins


 

Puede estar en el fondo de mí, pero no siempre eso me parece tan claro. Hay momentos en que siento que me envuelve, saliendo de dentro afuera, para guardarme y protegerme.

 

Ningún cirujano conseguirá nunca tocar mi alma con la punta del bisturí, ¿Pero significa eso que no tengo alma? No. Yo soy mucho más que un cuerpo. Mucho más. También soy sueños, dolores antiguos, miedos, dones, fuerzas y fe. Tal vez el alma sea la morada de todo esto…

 

Tengo idea de que es posible ver el alma de alguien cuando miro a esa persona. Una especie de exhalación continua de algo tan sutil como concreto

 

Mi alma tal vez se deje ver cuando soy auténtico y se esconde cuando elijo el engaño en vez de la verdad.

 

¿Pero y si mi alma fuera como un fuego puro y libre, que en lo hondo de mí ser da sentido e impulso a lo que soy y a lo que elijo ser?

 

¿Es que mis gestos están animados por esa centella, ese instante de mí que es también un pedazo de eternidad, esa fracción ínfima que hace que hace de mí alguien grande y completo?

 

Mi alma es un soplo, un viento en una tempestad. Porque me proporcionas calor y paz, me impulsa, me orienta, y me vuelve capaz de enfrentar y derrotar lo que parece invencible.

 

Cuando amo a alguien, le entrego un pedazo de mi alma, que quedará junto a la suya. Entonces paso a amarla también a partir de su interior, al mismo tiempo que, si soy amado mi alma queda en compañía de un fragmento del alma de quien así se ha entregado a mí.

 

No sé si estos pedazos alguna vez vuelven…

 

La verdad es que mi alma se multiplica y engrandece cada vez que amo y, así, me ofrezco.

 

Cuanto más me doy más soy.

 


https://agencia.ecclesia.pt/portal/onde-esta-a-minha-alma/  

domingo, 6 de diciembre de 2020

Muchos comienzan, pocos acaban

 

José Luís Nunes Martins


 

Tenemos muchos proyectos, pero pocos éxitos, quizá porque la mayor parte de nuestros sueños nunca llegan a salir del reino de la imaginación. Quedan en nuestra almohada como si fuesen imposibles.

 

Lo que marca la diferencia en la vida no es si somos tercos e incapaces de percibir lo que pasa a nuestro lado, como si fuésemos un animal ciego. Lo que importa es definir con ponderación un camino, con garantías de que tenemos reservas de convicción suficientes para superar la más que cierta falta de voluntad que vamos a tener que afrontar.

 

La vida es subiendo. Si nos distraemos, nos desequilibramos, andamos para atrás y… caemos.

 

Solo se vencen las grandes batallas cuando se es capaz de lidiar con las pequeñas. Los fracasos son parte del camino. Todos caen, pero solo algunos son capaces de descubrir el sentido del valor de cada obstáculo, sea una piedra en el exterior o una angustia en el interior.

 

La felicidad que busco depende mucho de mi voluntad. De m, capacidad de no perder el entusiasmo, incluso cuando he andado mucho tiempo en dirección equivocada y tengo que volver atrás.

 

Solo amamos a alguien cuando aceptamos todo cuanto ese amor trae consigo

 

Podemos protestar porque está lloviendo, no podemos, en nuestro interior, aceptar la lluvia y… dejar que llueva.

 

¡La felicidad es posible y, diría, obligatoria!

 

No aplaces, no creas que hay otras cosas más importantes, o que se pueden ir haciendo al mismo tiempo, no desistas a la primera herida, por más honda que sea, no te culpes ni justifiques, termina cada etapa… más vale hecho que perfecto.

 

Todos tenemos nuestras miserias, no te fijes en las tuyas ni ignores la existencia de los otros. Sigue adelante, por el camino que es solo tuyo, que eres tú.

 

Desperdiciar dones, tiempo y oportunidades todos saben. Ser feliz es una obra maestra.

 

¡No, no creas que no está a tu alcance, eso es solo el miedo que murmura al oído! ¡Pero, la única manera de saber si eso es verdad o mentira es luchar para ser mejores y, después, ver hasta donde y que es lo que nos llevó!

 

Si no supieras por donde comenzar: ¡Apártate del mal! ¡Es un buen comienzo, pero no llega!

 

No te pierdas nen palabras. Las obras son amor.

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¡Comienza y acaba!

 


https://agencia.ecclesia.pt/.../muitos-comecam-poucos.../

viernes, 4 de diciembre de 2020

¡Hoy, ya poca gente se sorprende!

 José Luís Nunes Martins


 Todos los otoños son bellos, aunque sean pocos los que son capaces de mirar el mundo con una mirada verdadera y pura. Andamos convencidos de que ya hemos visto todo y no hay nada más que aprender. Como si ya hubiésemos adquirido la sabiduría y hubiese poco en el mundo capaz de sorprendernos.

 

Viven la monotonía de los días sin darse cuenta de que no hay dos días iguales, ni siquiera parecidos. La vida siempre es nueva.

 

Uno de los mayorees errores de esta gente descontenta e inconforme es que creen que, por conocer una pequeña verdad de la vida, eso ya les da capacidad de ver el mundo como es él. Es imposible descubrir la verdad mirando solo una parte.

 

¡El envejecimiento debería volvernos más sabios, pero la verdad es que hace de una gran parte de nosotros, gente más convencida de sí misma, o sea… más ignorante!

 

Envejecemos como si nuestra vida fuera un gran viaje en tren, donde, a pesar de algunas paradas breves, nunca permanecemos mucho tiempo en un lugar ni jamás andamos hacia atrás, repitiendo cualquier estación. Un día tendremos que salir del tren, pero, así como ya andaba hacía mucho tiempo antes de que fuéramos sus pasajeros, tampoco dejará de andar cuando faltemos nosotros.

 

Asombrarse es lo que resulta de mirar hacia el interior de las cosas, hacia su ser. Las apariencias esconden, son solo coberturas superficiales que muchas veces dicen poso de lo que en realidad importa.

 

Nadie sabe quiénes son aquellos que, habiendo dormido sobre la tierra ayer, mañana estarán ya echados debajo de ella.

 

Por más viejos que seamos, es sabio vivir día a día, descubriendo y admirando las maravillas que se esconden en cada pedazo del mundo y en cada instante de la existencia.

 

El otoño nos lleva al invierno y no hay invierno que no nos entregue a la primavera. Pero no solo las primaveras son bellas. Eso es solo lo que aquellos que no se sorprenden se dicen toda la vida para sí mismos y a los demás.

 

La existencia es siempre grandiosa.

 

En cada estación, a cada hora.

 


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